“Cuando yo enseñaba, jamás me propuse decir al alumno sólo lo que yo sabía. Más bien buscaba lo que el alumno no sabía. Sin embargo, no era esta la principal cuestión, a pesar de que yo estaba obligado a encontrar algo nuevo para cada alumno, sino que me esforzaba en mostrarle la esencia de las cosas desde su raíz.”
Arnold Schönberg

Diana Damrau & Michael Thallium (Madrid, 22 diciembre de 2009)
Si tuviera que reconocer que estoy poseído, entonces tendría que decir que estoy poseído por dos seductoras amantes: la lengua (las palabras) y la música (los sonidos).
Este es mi particular rincón para la música sin la cual no vivo. La relación entre la música y el cerebro es obvia. Mi mente es, aparte de verbal, musical. Y en este rincón rindo homenaje a la música y a los músicos de los que me he nutrido durante todos estos años. Soy polifacético, y la música es parte de mí, sin ella no me siento completo. Mis gustos musicales, obviamente, también son muy variopintos… quizás sería más apropiado decir “variosonantes”.
El ser humano es un asombroso instrumento musical. Tenemos el poder de elegir sonar del modo que deseamos para interpretar esa música interior que nos caracteriza y nos conecta a la orquesta de la vida.