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Los mensajes enredados

(escrito en junio de 2005) 

Algunas personas hablan de “prensa digital”, otras de “periódicos en línea” o “diarios on line”. En definitiva, todos se refieren a lo mismo, a ese tipo de prensa que cada día cuenta con más seguidores en la Internet, en la Red, esa red de redes[1], a la que yo me refiero en algunas ocasiones como la Enredadísima[2]. Permítaseme esta pequeña licencia, porque si la prensa está “en línea[3]”, si está “en la Red” y esa Red es inmensa, ¿no resulta apropiado referirse a ella como prensa enredada en la enredadísima Red? Además, “enredando” con las palabras, me permito jugar con la ambigüedad de la expresión prensa enredada: ¿enredada porque está en línea, porque está manipulada o porque está hecha un lío? Vayamos por partes.

Actualmente, cualquier periódico que se precie de cierta reputación, no tiene más remedio que enredarse, es decir, aparecer en la Red. Ello conlleva un cambio en cuanto a la presentación de las noticias. Si nos atenemos a la máxima de que “el medio es el mensaje”, no es de extrañar que los diarios enredados vayan adoptando unas características comunes y nuevas[4]: brevedad y sencillez, exclusión de determinados géneros como las entrevistas o los reportajes, profusión de la infografía animada, los cuadros y las estadísticas; las noticias se interrelacionan mediante los enlaces informáticos, lo cual favorece el “picoteo” en distintos espacios; incluso interviene el sonido y el vídeo… Otra característica, a la par que ventaja de este tipo de prensa en comparación con la prensa tradicional, es la inmediatez de las noticias. Efectivamente, en la Red, las noticias aparecen “al momento”[5]. Esta ventaja puede ser, a la postre, un inconveniente, porque hace más difícil el contraste informativo. Abunda el dato, pero la documentación está poco depurada.

Creo que el meollo de la cuestión no está tanto en el medio, en este caso la Enredadísima, como en el país en que esta se enredó: EE.UU., cuya lengua oficial es el inglés. Es posible que el léxico e incluso la sintaxis de los periódicos enredados adopte nuevas formas. Les recuerdo que la publicidad (el sustento del periódico) tiene su mayor mercado en los EE.UU.[6] Sin embargo, no me atrevería a decir que el cambio léxico y sintáctico es exclusivo de la prensa enredada, también lo es de la prensa tradicional y, en general, de todos los medios de comunicación. No nos olvidemos de que los avances técnicos y científicos se hacen, mayoritariamente, en inglés y sabido es que la traducción científica y técnica es un coladero de neologismos[7]. En definitiva, lo que quiero decir, para que me entiendan, es que si el mundo se observa y analiza en y desde el inglés, es normal que la traducción de esa observación y ese análisis a otras lenguas tenga el corte inglés… y no me refiero al nombre de los grandes almacenes. En lingüística ocurre algo parecido. La mayor parte de las teorías lingüísticas actuales se fabrican en inglés. Tuve oportunidad de hablar de ello con el profesor Enrique Bernárdez con motivo de una conferencia sobre el origen del lenguaje que tuvo lugar en la Universidad Rey Juan Carlos I. Al terminar su exposición le pregunté en qué medida influye el inglés en las teorías lingüísticas actuales y en la concepción del mundo. Su respuesta fue tajante. La influencia es total, hasta el punto de considerarse “anomalías” lingüísticas lo que, en realidad, son “normalías” en la mayoría de lenguas. Pero, en fin, ese es otro asunto del que no me ocupo ahora.

Actualmente, en ese baile léxico y sintáctico —que ya digo, no es exclusivo de la prensa digital—, las “herramientas”, aunque no sean de hierro, se imponen sobre las “funciones”, los “medios” o los “sistemas”. Ahora todo son “soluciones” en detrimento de otras palabras como “aparatos”, “remedios” o, si me apuran, “productos”. “Verificar” o “comprobar” son verbos que se han quedado obsoletos[8] frente al moderno “chequear”. Las “urgencias” son “emergencias”. La “ayuda” o la “asistencia técnica” es un “soporte”. Lo “optativo” se convierte en “opcional”. No se “supervisa”, sino que se “monitoriza”. Ya no se “infringen” o “conculcan” las leyes, sino que se “violan”. Ahora hay que ser respetuosos con las mujeres y hay que duplicar el género[9]: los proveedores y las proveedoras, los animales y las animales. Las personas ya no pasan “inadvertidas” sino “desapercibidas”, o mejor aún, low profile. El “delincuente” es un “criminal” y todo es “criminalidad”. Otro de los fenómenos interesantes es la supresión de los ordinales: veinte cumpleaños, cien aniversario… Las “instituciones benéficas” o “caritativas” han desaparecido del mapa; lo benéfico, lo no lucrativo, lo filantrópico no vende[10]. Ahora a todo eso se le llama onegé (ONG), independientemente de que una organización no gubernamental sea también una multinacional o un club de baile.

 


[1] Superlativo hebreo, como el cantar de los cantares.

[2] Alex Grijelmo propuso sin éxito la palabra “amigovio” para referirse a esa persona que no es tanto como un novio, pero sí más que un amigo. Igualmente sin éxito José Antonio Marina propuso hace años el término “estoicón” para referirse a lo mismo: “estoy con” Fulanito, “estoy con” Menganita.. Así, si tan insignes personas no tuvieron la sanción del uso popular, menos voy a tenerla yo con la introducción de Enredadísima para referirme a la Internet.

[3] Anglicismo, proveniente de on line.

[4] El genio de la lengua, en el capítulo XV.

[5] Ahora parece que lo que hasta hace poco se veía u oía al momento, instantáneamente o en directo, debido a la influencia del inglés, ahora se ve en tiempo real.

[6] Según un reciente informe de la Asociación Mundial de Periódicos: “Los beneficios globales por la publicidad en los periódicos experimentó su mayor crecimiento en los últimos cinco años, situándose en 5,3%, frente a la subida del 2% en 2003. Los beneficios por publicidad en los periódicos estadounidenses -de lejos, el mayor mercado del mundo- creció un 3,93% en 2004.” Datos aparecidos en El Mundo digital, martes 31 de mayo de 2005.

[7] Considero neologismo a los términos nuevos, independientemente de que sean anglicismos, barbarismos, calcos, falsos amigos… Jean Maillot, en su obra La traducción científica y técnica, hace una reflexión muy interesante sobre una disciplina que se ha despreciado, pues durante muchos años se consideró que el estilo en este tipo de traducciones era algo secundario.

[8] Fernando Lázaro Carrter dedicó algunos de sus dardos a las palabras obsoleto, obsolescencia, obsolescente. Léase El dardo en la palabra.

[9] Me refiero, naturalmente, al género gramatical, porque el otro “género”, el de la “violencia de género”, es otra prueba de lo que nos luce el pelo cuando traducimos del inglés.

[10] He aquí otra contaminación inglesa del verbo “vender”: en español algo “se vende” bien o mal.

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