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Un destierro con ruido

A uno le va quedando menos para que lo envíen a las trincheras de la batalla por la vida. Algún amigo anda ya por allí, en esas posiciones más avanzadas donde el silbido de las balas rachea los oídos y vuelca los corazones. Pero nunca se está a salvo. No hace falta estar en la trinchera para que le llegue a uno en cualquier momento una simple bala fría que acabe con su vida. Esa, la vida, podemos perderla en cualquier momento; la muerte siempre se gana, nunca se pierde. Lo que muchos quisiéramos es ganarla en una partida larga con cartas propicias para disfrutar de la victoria en unos cuantos juegos. No importan las cartas, apuntaría más de uno, sino cómo se juegan. Y no está mal el apunte, aunque mejor que de mano le toquen a uno buenas, sobre todo si el juego es de azar que, como Emilio Pascual dice, no es sino otro de los nombres del destino.

Al buen amigo de la trinchera le preocupaba ayer, Día de Todos los Santos, que la coexistencia de las dos Españas peligrase si se desentierra el silencio. Se refería al silencio de todos esos cadáveres enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil y la dictadura de Franco. Sus familiares no pueden acudir el Primero de Noviembre a ningún cementerio para honrar su memoria. Hablaba Jesús Herrán —y hablaba con buen tino—, el amigo en las trincheras, de desenterrar sin ruido.

«La democracia es la esperanza del incauto y la estrategia del ladrón», escribió Nicolás Gómez Dávila. Frente al desenterramiento silencioso entre las dos Españas, hay una tercera, cuarta y quinta Españas que vemos con asombro, cabreo y decepción la amnistía que plantea un presidente en funciones para conseguir los votos que le faltan. ¿Por España? ¿Por cuál? ¿La primera, la segunda… la quinta? No, por su propio interés. Para él pide uno, en el Día de los Fieles Difuntos, un destierro con ruido, con el mismo ruido que él mismo procuró para el desentierro de un dictador.

Michael Thallium

Ricardo Llorca, el oficio de músico y los caminantes

Hace unos días, cuatro exactamente, se estrenó en Santiago de Compostela la obra Oficio de Caminantes del compositor Ricardo Llorca. Para que esta cantata para orquesta sinfónica, coro, órgano, soprano, tenor y narrador viera la luz, han tenido que pasar más de tres años. En ese camino que va desde que el compositor planta la última nota en la partitura hasta que el director de orquesta alza la batuta para marcar el compás de inicio en la sala de concierto, han participado muchas personas. Muchas de ellas quedan en el anonimato.

Ricardo Llorca durante la grabación de Oficio de Caminantes. Julio de 2023

Ricardo Llorca durante la grabación de Oficio de Caminantes. Julio de 2023

Vayamos por partes. Oficio de Caminantes fue un encargo de la Catedral de Santiago de Compostela para la visita que el Papa Francisco iba a hacer a Santiago hace tres años. La visita, con pandemia por delante, se canceló y la obra de Ricardo Llorca quedó en un limbo jurídico y práctico del que no era fácil salir. Sin embargo, el tesón y empeño de Ricardo Llorca por sacar su obra a la luz hizo que, a finales de 2022, aunara fuerzas con la oficina de gestión de proyectos culturales Miotta & Molière. Finalmente, el estreno absoluto de esta obra tuvo lugar el jueves 20 de julio de 2023 en el Auditorio de Galicia con la participación de la Real Filharmonía de Galicia, el Coro Angel Barja, el organista Fernando Buide, la soprano Susana Cordón, el tenor José Luis Sola y la narradora Eva Guillamón. A todos ellos los dirigió Alexis Soriano. La crítica del estreno de Oficio de Caminantes puede leerse en la revista Scherzo: Santiago de Compostela / Ricardo Llorca estrena con éxito su Oficio de Caminantes.

De izquierda a derecha: Aitor Olivares, Diego Fortes, Susana Cordón, José Luis Sola, Ricardo Llorca, Alexis Soriano, Eva Guillamón y Fernando Buide

De izquierda a derecha: Aitor Olivares, Diego Fortes, Susana Cordón, José Luis Sola, Ricardo Llorca, Alexis Soriano, Eva Guillamón y Fernando Buide

Un proyecto de esta envergadura no podía quedarse en un mero concierto. Durante la semana del 17 al 21 de julio, la obra se grabó con los mismos intérpretes que la estrenaron. El álbum verá la luz dentro de unos meses en uno de los grandes sellos discográficos internacionales. El director de orquesta Diego Fortes estuvo a cargo de la producción musical de este proyecto de grabación dirigido por Miotta & Molière que contó con el reputado ingeniero de sonido Javier Monteverde.

Aquí algunos enlaces de interés referentes a Ricardo Llorca y a la Real Filharmonía de Galicia:

Numinis – Revista de filosofía: Oficio de Caminantes

Oficio de Caminantes - Numinis - Michael Thallium - Ricardo Llorca

Sapere aude – Atrévete a saber: Oficio de músicos

Oficio de músicos - Ricardo Llorca

Sapere aude – Atrévete a saber: La gestión de una orquesta

La gestión de una orquesta

Michael Thallium

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La Real Maestranza de Caballería de Ronda y su Semana de la Música

El pasado viernes 30 de junio de 2023, terminó la XXIII Semana de la Música de Ronda que organiza la Real Maestranza de Caballería de Ronda (RMR), institución que en 2023 cumple 450 años de historia desde que se fundó en 1573 en respuesta a una cédula de Felipe II. Una de las figuras emblemáticas de la RMR es la del Infante Don Gabriel, quien fue el primer Hermano Mayor de la familia real.

Biblioteca de la Real Maestranza de Caballería de Ronda

Paralelamente a la Semana de la Música de Ronda, se celebra también, desde hace diecinueve años, el Encuentro Música-Filosofía. En 2023, con motivo de la celebración del 450º Aniversario de la RMR, se grabaron cuatro programas de la serie Sapere aude – Atrévete a saber que contaron con la presencia de los siguientes invitados: el lutier y vihuelista José Miguel Moreno, quien ofreció un recital durante la semana, la compositora Raquel García Tomás, ponente del Encuentro Música-Filosofía, Ignacio Herrera, gestor de proyectos culturales y director de la RMR y el compositor José María Sánchez-Verdú, también ponente del Encuentro Música-Filosofía.

UN GRAN PATRIMONIO, con José Miguel Moreno

EN TORNO A LA CREACIÓN, con Raquel García Tomás

CULTURA Y GESTIÓN, con Ignacio Herrera

NUEVAS DRAMATURGIAS, con José María Sánchez-Verdú

Uno de los conciertos de la Semana de la Música de Ronda, el ofrecido por el pianista sueco Helge Antoni estuvo dedicado a la figura del Infante Don Gabriel.

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Presentación de Me creí inmortal hasta que me morí

Después de haber estado firmando por primera vez  en la Feria del Libro de Madrid, tengo el placer de presentar mi recientemente publicada novela, Me creí inmortal hasta que me morí, en la librería Sin tarima libros. Será este viernes, 23 de junio de 2023.

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Esta novela es un homenaje a otros muchos autores  y a otros muchos libros. Pero no solo eso, también a muchos músicos y a otras tantas personas anónimas que, de algún modo, han quedado reflejadas en la novela.

Quiero dar gracias especialmente al escritor  Juan Bonilla, por haber sido el primero en leer el original de la novela, al compositor Manuel Millán, por haber sido una de las primeras personas en leer también ese original primigenio y por acompañarme en la presentación el próximo viernes, a mis editores de Valnera, Jesús Herrán y Lines de la Gala, al escritor José Antonio Abella por habérmelos presentado, a Santiago Palacios, curtido en el oficio de librero, por acoger la presentación de Me creí inmortal hasta que me morí, y a todas esas personas que adquieran y lean esta novela, por el tiempo que dediquen a su lectura y por la difusión que puedan hacer de ella si así lo consideran (nada como el boca a boca).

Este viernes, 23 de junio de 2023, a las 19:00 en la librería Sin tarima libros, C/ Maldonadas, 6 (Metro La Latina), Madrid. Allí estaré y quizás con alguna sorpresa…

Michael Thallium

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Novela – Me creí inmortal hasta que me morí

Me complace anunciar que mi novela ME CREÍ INMORTAL HASTA QUE ME MORÍ está ya a la venta. Aquí os dejo el enlace por si deseáis adquirirla: COMPRAR NOVELA.

Me creí inmortal hasta que me morí - Michael Thallium - Ediciones Valnera

«Me creí inmortal hasta que me morí» es la frase con la que comienza la obra, que sitúa al lector frente a la repentina muerte del protagonista apenas cumplidos los cuarenta y seis años. Una muerte tras la que alcanza un estado singular, extraño: una infinitud sensual del cosmos de la que jamás había tenido noticia, ni siquiera en sus muchas lecturas. Desde esa nueva situación puede recorrer el pasado de todas las vidas humanas que ha habido a lo largo de la historia de la humanidad y vivirlo como si estuviera en el presente, un presente inquietante y sorprendente. Ese singular estado le permite encontrarse y convivir con algunos de sus personajes preferidos a la par que ir desvelando su propia vida, repleta de amoríos y viajes hasta que le sorprendió la muerte temprana.

Por la novela aparecen personajes tan dispares como Johann Sebastian Bach, Freddie Mercury, Jon Lord de Deep Purple, Manuel de Falla, Jorge Santayana, Clara Campoamor, Manuel Chaves Nogales, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Cervantes… y otros muchos. Algunos incluso siguen vivos: el violinista Mikhail Pochekin, el lutier e instrumentista José Miguel Moreno, la pintora Carmen González Castro, los escritores Juan Bonilla y Andrés Trapiello

En palabras de Jesús Herrán, editor de Ediciones Valnera: «La novela es novedosa en un planteamiento que, por medio del hilo conductor de la música y los libros, le permite al lector transitar —a veces con mucho humor, ironía e, incluso, sátira— por momentos cruciales de la historia de la música, de la literatura y del arte, de la historia de la humanidad, en definitiva, como si estuviera viviéndolos en persona, y conocer a sus protagonistas de primera mano, en unos encuentros, aunque imposibles, muy verosímiles.»

Personalmente estoy muy agradecido a los editores de Valnera Jesús Herrán y Angeles de la Gala, quienes confiaron en mí. Ambos junto con el ilustrador José Ramón Sánchez, miman tanto los libros que editan como a los autores que los escriben.

El domingo 28 de mayo estaré firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid, en el Bloque 21C, Caseta n.º 1, de 12:00 a 14:00h. Allí también podréis comprarla. ¡Os espero!

Michael Thallium

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La contraseña

LACONTRASEÑA

Esta vez iban a ser dieciocho caracteres alfanuméricos, con mayúsculas y minúsculas y, sí, también con signos especiales. Iba a ser la contraseña de las contraseñas, la gran e indescifrable contraseña en esa batalla soterrada que mantenía con ellos dos. La madre de todas las batallas, la de un padre contra sus dos hijos adolescentes. Una batalla secreta. Ninguno de los bandos evidenciaba estar en guerra. Sus cuitas se dirimían en el más estricto silencio, de tapadillo. La madre de las criaturas, su esposa, era ajena a esas rencillas de los tres varones: dos machos jóvenes disputándole el puesto al rey león. Ahí estaba él frente a la pantalla del ordenador con una sonrisa de maliciosa alegría, componiendo su enésima contraseña de control parental. Se sabía ganador: “Esta vez no la descifran ni de coña”. De fondo escuchaba el Scherzo de la Romántica. Anton Bruckner era su compositor favorito y la Cuarta, la quintaesencia, la madre de todas las sinfonías, sobre todo la interpretación de Günter Wand al frente de la Orquesta Filarmónica de Munich. Se lo pensó mucho antes de añadir los dos últimos caracteres: “Seis números, seis letras (tres mayúsculas y tres minúsculas), cuatro caracteres especiales… Me faltan dos. A estos les meto la virgulilla, esa que casi todo el mundo llama ‘el palito de la eñe’. ¡Ignorantes! ¡Virgulilla! Y también les meto el glifo de Aries. ¡Esta sí que es indescifrable! ¡Ja!” En un arrebato de romántica vanagloria, hizo coincidir el tecleo de los dos últimos caracteres con la victoriosa fanfarria final del Scherzo. ¡Enter! Una emoción de grandiosidad se licuó en forma de lágrimas de victoria frente al enemigo derrotado, humillado. ¡Esta vez sí que sí! “A mí dos ‘mocosos’ no me chulean…”

Ya no eran ‘mocosos’, pero a él le gustaba llamarlos así, porque eran sus hijos. La guerra había empezado hacía un año. Primero fueron seis caracteres, luego ocho, nueve, diez… Todas y cada una de las contraseñas, las fueron descifrando los dos cachorros con pasmosa facilidad. El padre los espiaba, controlaba sus conversaciones por WhatsApp sin que ellos lo sospecharan. “Papá ha vuelto a cambiar la contraseña”, decía el pequeño; el mayor respondía: “Espera ahora te paso la clave”. Y al cabo de una o dos horas, los dos leoncillos evadían el control parental para transformarse en dos piratas que navegaban el ciberespacio libres y a su antojo. Al padre esto lo repateaba, pero era un repateo que tenía que aguantarse en silencio, para que los dos jóvenes felones no sospecharan que él andaba al acecho. Era una guerra fría un tanto absurda. ¡A ver quién era más listo! De qué le habían servido todos esos años de estudio de Físicas, todo ese cálculo infinitesimal y la teoría de cuerdas si luego llegaban esos dos y le daban un sopapo de realidad birlándole la contraseña y franqueando el bloqueo hacia la realidad virtual. ¿No querías física cuántica? ¡Pues toma doble ración!

¡Ah, pero esta vez era distinta! ¡Esta vez sí que sí! Esa contraseña era indescifrable. Cerró la sesión del ordenador, apagó la música, salió de la habitación —su particular puente de mando—, bajó al salón y se sentó en el sillón para leer tranquilamente a la espera de que los dos vástagos volvieran del colegio. No tardaron mucho. Al abrirles la puerta el padre, lo saludaron. Intercambiaron amables comentarios paternofiliales, pero los tres sabían que hoy era otro de esos días. El gran reto. Se miraron de hito en hito, disimulando, sonrientes. El padre pensando: “¡Hala, a ver si me chuleáis con esta!”; los hijos mirándose el uno al otro como diciéndose: “La ha vuelto a cambiar, ¿tú crees?”.

Comieron juntos y luego cada cual se puso a sus tareas. Apenas dos horas más tarde, el padre subió al puente de mandol, encendió el ordenador y, por curiosidad, espió el WhatsApp. Un repente de rabia e impotencia le recorrió el cuerpo. “Jo, papá ha vuelto a cambiar la contraseña”, “Nada, tranquilo, bro, a ver qué puedo hacer”, “Vale, date prisa que quiero ver un TikTok”, “¡Tranqui, volverá a escuchar Bruckner, jeje!”… El rey león comprobó que le habían vuelto a descifrar lo indescifrable. ¡Cabrones!, pensó. ¡Y esta vez lo habían logrado en apenas quince minutos! La rabia y la impotencia fueron transformándose en decepción y en una profunda congoja. Se levantó. Encendió el equipo de música. Y volvió a poner la Sinfonía n.º 4 de Bruckner, pero esta vez la versión de Sergiu Celibidache con la Orquesta Filarmónica de Munich. Abatido, se sentó en la silla del escritorio. Con el mando a distancia seleccionó el segundo movimiento, el Andante quasi allegretto. La interpretación de Celibidache es más metafísica. Quizás así podría huir de la física de los hechos. Subió el volumen: el rey león, humillado, ya no era el amo de la manada…

Michael Thallium

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¡No penséis, haced ruido!

A veces tengo la sensación de que vivo en un mundo paralelo. Y no es cierto. Mi mundo es uno más de entre tantos otros que se apiñan en el planeta que habito. Es solo un tránsito efímero. Un mundo ínfimo. Quizás la soledad… ¡Haced ruido, no penséis! Ni siquiera eso, el creerme paralelo, es nada. No puedo escapar al rebaño que bala. En el fondo soy una oveja más. Ni siquiera carnero. Al menos así podría embestir y romperle encelado la testa a alguien, a otro carnero distinguido, como yo, que se creyera dueño de un mundo paralelo. Por no valer, ni para oveja negra valgo. Ni siquiera para insultaros. Insultaros porque solo hacéis ruido y ni eso: sois eco del ruido de otros, ni siquiera del vuestro propio. ¿No escucháis mi berrido? ¡Imitadores! No hace falta que os diga que no penséis, porque no sabéis qué es eso… pensar.

José Mateos - Silencio, se piensa

Os dejáis gobernar por quienes hacen ley de su trastorno. ¡Haced ruido! Ay, si solo fuera vuestro ruido, el vuestro y no el de otros… Os deprecio y os amo. ¡Os escupo! ¡Seguid haciendo ruido! Es lo único que os queda, porque el silencio es solo conquista de los que piensan.

Michael Thallium

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Al anochecer, Pablo González, una orquesta, un coro y tres sublimes minutos de Anna Lapkovskaja

Fue el penúltimo concierto de Pablo González en el Teatro Monumental como titular de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE (OCRTVE), y qué “nivelón”. En el programa había dos obras de dos compositores con los que el maestro González se desenvuelve como un delfín en el mar: las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss (1864-1949) y Alexander Nevsky op. 78 de Sergei Prokofiev (1891-1953). La solista elegida para la obra de Strauss fue la soprano estadounidense Jacquelyn Wagner; para la de Prokofiev, la contralto bielorrusa —aunque formada en Munich— Anna Lapkovskaja, que menudo chorro de voz tiene (luego hablaremos de ello).

Sin título

Richard Strauss compuso las Cuatro últimas canciones en 1948, justo diez años después del Alexander Nevski de Prokofiev y ya terminada la Segunda Guerra Mundial. A Strauss apenas le quedaba un año de vida. Cuatro canciones, cuatro joyas: Primavera, Septiembre, Al ir a dormir y Al anochecer. La voz de Jacquelyn Wagner tiene un timbre bello, lírica, potente en los agudos, aunque quizás le faltó un poco de cuerpo y proyección en el registro grave. La orquesta la acompañó con exquisitez en todo momento. Cabe destacar el precioso solo de trompa que hizo José Vicente Puertos en Septiembre y el del concertino Miguel Borrego en Al ir al domir. La interpretación de Jacqueline Wagner fue estupenda, especialmente en Al anochecer —la única canción basada en un poema de Joseph von Eichendorff (1788-1857); las otras tres son poemas de Hermann Hesse (1877-1962)—, porque se la vio visiblemente emocionada mientras la música se iba extinguiendo en un conmovedor pianissimo, como para reconciliarse serenamente con la muerte después de la vida. El público correspondió con un gran aplauso, pero solo después de unos segundos de silencio. ¡A ver quién se atrevía a romperlo después de tanta belleza melódica!

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Tras el descanso llegó la música que Prokofiev compuso para la película homónima de Sergei Eisenstein (1898-1948) en 1938. Un año más tarde, elaboró la cantata que hoy conocemos como Alexander Nevski op. 78. El texto es del poeta constructivista Vladimir Lugovskoy (1901-1957): “Levántate, pueblo Ruso”… Puro patrotierismo soviético. Si uno analiza el texto en el contexto de la Europa de 2023, resulta tan anacrónico como controvertido. Por suerte, la mayoría del público no entiende el idioma y, por consiguiente, se queda con la música, una música épica, dramática, majestuosa, emocionante y conmovedora. Es como cuando uno canta esos éxitos de la música pop en inglés sin saber inglés: guachiguachi chupchup… A veces es mejor no entender la letra y quedarse solo con la música, por aquello de no llevarse un chasco.

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La dirección orquestal de Pablo González, el delfín en el mar, fue espectacular. En el gesto de sus manos y en el movimiento de su batuta se desvela el arte tético y anacrúsico, quiere uno decir con esto que González maneja la agógica con asombrosa maestría. La cantata de Prokofiev se divide en siete números con un claro protagonista: el coro. Ya venimos diciendo en los últimos tiempos que la calidad de las interpretaciones del Coro RTVE va in crescendo. Anoche lo volvieron a demostrar. ¡Qué poderío! Y si bien los maestros del coro fueron los protagonistas, no es menos cierto que ese protagonismo pasó a un segundo plano en el momento en que la mezzosoprano Anna Lapkovskaja cantó el aria El campo de los muertos. Fueron apenas tres minutos, pero qué tres minutos para el recuerdo y qué voz tan potente, tan bien proyectada y bella. ¡Y eso que era la primera vez que cantaba esta obra! Lapkovskaja conmovió al público. La orquesta y el coro tuvieron momentos magníficos como ese paulatino acelerando in crescendo de La batalla sobre el hielo que Pablo González supo construir con genialidad. Magnífica la percusión, las cuerdas. No puede uno tampoco dejar de mencionar las intervenciones de Ana Ruiz al oboe en Rusia bajo el yugo mongol —¡pero qué bien toca esta señora!—, así como las de Carlos Alonso al corno inglés y Chimo Vicedo al trombón y, por último, la del trompetista Francisco de Borja Antón —¡menudo fiato y sobreagudos tan perfectos!— en varios pasajes. Tras el apoteósico final, el público prorrumpió en una ovación. Muy aplaudidos el coro y su director Marco Antonio García de Paz; Anna Lapkovskaja con esos tres sublimes minutos de gloria— y, por supuesto, el maestro González al frente de una orquesta que lo dio todo y más.

Michael Thallium

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Estreno de Pantheon Romae con una brillantísima Yi-Chen Lin

Eduardo, ¡va por ti! Y va por ti, porque anoche estuve, como casi todas las semanas, en el concierto de la Orquesta Sinfónica RTVE (ORTVE), solo que había una diferencia: ahora sabía que ya no volverías a leer ni a publicar en Scherzo ninguna de las reseñas que te enviaba semanalmente hasta hace poco más de un mes. Ayer por la tarde acompañamos a tu mujer Isabel y a tus hijos Eduardo, Pablo, Clara e Inés en un último adiós. Fue triste y conmovedor ver a tu madre, ya muy anciana, bendecirte y despedirse de ti antes de entregarte a la tierra para descansar junto a tu padre. Permíteme una última confesión, porque ya jamás podré volver a hablar contigo: te he echado de menos en el último mes. Te has ido, pero qué forma de quedarte.

EDUARDO TORRICO in memoriam

EDUARDO TORRICO in memoriam

Así que déjame que te cuente, por última vez, lo que aconteció anoche con esta orquesta y una brillantísima directora Yi-Chen Lin. Sé que no es el tipo de repertorio con el que tú disfrutabas, pero créeme que los músicos de la ORTVE y la directora hicieron una magnífica interpretación de Pantheon Romae de Cristina Pascual, nada fácil, y de la Sinfonía n,º 4 en fa menor op. 36 de Chaikovski. Sí, ya sé que eres tozudo y que nadie te va a apear del burro: más allá del Barroco, non plus ultra. Pero también sé que aprecias la buena música, y las dos obras de anoche, lo son.

Cristina Pascual y Yi-Chen Lin con la ORTVE

Cristina Pascual y Yi-Chen Lin con la ORTVE

La primera parte del concierto fue el estreno de Pantheon Romae. En realidad ya se había estrenado la noche anterior, en el concierto del jueves. Es una obra de difícil interpretación y compleja, pero interesantísima y sorprendente. La disfruté de lo lindo. Para empezar, la orquesta estaba colocada muy singularmente, nada al uso. Cuatro conjuntos de percusión situados cuadrafónicamente, una fila central compuesta por una trompa, una trompeta, un trombón y dos contrabajos dispuestos de forma simétrica a ambos lados de la sección central conformada por tres oboes. Los fagotes y otros instrumentos de viento estaban situados en la última fila. Igualmente, las cuerdas estaban distribuidas simétricamente… Eduardo, seguro que te estarás preguntado: ¿Y para qué tanta parafernalia? Bueno, eso confirió una sonoridad muy especial a esta obra que Cristina Pascual compuso como encargo de las Becas Fundación SGAE y AEOS 2021. De hecho, Cristina me contó en el descanso que la había compuesto con total libertad, vamos, que había hecho lo que le había dado la gana. Y ya sabes lo difícil que es hacer estas cosas con total libertad y que luego te las estrenen. En la partitura pone que la obra dura 22 minutos y 22 segundos.

La directora taiwanesa Yi-Chen Lin —aunque formada en Austria desde los ocho años— hizo una labor seria y su dirección fue muy precisa, marcando el tiempo de un modo excelente. Pantheon Romae comienza con el sonido de una trompa que simula el aullido de un lobo —la Luperca que amamantó a Rómulo y Remo— a la que se unen otras trompas simulando una manada de lobos. Entremedias del comienzo y del final ocurren otras muchas cosas, disonantes y consonantes, hasta pasajes fugados en los violines que evocan la Roma antigua hasta entrar en el Panteón. No solo eso, los músicos también susurran y hablan a la vez que tocan. Ave Caesar morituri te salutant. Seguro que a muchos de ellos les habrá resultado extraño, pero el conjunto sonó estupendamente. Pantheon Romae termina con un concluyente acorde de sol mayor que se apaga con el sonido de la percusión, como si fuera una tormenta. Francamente, Eduardo, esta obra puede dar mucho más de sí. El público lo reconoció con un gran aplauso.

Tras el descanso llegó la Sinfonía n.º 4 de Chaikovski. La interpretación de Yi-Chen Lin fue de lo más interesante, lejos de los clichés de las grabaciones tradicionales en la mente de muchos, ajustándose a lo que Chaikovski escribió en la partitura. Cabe destacar la intervención de Salvador Barberá al oboe en el Andantino in modo di canzona. Magníficas las cuerdas en el Scherzo. El tempo elegido por Yi-Chen Lin hizo que el pizzicato se escuchara perfectamente. El Finale fue fogoso y la sinfonía concluyó con un tutti rítmico y electrizante que suscitó el aplauso y la ovación del público.

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Eduardo, ojalá hubieras podido ver a Yi-Chen Lin y a la ORTVE en plena forma. Te hubiera encantado. Sí, ya sé, no eran tus amados Bach y Haendel, pero fue muy buena música. Hasta siempre. Descansa en paz.

Michael Thallium

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Ligeti o el debut de Pascual Cabanes con el Harmonie Ensemble

Durante este año 2023 se celebra el centésimo aniversario del nacimiento de György Ligeti (1923-2006). Este tipo de conmemoraciones suelen ser la excusa para programar obras de los compositores. Y no es que Ligeti no merezca ser programado cualquier año y sin ninguna excusa, pero esperemos que no tengan que pasar otros ochenta y tres (aniversario de su muerte) o cien años más para escuchar su música en las salas de concierto. En cualquier caso, eso dependerá del gusto del público —caprichoso e imprevisible—, de la cultura de los programadores —al buen callar llaman sancho— y de la preparación técnica de los intérpretes.

Hace un par de días, en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, pudimos disfrutar de un recital íntegramente compuesto por obras de Ligeti: Seis bagatelas para quinteto de viento, Concierto de cámara para trece instrumentos y Concierto de Hamburgo para trompa y orquesta de cámara. Una hora de concierto, más o menos. Fue el debut del director de orquesta Pascual Cabanes en el Ciclo Satélites con el Harmonie Ensemble. Estrenarse con Ligeti no es fácil: requiere una gran preparación técnica del director amén de la de los músicos.

Foto del archivo de la OCNE.

Foto del archivo de la OCNE.

El recital comenzó con Seis bagatelas, la que se considera primera obra de cámara de Ligeti. A quienes conozcan la Musica ricercata para piano, este quinteto de viento les sonará mucho, porque es una reelaboración de algunas de las piezas de esta obra para piano. Los maestros Pepe Sotorres (flauta), Victor Manuel Anchel (oboe), Eduardo Redondo (trompa), Enrique Abargues (fagot) y Javier Balaguer (clarinete) destacaron especialmente en la primera bagatela, en la tercera —con un magnífico obstinato mantenido por el fagot—, en la cuarta y en la sexta, que terminó con una pequeña broma musical que suscitó la sonrisa del público y el aplauso correspondiente.

Foto del archivo de la OCNE.

Foto del archivo de la OCNE.

El Concierto de cámara para 13 instrumentos fue la obra con la que Pascual Cabanes debutó. Esta pieza se divide en cuatro movimientos y requiere de clave, harmonium, piano y celesta. Cabanes dirigió sin batuta, a manos desnudas, con gesto preciso, muy medido. A uno le recordó un poco al estilo de Pierre Boulez. La orquesta sonó con igual precisión. Entre todos lograron unas buenas atmósferas, muy ligetianas, sobre todo las cuerdas en el primer movimiento Corrente. El Harmonie Ensemble estuvo a la altura de la partitura. Muy buenos los dos últimos movimientos: el tercero con pizzicati y ataques secos, muy preciso y mecánico; el cuarto rápido y muy virtuoso, donde destacaron los vientos. El público lo reconoció con un gran aplauso.

Foto del archivo de la OCNE.

Foto del archivo de la OCNE.

El recital concluyó con el Concierto de Hamburgo para trompa. Pascual Cabanes es también trompista y quizás por eso eligiese esta obra para la que contó con el solista Salvador Navarro, quien estuvo excelente tanto a la trompa natural como a la trompa de válvulas. Este concierto se divide en siete movimientos. Las trompas del tutti son todas naturales; el solista alterna la de válvulas con la natural. Destacó la interpretación a la percusión de Rafael Gálvez, quien tuvo dos momentos al tambor bajo esenciales para generar esa atmósfera espectral que requiere la partitura. Salvador Navarro estuvo magnífico: muy buen fiato, precisión y musicalidad [nota para entendidos y personas con buen oído: estuvo bastante fallón en los agudos]. La dirección de Cabanes fue una vez más precisa, apropiada para la interpretación de estas obras de Ligeti. El público reconoció la labor de los músicos y del director con un gran aplauso.

Michael Thallium

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