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¿Ves cosas? ¿Oyes cosas? Muchos de nosotros lo hacemos

Artículo original en inglés de Oliver Sacks, publicado  en la edición del 3 de noviembre de 2012 de The New York Times Sunday Review (para verlo en inglés: AQUÍ). Adaptación al español por Michael Thallium, Global & Greatness Coach.


Foto tomada de www.oliversacks.com

Foto tomada de www.oliversacks.com

LAS ALUCINACIONES sobresaltan y asustan mucho: de repente, uno se encuentra viendo, oyendo u oliendo algo que no está ahí. Inmediatamente, uno se queda perplejo con la sensación de “¿pero qué me está pasando?”. ¿De dónde vienen las alucinaciones? La alucinación es algo convincentemente real, generado por los mismos canales neuronales que la percepción real, pero aún así, nadie más parece verlo. Y, entonces, uno se ve obligado a concluir que algo —algo sin precedentes— le esta pasando en el cerebro o en la mente. ¿Me estaré volviendo loco, quedándome demente, padeciendo un derrame cerebral?

En otras culturas, la alucinaciones se han considerado dones de los dioses o de la Musas, pero en los tiempos modernos parecen estar impregnadas de una ominosa trascendencia para la mente pública (y también para la médica) como presagios de enfermedades mentales o neurológicas graves. Para muchas personas —si no para millones— tener alucinaciones es un horrible secreto que jamás ha de mencionarse, que casi ni uno mismo lo reconoce pero que está lejos de ser algo poco frecuente. La gran mayoría de las alucinaciones son benignas y, ciertamente, en muchas circunstancias son perfectamente normales. Muchos de nosotros las hemos experimentado de vez en cuando, durante un proceso febril o con la monotonía sensorial del desierto o de una carretera vacía, a veces, aparentemente por tristeza.

Muchos de nosotros, mientras estamos tumbados en la cama con los ojos cerrados, esperando a quedarnos dormidos, tenemos las llamadas alucinaciones hipnagógicas —patrones geométricos o caras, a veces paisajes. Dichos patrones o escenas pueden ser muy tenues o ser muy elaborados, con colores brillantes y que cambian rápidamente —la gente suele compararlas con las presentaciones de diapositivas.

Al otro lado del sueño se encuentran las alucinaciones hipnopómpicas que uno ve con los ojos abiertos al despertarse. Estas pueden ser normales (quizás una intensificación de color o alguien que te llama por el nombre) o espeluznantes (sobre todo si se combinan con la parálisis del sueño) —una araña enorme, un pterodáctilo sobre la cama presto al ataque.

Las alucinaciones (visuales, auditivas, olfativas o de otra índole) pueden ir asociadas a la migraña o a ataques, con fiebre o delirio. En los hospitales para enfermos crónicos, en las residencias de ancianos, en las UVI, las alucinaciones son frecuentemente el resultado de la toma de demasiados medicamentos y de las interacciones que se producen entre ellos, agravado por la enfermedad, la ansiedad y un entorno poco familiar.

Pero las alucinaciones también pueden desempeñar un papel reconfortante y positivo —esto es especialmente cierto con las alucinaciones de duelo, en las que se ve la cara o se oye la voz del cónyuge, hermano, padres o hijos difuntos —y posiblemente tenga un importante papel durante el proceso de luto. Dichas alucinaciones de duelo ocurren frecuentemente durante el primer o segundo año del duelo, cuando más se las “necesita”.

Habiendo trabajado en residencias de ancianos durante muchos años, me ha asombrado como muchos ancianos con dificultades auditivas son propensos a las alucinaciones auditivas y, aún más comúnmente, a las musicales —música involuntaria que al principio parece tan real en sus mentes que pueden pensar que se trata de su vecino poniendo el estéreo.

Igualmente, las personas impedidas visualmente pueden empezar a tener extrañas alucinaciones visuales, a veces simples patrones, pero con frecuencia visiones más elaboradas de escenas complejas o de gente normal con vestidos exóticos. Quizás el 20% de las personas que pierden la vista o el oído tienen esas alucinaciones.

Una vez me llamaron para visitar a una paciente, Rosalie, una señora ciega y nonagenaria, cuando empezaba a tener alucinaciones visuales; también se convocó al personal psiquiátrico. A Rosalie le preocupaba que pudiera estar padeciendo un derrame cerebral o enfermando de Alzheimer o reaccionando a algún tipo de medicamento, pero pude tranquilizarla diciendo que no tenía nada de neurológico. Le expliqué que si a las partes visuales del cerebro se les priva de una entrada visual real, estas se quedan con el hambre de la estimulación y puede que se inventen sus propias imágenes. Rosalie se alivió mucho con esto y estaba encantada de saber que hasta había un nombre para su enfermedad: el síndrome de Charles Bonnet. “¡Dígale a las enfermeras —me dijo arrimándose con la silla— que tengo el síndrome de Charles Bonnet!”

Rosalie me preguntó cuánta gente padecía el S.C.B., y le respondí que solo en los Estados Unidos, quizás cientos de miles. Le dije que muchas personas temían mencionar sus alucinaciones. Le hablé de un reciente estudio sobre pacientes ancianos y ciegos que se llevó a cabo en los Países Bajos en el que se halló que solo un cuarto de las personas con S.C.B. lo mencionó a sus médicos — los demás temían hacerlo o les daba demasiada vergüenza. Es solo cuando los médicos preguntan con tacto (frecuentemente evitando la palabra “alucinación”) que las personas se sienten con libertad para admitir que ven cosas que no están ahí —a pesar de su ceguera.

Rosalie estaba indignada con esto y me dijo: “Tiene que escribir sobre ello. ¡Cuente mi historia!” Y sí que cuento su historia con detenimiento en mi libro sobre alucinaciones, junto con historias de otras muchas personas. Muchas de estas personas son reacias a admitir sus alucinaciones. Con frecuencia, cuando lo hacen, se les diagnostica mal o no ni siquiera se les diagnostica nada —se les dice que no es nada o que su enfermedad no tiene explicación.

Equivocarse en el diagnóstico es algo especialmente común cuando las personas admiten que “oyen voces”. En un famoso estudio de 1973 que hizo el psicólogo de Stanford David Rosenhan, ocho “pseudopacientes” se presentaron en varios hospitales del país diciendo que “oían voces”. Todos se comportaban normalmente, pero sin embargo se determinó (y se les trató como a tales) que eran esquizofrénicos (con la excepción de uno a quien se le diagnosticó psicosis maníaco-depresiva). En este estudio y otros que siguieron, el profesor Rosenhan demostró de forma convincente que las alucinaciones auditivas y la esquizofrenia eran sinónimas para la mente médica.

Así como hay muchas personas esquizofrénicas que sí que oyen voces en determinadas ocasiones de su vida, lo inverso no es cierto: la mayoría de la gente que oye voces (tanto como un 10% de la población) no es enferma mental. Para ellas, oír voces es una modo de experiencia normal.

Mis pacientes me cuentan sus alucinaciones porque estoy abierto a oír hablar de ellas, porque me conocen y confían en que normalmente dé con la causa de sus alucinaciones. La mayoría de las veces estas experiencias no resultan una amenaza y, una vez que uno se adapta a ellas, pueden ser incluso ligeramente entretenidas.

David Stewart, un paciente con el síndrome de Charles Bonnet con quien me carteo, escribe que sus alucinaciones son “por lo general agradables” y se imagina a sus ojos diciendo: “Sentimos haberte decepcionado. Reconocemos que la ceguera no es nada divertida, así que hemos organizado este pequeño síndrome, una especie de coda a tu vida con vista. No es mucho, pero es la mejor forma que tenemos de apañarnos.”

El Sr. Stewart ha sido capaz de tomarse sus alucinaciones con humor, dado que sabe que no son una señal de deterioro mental o locura. Para demasiados pacientes, empero, persiste la vergüenza, el secretismo y el estigma.

Oliver Sacks es profesor de neurología en la N.Y.U. School of Medicine y autor de “Hallucinations” (Alucinaciones), su próximo libro.

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4 comments to ¿Ves cosas? ¿Oyes cosas? Muchos de nosotros lo hacemos

  • hola soy susi y queria preguntar a ver si saben por k veo esquemas geometricos.
    ejemplo: si tengo k montar una estanteria en una pared, miro la pared y veo el esquema de como va a ir con esquemas geometricos, o si tengo k montar una tienda de campaña la pongo en el suelo y miro el dibujo de las costuras de la tienda y veo el esquema de como tiene k montarse en cuestion de segundos, o si tengo k hacer algun ejercicio de geometria , lo miro i veo k salen rayas y me dicen como tengo k hacerlo
    las rayar las veo de color naranja palido
    me gustaria k me explicara k es esto, no conozco a nadie k le pase esto y nadie mesabe decir nada
    le pido k por favor me conteste a mi correo susuan4@gmail.com
    me gustaria saber pork es gracias

  • Sofia

    Hola soy Sofía esto me paso desde hace varios años pero no me a dejado tranquila durante toda una semana empezó a ver Un ojo un ojo de persona lo veía en todas partes e incluso partes que no deberían estar ahí primero en las mesas luego en las paredes luego en las nubes ¿Me estaré volviendo loca? E investigado por do quier y no encontré nada no e dejado el tema desde entonces. En las noches me siento en mi cama a pensar que significa si alguien sabe que significa contésteme gracias por su atención

  • Michael Thallium

    Hola, Sofia:
    Gracias por tomarte el tiempo de escribir y compartir tu comentario. Hay situaciones en la vida que pueden “descolocar” mucho a las personas, y ello no significa que se vuelvan locas. ¿Has probado a hablar con tu médico?

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