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Oliver Sacks dice adiós por adelantado

musicophilia-1-194x300Hace un mes, Oliver Sacks creía que tenía buena salud y que estaba fuerte como un roble. A sus 81 años, sigue nadando casi dos kilómetros todos los días. Sin embargo, parece que la suerte ha dejado de acompañarle. Hace unas semanas descubrió que tenía metástasis múltiple en el hígado. Hace nueve años le descubrieron un tumor raro en el ojo. Se trataba de un melanoma ocular. Aunque la radiación y el láser para quitarle el tumor le dejaron ciego de ese ojo, ese tipo de tumores se metastatizan en muy raras ocasiones. Parece que a Oliver Sacks le ha tocado formar parte de ese 2 por ciento de casos desafortunados.

No obstante, Oliver Sacks se siente agradecido por haber disfrutado de nueve años de buena salud y productividad desde que le diagnosticaron el cáncer. Ahora, empero, se encuentra cara a cara frente a la muerte. El cáncer ya ha ocupado una tercera parte del hígado y, aunque avanza lentamente, ese tipo de cáncer no puede pararse.

Es ahora cuando Oliver Sacks tiene que decidir cómo vivir los meses que le quedan. Y parece haber elegido vivir de la forma más rica, profunda y productiva que pueda. Parece que las palabras del filósofo británico David Hume, uno de sus favoritos, le sirven en estos momentos:

“Ahora cuento con una desintegración rápida. Mi enfermedad no me ha hecho padecer mucho dolor; y lo que es aún más extraño, a pesar del gran declive de mi persona, nunca he sufrido ni un momento de abatimiento de ánimo. Tengo el mismo entusiasmo que siempre por el estudio y la misma alegría por la compañía.”

David Hume descubrió que estaba mortalmente enfermo a los 65 años y, en un solo día de 1776, escribió una autobiografía titulada “Mi propia vida” de la que está sacada esta cita.

Oliver Sacks ha tenido la suerte de sobrepasar los 80 años y esos quince años más de los que tuvo Hume han sido igualmente ricos en trabajo y amor. En ese tiempo, Oliver Sacks ha publicado cinco libros y terminado una autobiografía (mucho más larga que la de Hume, obviamente) que se publicará esta primavera. Y parece que también tiene varios libros más casi concluidos.

Hume proseguía: “Soy… un hombre de carácter tranquilo, que controla su temperamento, con un humor abierto, social y alegre, capaz de apegarse, pero poco susceptible a las enemistades, y de gran moderación en todas mis pasiones.”

En este punto, Oliver Sacks se separa de Hume. Si bien ha disfrutado del cariño de las relaciones y amistades y no ha tenido verdaderas enemistades, Oliver Sacks no puede decir que haya sido un hombre de carácter tranquilo. Más bien al contrario, es un hombre de carácter vehemente, con un entusiasmo violento e inmoderación extrema en todas sus pasiones.

Sin embargo, hay una frase de uno de los ensayos de Hume que a Oliver Sacks le llaman la atención poderosamente por ser especialmente cierta: “Es difícil estar más separado de la vida de lo que estoy en este momento”.

Durante los últimos días, Oliver Sacks ha sido capaz de ver su vida desde una gran altitud, como si se tratase de un paisaje, y lo ha hecho con un profundo sentido de conexión entre todas sus partes. Eso no significa que su vida haya terminado.

Al contrario, Oliver Sacks se siente intensamente vivo y espera profundizar en sus relaciones y amistades para despedirse de ellas durante el tiempo que le queda de vida; quiere viajar si las fuerzas se lo permiten, escribir más, lograr nuevos niveles de comprensión e introspección.

Esto conllevará buenas dosis de audacia, claridad y de hablar llanamente. En definitiva, Oliver Sacks quiere saldar cuentas con el mundo, pero también habrá tiempo para la diversión.

En estos momentos, es como si, de repente, su perspectiva de la vida se hubiera vuelto más clara. No hay tiempo para nimiedades, no tiene tiempo para nada que no sea esencial. Debe concentrarse en sí mismo, en su trabajo y en sus amigos. Ya no mirará las noticias todas las noches ni prestará ninguna atención a la política ni a las controversias sobre el calentamiento global.

Y no es que Oliver Sacks se sienta indiferente, sino más bien desapegado -le siguen preocupando el Oriente Próximo, el calentamiento global y el crecimiento de la desigualdad, pero esos ya no son asuntos suyos, pues pertenecen al futuro. A Oliver Sacks le encanta conocer a jóvenes con talento — incluso hasta el que le hizo la biopsia y le diagnosticó la metástasis —, siente que el futuro está en buenas manos.

En los 10 últimos años, Oliver Sacks se ha sido cada vez más consciente de las muertes de sus contemporáneos. Los de su generación está de salida, y cada muerte la ha sentido desgarradora, como si le quitasen una parte de sí. No habrá nadie como ellos cuando desaparezcan, pero tampoco jamás habrá nadie como ninguna otra persona. Cuando las personas mueren, no pueden reemplazarse. Dejan agujeros que no pueden rellenarse, pues el destino — genético y neural — de todo ser humano es ser un individuo único, encontrar su propio camino, vivir su propia vida y morir su propia muerte.

Oliver Sacks no puede esconder ni fingir que no tiene miedo, pero su sentimiento predominante es el de la gratitud; siente que ha amado y que ha sido amado, le han dado mucho y él ha dado algo a cambio; ha leído, viajado y pensado y escrito. Oliver Sacks ha tenido una relación estrecha con el mundo, esa relación especial de los escritores y lectores.

Pero sobre todo, Oliver Sacks ha sido un ser sintiente, un animal pensante, sobre la faz de este planeta al que califica de bello, y eso, por sí mismo, ha sido un enorme privilegio y aventura para él.

Michael Thallium
Global Greatness Coach
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