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Las campanas, el tilín y el tolón

Los hay quienes oyen campanas y no saben dónde. Me refiero a esas personas que entienden mal una cosa o tergiversan una noticia. Yo debo de ser de esas, sobre todo cuando hablo de asuntos del corazón con mujeres. Ciertamente, parece que no he oído campanas, es decir, que carezco del conocimiento de las cosas comunes, en este caso, para las mujeres. Me explico. Hace unos días, hablando al teléfono con una amiga, al preguntarle yo por sus amoríos, ella me respondió con cierto desencanto que no había nadie que le “hiciera tilín”. Conociendo su nivel de exigencia y altas expectativas amorosas, yo le repuse: “Es que a ti, más que hacerte tilín, tienen que hacerte tolón”. ¡Que cada cual interprete lo que le venga en gana!

Sabido es que tilín es la palabra onomatopéyica que se refiere al sonido de la campanilla. Hacer tilín es caer en gracia, lograr aprobación, inspirar afecto. Aunque mi amiga tiene tilín, es decir, gracia y atractivo, ella lo que espera es que un hombre le haga tolón con su majeza, su guapeza y toda su hombría. Cabría esperar que si a la campanilla le corresponde tilín, a la campana le correspondería tolón. Hete aquí que consulto el diccionario de la R.A.E. y define así tolón: “m. And. tolano. U. m. en pl”. Traducción al castellano llano: “sustantivo masculino típico de Andalucía que significa tolano y que se utiliza mayormente en plural”. La definición de la R.A.E me sirve de poco, más teniendo en cuenta que tolano es una enfermedad que padecen las bestias en las encías –quizás por eso se diga que a uno le pican los tolanos cuando tiene hambre?. Por favor, que mi amiga esté tranquila, que no me refiero con eso de que le hagan tolón a que a un hombre le piquen los tolanos y se la coma en un tilín, es decir, en un tris.

Una vez más, recurro al Diccionario del español actual de Manuel Seco y me encuentro con la siguiente definición de tolón: interjección que se usa, normalmente repetida, para imitar el sonido grave de una campana o algo similar. A veces se sustantiva como nombre masculino. Y pone el siguiente ejemplo: Sonaron las campanas: Tolón, tolón. Echemos pues las campanas al vuelo, pues esta es la acepción a la que yo me refiero.

Retomando el asunto de la conversación telefónica con mi amiga, cuando le dije que a ella un hombre no tenía que hacerle tilín sino más bien tolón, me refería a que tendría que ser capaz de hacer sonar las campanas del matrimonio en su vida. No obstante, supongo yo que tan atrevido caballero debiera también ser lo suficientemente apasionado como para que los tolanos le picaran el erotismo de mi bella amiga. Dicho de otro modo, que cuando mi amiga lo requiriera sonando la campanilla, tilín, tilín, el apuesto caballero acudiese raudo, tolón, tolón que me molas un montón.

Michael Thallium

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