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Nota a Ayala

(escrito en noviembre de 2009)

Abro el navegador de la Red de redes, ese explorador de ventanas digitales, y me encuentro de bruces, en Yahoo, con una foto de Francisco Ayala, de perfil y anciano, que me recuerda, no sé por qué, a un entrañable y sabio Don Quijote. Fallece el escritor Francisco Ayala. Figura clave del humanismo y de la literatura hispana del siglo XX. De inmediato, recuerdo que hace poco más de cuatro años, después de haber escuchado una entrevista que le hicieron a Ayala, decidí acercarme al edificio de la Real Academia Española en Madrid con la pretensión de ver y hablar con el escritor cuya Retórica del periodismo y otras retóricas sirvió de inspiración para un trabajo que hice durante el periodo de docencia de un doctorado en comunicación y discurso. Llegué al edificio y entré. Le pregunté a la señorita de turno que guardaba la entrada si era posible hablar con don Francisco. Debió de tomar mis palabras por insolente faramalla y me respondió que no, que no era posible. Entonces yo le dije algo así como que si no le importaba, me gustaría dejarle una nota para que se la diera en mano al insigne académico de la letra Z cuando pudiera. En un trozo de papel manuscribí la rupestre nota a Ayala. Metí el mensaje en un sobre y se lo di en guardia y custodia a la guardiana de la puerta con la esperanza de que algún día llegase a manos de don Francisco. Ignoro si aquella nota alcanzó su destino alguna vez. Sin embargo, tuve la suficiente memoria como para reproducirla horas más tarde, cuando llegué a casa, utilizando el ordenador. En mi disco duro quedó guardada hasta hoy, cuando la he recuperado. Esta fue la nota:

Madrid, 15 de julio de 2005

Apreciado Sr. Ayala:

Disculpe mi atrevimiento. Tengo 33 años. Yaser Arafat ha muerto, el Papa ha muerto… Desearía conocerle en persona antes de que aparezca en la prensa la noticia de su fallecimiento. A mi atrevimiento añada la impertinencia con que le expreso ese deseo.

Me sentiría muy honrado de poder conversar con usted y mantener una pequeña entrevista para contarle mi breve historia y, más enriquecedor, escucharle.

Con respeto y admiración,

Michael Thallium

Aprendiz de escritor

Ahora tengo 37 años. No tuve el honor de conversar con Francisco Ayala ni de enriquecerme escuchándolo. Hoy, martes, 3 de noviembre de 2009, me dirijo a mi entrañable y sabio Don Quijote para disculparme por este segundo atrevimiento mío:

Centenario, Lévi Strauss ha muerto, Francisco Ayala ha muerto… Sr. Ayala, ha aparecido en la prensa la noticia de su fallecimiento. Ignoro si aquel papel manuscrito llegó a sus manos. Sin embargo, me siento muy honrado de vivir con esa incertidumbre hasta el día en que haga balance — centenario, igual que usted, espero — de mis pasos en la tierra.

El secreto con el que se ha marchado no amputa un solo adarme del respeto y admiración que a usted me unen.

Descanse en paz.

Michael Thallium

Aprendiz y “desaprendiz” de todo

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