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Manuel León

Hoy me he despertado con una llamada de teléfono. Era mi amiga Nuria León. Al oír su voz, inmediatamente supe que algo había sucedido. “Mi padre ha muerto”. Es en esos momentos cuando uno siente un intenso diálogo interno y se queda sin palabras, sin saber qué decir ni cómo consolar a quien tienes al otro lado de la línea telefónica. Silencio. Te asaltan los recuerdos. Más silencio. Uno apenas acierta a decir un “lo siento” estúpido. Silencio otra vez… “Regreso a Ronda. Tomo un avión a las tres para Málaga”, me dice. Cuelgo el teléfono. Mi diálogo interno se intensifica. Apenas hace nueve días mantuve mi última conversación telefónica con Manuel, cuando él y su mujer me llamaron para felicitarme por mi cumpleaños. Conversación corta pero profunda e intensa, como todo lo que Manuel hacía.

Manuel León en una intervención durante el seminario en Arriate en febrero de 2010

Manuel León en una intervención durante el seminario en Arriate en febrero de 2010

A Manuel León, cordobés de nacimiento pero rondeño adoptivo, lo conocí a través de las palabras de su hija cuando yo vivía en Andorra, en 2006, pero no fue hasta el pasado invierno que lo conocí en persona cuando su mujer Belén Morales y él me invitaron a dar un seminario sobre coaching en su casa de campo, en Arriate, cerca de Ronda. Cuando llegué a Ronda por primera vez en febrero, me sorprendió la vitalidad de un hombre que, habiendo sufrido numerosas operaciones de corazón, tenía un sentido del humor y una conversación sin desperdicios. Recuerdo que le pedí que me enseñara el taller de joyería del que Nuria me había hablado en nuestras conversaciones andorranas, donde Manuel, años atrás, había creado verdaderas obras de arte. Me mostró el taller con entusiasmo y profunda conversación, porque Manuel era un hombre muy humoroso y sabio. Después, salimos a caminar por las calles de Ronda y recuerdo que le pregunté que cómo se las había apañado para moldear la plata, el oro o el platino y hacer esas figuras tan fantásticas y únicas. Él, con ese tono jocoso pero a la vez profundo que lo caracterizaba, me dijo algo que no se me olvidará: “Cuando tú moldeas el material, tú no estás moldeando el material realmente, te conviertes en ese material, te fundes con él y te moldeas a ti mismo y es entonces, en esa lucha, moldeándote, cuando creas”. Volví a verlo meses más tarde, en abril, cuando volvieron a invitarme para impartir la segunda parte del seminario.

Con Manuel compartí conversaciones de mesa de camilla hasta altas horas de la madrugada. Tenía un peculiar modo de ver la vida y la muerte. Una persona muy vitalista. Un día en el jardín de su casa de campo me contó: “Yo no voy a dejar de hacer cosas por estar enfermo. Cuando me llegue la muerte que me pille donde quiera. Uno no muere, queda la esencia, la sabiduría. ¿Ves este jardín, estos árboles? Cuando el viento sopla y suenan las hojas, te hablan y tú conversas con ellas. ¡Conversas! Tú, yo y todos respiramos el mismo oxígeno de esos árboles, así que somos uno. ¡Escucha!”. Aquel día, por la noche, a solas, me asomé al tajo desde el balcón y escuché.

Jardín 

Manuel León falleció esta mañana temprano, treinta de julio, con la fresca, mientras yo dormía lejos y él regaba el jardín en el que me enseñó a escuchar… ¡y yo pretendía darle a él lecciones de escucha activa! Manolo descansa en paz y que la sabiduría de esta última conversación tuya con tu jardín nos acompañe por muchos años.

P.S.: En la distancia me uno al sentir de su mujer, hijos, nietos, hermanos, familiares y amigos.

Michael Thallium

1 comment to Manuel León

  • Estimado amigo,
    He leido muchas veces tu mensaje y he tardado dos días en saber que decir, pero he entendido cada una de esaas palabras que me han hecho pensr tanto en cuanto perdemos eltiempo en cosas banales y perdemos lo esencialde nuestras vidas, que eso el simple dialogar,y sentir sobre nuestro cuerpo la vos susurrante del viento que venga de donde venga si ponemos atención siempre nos llegaráalgún mensaje.
    No conoci a Manuel León pero simplemente con leer tus palbras es como si hubiese estadocon elmucho tiempo…
    Algún día en nuestro encuentor tambien entenderas que los que estamos enfermos y sabemos que lavida es corta, sacamos de nuestras risas y de nuestras fuerzas las EDZEen africano sal de vida para seguir cosechando amigos con “esencis”.
    Gracias.

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