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Cuatro acuerdos para un juego interior

Hijo, sé impecable con las palabras y no te tomes nada personalmente. Así que no hagas suposiciones y haz siempre lo máximo que puedas. Si tu padre o tu madre te dieran estos cuatro consejos, ¿tú que harías? ¿Harías lo máximo sin suponer nada de antemano y sin tomarte a mal las opiniones de los demás respondiendo impecablemente con la palabra? Esos son los cuatro principios de la filosofía tolteca que Miguel Ruiz recoge en su libro Los cuatro acuerdos. ¿Acordarías contigo seguir esos cuatro principios y ser una persona íntegra? De eso se trata de ser íntegros, estar integrados, unidos con nosotros mismos. Todos llevamos un juez y una víctima dentro de nosotros. El juez nos recuerda constantemente todas esas leyes que debemos cumplir inexorablemente; la víctima obedece y padece las consecuencias de las exigencias de ese juez interior. Entonces aparecen los miedos y las autoexigencias, nuestros peores enemigos.

El poder de la palabra viene de antiguo. Hay una palabra que me fascina: dicha, aquellas palabras que se decían, según el rito pagano, cuando nacía un niño. Auguraban el destino. ¡Qué maravilloso camino el de esta palabra que asociamos con algo más grande que la felicidad! Por eso es tan importante ser impecables con lo que decimos, pues las palabras crean mundos interpretativos, emociones, realidades individuales o colectivas. ¡Empléalas apropiadamente para compartir amor! Sé consciente de las palabras que utilizas para crear mundo mejor alrededor de ti!

Sabiendo que creamos nuestro mundo con palabras, no es difícil deducir que habrá personas que creen mundos negativos, con palabras negativas, que depredan nuestra energía… Así pues, si te tomas personalmente lo que dicen ese tipo de personas, te conviertes en una presa muy fácil para ellas. Devorarás los mismos deshechos emocionales que ellas generan. Si  no te lo tomas personalmente, serás inmune a la basura que menudea por el mundo y dirás lo que piensas sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Podrás amar libremente.

Entonces, no hagas suposiciones, porque al hacerlas, estás perdiéndote la posibilidad de entablar una conversación con otra persona. Si supones lo que piensa, siente o hace, no tendrás nunca las cosas claras. Habrá incertidumbre. La manera más rápida de eliminar toda suposición es preguntando. Pregunta y obtendrás respuestas, no sacarás conclusiones precipitadamente.

Por eso, siempre has de hacer lo máximo que puedas para convertir en hábitos esos tres acuerdos previos y evitar que ese juez interior se adueñe de nosotros cuando caemos. No te conviertas en una víctima. Levántate y, sencillamente, empieza de nuevo.

Esos cuatro acuerdos nos sirven para lograr que el juego interior del que habla Timothy Gallwey en su libro El juego interior del tenis produzca resultados satisfactorios para nuestras vidas. Según Gallwey, tenemos dos “yoes”: el yo n.º 1, el interventor que juzga (el narrador, equivalente al juez) y el yo n.º 2 (el ejecutor, la víctima que padece las exigencias de ese implacable juez). Hemos de procurar silenciar al yo n.º 1 dejando de juzgar para aprender de forma natural. Al dejar de juzgarnos, favorecemos la toma de conciencia del yo n.º 2, el que ejecuta, y comenzamos a tener más confianza en nosotros mismos. ¿Cómo podemos, entonces, conocer mejor al yo n.º 2? Según Gallwey, el yo n.º 2 no aprendió las palabras hasta varios años después de su nacimiento. Así, la lengua materna del yo n.º 2 son las imágenes sensoriales. Los movimientos se aprenden mediante imágenes visuales y sensoriales. La forma de aprender del Juego Interior es retornando a la infancia: aprender como lo hace un niño.

¿Cuál es la manera normal de aprender? En una primera etapa, criticamos o juzgamos el comportamiento pasado. En segundo lugar, nos instamos a cambiar repitiéndonos continuamente órdenes verbales. La tercera etapa es la de esforzarse mucho, obligándonos a hacerlo bien. Y por último, el juicio crítico de los resultados lleva al yo n.º 1 a un círculo vicioso. ¿Cuál es la manera de aprender del Juego Interior?

1)     Observa el comportamiento existente sin juzgarlo.

2)     Visualiza el resultado deseado.

3)     Deja que las cosas sucedan por sí mismas (confía en el yo n.º 2)

4)     Observa los resultados con tranquilidad y sin juzgar para entrar en un proceso continuo de observación y aprendizaje.

Como seres humanos, tenemos un don único: la atención. Somos capaces de centrar nuestra atención en aquello que queremos. Centrando la atención nos volvemos más responsables y conscientes, liberamos el yo n.º 2. Así también somos conscientes de la impecabilidad de la palabra, no nos tomamos nada personalmente (ni siquiera nuestros propios juicios), no hacemos suposiciones y damos lo mejor que tenemos. Y tú, ¿qué das?

Michael Thallium

2 comments to Cuatro acuerdos para un juego interior

  • Jesús

    Michael muy buen trabajo, sensacional. Felicidades.

    Ayer mismo convaleciente aún de la gripe, “supongo”, porque no he ido al médico, pensaba en esto mismo, al ser humano le cuesta mucho esfuerzo prestar atención y “palabrear” bien (ya que hablamos de México). Y es muy importante, si por la falta de comunicación pierdes un trabajo, sólo es un trabajo, pero si pierdes el AMOR… Nos tienen que dar las cosas hechas. ¿Por eso triunfará el iPad? Quizás me lo compre.

    Un abrazo.

  • Norelys

    Me gusta mucho que se incluyan estos conceptos sacados de este libro; muy sencillo y claro; son principios de la Inteligencia Emocional y del Coaching Ontológico que pretende el cambio del que es observado a través del lenguaje y para ello, hay que saber pedir y saber dar, interpretarlo en la acepción de su contexto, de no ser así confirmarlo y hacerlo siempre lo mejor posible…
    Nuestra programación en este sentido requiere la concientización para posteriormente tras ejercitarse hacerlo un hábito; sí fuese así, creo que sería extraordinario educar mejor a nuestros hijos…es el lenguaje y sus connotaciones lo que nos puede ayudar a hacer un mundo mejor.

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