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Mercedes Formica – A instancia de parte

Mercedes Formica - A instancia de parte«A instancia de parte» es una locución jurídica que se refiere al principio por el cual el inicio de un proceso judicial o de la práctica de pruebas se supedita a que una de las partes lo inste. Mercedes Formica (1913-2002) fue abogada y eso se reflejó en los ensayos y novelas que escribió. De hecho, una novela suya que en principio iba a haberse titulado El miedo —haciendo referencia al miedo de la mujer española frente a su indefensión en el Código Penal de la primera mitad del siglo XX— terminó por llamarse A instancia de parte. Fue publicada en 1955 en Ediciones CID. En esta novela, Mercedes Formica aborda el delito del adulterio que en aquellos años era privado y no público, con lo cual el proceso no lo incoaba el Estado, sino la parte ofendida, es decir, el delito se juzgaba «a instancia de parte».

La historia de la literatura está plagada de escritores preteridos: unos porque su obra no pasa la prueba del tiempo y no merece la atención del público, otros porque las circunstancias en que vivieron hicieron que su obra pasara inadvertida… El caso de Mercedes Formica es el claro ejemplo de una escritora que pasa injustamente inadvertida por cuestiones más políticas que literarias. Pertenece al grupo de escritores cuyo reconocimiento, si alguna vez llega, solo se obtiene después de muerto.

Por eso es de agradecer el esfuerzo que ha hecho la Editorial Renacimiento para rescatar la obra literaria de Mercedes Formica. Quienes lo deseen, ahora pueden disfrutar de la novela A instancia de parte en un volumen de la colección de narrativa Espuela de plata en una edición de Miguel Soler Gallo. La novela viene acompañada por otras obras de Mercedes Formica que abordan el tema del divorcio y las consecuencias que este tiene para los hijos: Bodoque, una novela corta y el cuento La mano de la niña. Este volumen se complementa con un apéndice documental con cinco artículos escritos por Mercedes Formica a lo largo de su vida.

Una última curiosidad, el retrato de la bella mujer que aparece en la portada del libro no es el de Mercedes Formica —quien también fue muy bella—, sino el de la actriz británica Gladys Cooper pintado por el irlandés William Orpen en 1924.

Michael Thallium

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