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Del Ártico, La Quinta y la escucha


Michael Thallium in Nordaustlandet, 2014

Michael Thallium en Nordaustlandet, 2014

Llevaba tiempo dándole vueltas a qué artículo escribir después de casi seis meses de inactividad en este blog. Muchas cosas han sucedido. Después de mi corta estancia en Letonia para conseguir unos certificados de navegación, ocasión que aproveché para conocer al compositor Rihards Dubra, me embarqué en un proyecto de cuatro meses, desde finales de mayo hasta finales de septiembre de 2014, abordo de un buque de expediciones por el Ártico. Ello me sirvió para conocer una región del planeta que desconocía hasta entonces. Cuatro meses y 12 expediciones principalmente alrededor de Svalbard, aunque durante el último mes navegamos por Groenlandia nororiental e Islandia. Esa experiencia también me sirvió para comprender que uno no siempre logra el éxito en los proyectos que emprende y que hay que estar preparado para afrontar y aceptar los resultados adversos y no esperados. Y, desde luego, si hay algo con lo que me quedo de esos cuatro meses son las personas con las que compartí tiempo y conversación.

De vuelta en España, pasé unas semanas adaptándome a otra realidad bien distinta. Me ha costado volver a acostumbrarme al ruido, tanto al del sonido como —éste aún más pernicioso— al mediático. De hecho, creo que aún no me he acostumbrado.

Gracias a Marián, de Ars Antiqua, descubrí una tienda de música, discos  —¡sí como lo oís!— libros y eventos, en pleno centro de Madrid que se llama La Quinta de Mahler (LQM), lugar en el que se organizan muchas actividades y que se ha convertido en un punto de encuentro para mí. Por cierto, os recomiendo que la visitéis si andáis por Madrid: Juan Lucas y José os atenderán la mar de bien.

En estos casi dos meses desde mi regreso, también tuve la oportunidad de visitar al compositor y amigo Ananda Sukarlan en Cantabria, quien estaba terminando de componer su ópera “Clara” que será estrenada en Yacarta el 14 de diciembre de 2014.

A veces me resulta difícil explicar a qué me dedico, pues la mayoría de personas creen que la música solo sirve para escucharla de fondo, bailarla o entretenerse. Yo me sirvo de la música para hacer otras cosas que, aparentemente, no tienen nada que ver con ella: enseñanza de idiomas, liderazgo, comunicación, trabajo en equipo… Escuchar música con todos los sentidos potencia la escucha empática a las personas. Ya os contaré el resultado hasta el momento del experimento que comencé ya hace más de un año y sobre el que escribí en esta blog: De mis escuchas (Parte 1).

Lo objetivo es eterno e inquebrantable; lo subjetivo va cambiando según las circunstancias y procesos del crecimiento interior. Os deseo que esas circunstancias y procesos influyan positivamente en vuestras realidades.

Michael Thallium
Global Greatness Coach
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