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¿Perjudica a tu carrera la falta de habilidad para escuchar? ¿Y a tu vida?

Leyendo a Keith Ferrazzi comprendí aquello de “nunca comas solo”: crear un círculo de relaciones auténticas y cuidarlo con esmero. Como casi siempre estamos ajetreados, parece que nunca tenemos tiempo de cultivar las relaciones auténticas. Para vivir hay que comer, y comer comemos todos. Yo mañana como con un amigo, no como solo. Así que al alimento del condumio, le añado la nutrición de una buena amistad.

Sin embargo, para cultivar las relaciones auténticas es vital algo que solemos obviar: escuchar, pero escuchar bien, activamente. No escuchar bien es de personas maleducadas, groseras. Me da igual si estás hablando con el Papa o con el barrendero. Si no escuchas, lo que estás diciendo a gritos es: “oye, mira, me importa un pimiento lo que me estás contando”.  

Si quieres ser un maestro en el arte de las relaciones, tu trabajo consiste en que te importen los demás, es decir, en escuchar.  ¿Estás preparado para evaluar si escuchas bien? El Dr. Mark Goulston establece cuatro categorías de escucha, las cuatro “erres”: remota, reactiva, responsable y receptiva. 

La escucha remota es justo como suena: remota, distante. Es el tipo de escucha que haces cuando estás pendiente de otros asuntos, como escribir un mensaje con el móvil. Es posible que repitas como un loro lo que digo, pero no me prestas atención realmente. Tu mente está en alguna otra parte y corres el riesgo de hacerme sentir que no me haces caso, que lo que te digo no significa nada para ti. Es como hablar por encima de las palabras de alguien en una conversación ?pero en este caso, también escuchas por encima  de esas palabras.

En la escucha reactiva, pones un poco más de atención que en la remota, pero aún no estás atento por completo. Si te pregunto algo, respondes con una respuesta inmediata, pero sin pensar mucho. Me has oído, pero realmente no reflexionas sobre lo que digo. La escucha reactiva le quita valor a nuestra conversación.

Te comprometes con la escucha responsable cuando no solo reaccionas a lo que digo, sino que respondes con una mayor acción o elaboración. La escucha responsable es la base de toda buena conversación. Es el equivalente de hablar “con” alguien, en contraposición a hablar “a” o “sobre” alguien.

La escucha receptiva es la forma de escucha más profunda. La escucha con la que me haces saber que empatas completamente con lo que digo y que procuras sentir lo que siento. Este es el nivel de escucha que todos queremos lograr en coaching, esa escucha empática. La escucha receptiva conlleva generosidad y respeto.

Los maestros de las relaciones tendrían que pasar la mayor parte del tiempo escuchando de forma responsable y receptiva. ¿Te parece que no tienes tiempo suficiente para ser responsable y receptivo? Si es así, entonces a) considera tener la conversación más tarde, b) explicar la situación y pedirle a la persona que te pormenorice dicha situación o c) darte cuenta de cuánto tiempo te ahorrarás a largo plazo si escuchas atentamente la primera vez y ejercitas algo de paciencia.

Bueeeeno, vaaale. Lo reconozco. En mi vida me han achacado muchas veces que no escucho. Por eso, siempre pido a quienes me rodean que me digan cuando creen que no les escucho. Es algo que aprecio porque me brinda la oportunidad de corregir inmediatamente mi comportamiento y predicar con el ejemplo.

¿Hay alguien que últimamente te haya dicho que no lo escuchas? ¿Cuál fue tu reacción? ¿Te ha perjudicado en tu carrera, en tu vida?

Michael Thallium

¡Qué bárbaro!

(escrito en junio de 2005)

El vocablo foráneo parece estar en desuso. Ahora hay una palabra que está de moda: extranjero. De ella probablemente derivan los sustantivos extranjerismo, extranjería y extranjerización, el adjetivo extranjerizante y el verbo extranjerizar[1]. Incluso hay otra palabrilla que se unió hace más de un siglo a la preposición de para formar una locución que hoy significa “ocultamente o a escondidas”: de extranjis[2]. Y es precisamente así, de extranjis, como se nos cuelan muchos términos del inglés a los que se conoce como anglicismos[3]. ¿Se deberá el predominio de “extranjero” sobre “foráneo” al inglés, pues stranger extranjero es? Lo ignoro y tampoco es que sea relevante.

También recupero de mi memoria olvidadiza el adjetivo forastero¸ aunque solo sea por añoranza infantil. Así era como nos llamaban en el pueblo de mi padre —un pueblito de la provincia de Zamora— a quienes llegábamos de la ciudad para pasar las vacaciones. “¡Mira los forasteros!”, decían. Nosotros forasteros, ellos pueblerinos, paletos, catetos. Así es la tiranía de los que viven en la ciudad, quienes al forastero llaman “paleto”. Ahora, a las grandes ciudades vienen menos paletos y muchos más extranjeros. Ahora no se dice forastero, sino extranjero; y a los extranjeros pobres, se les llama inmigrantes. Y esos inmigrantes son el resultado de la mundialización que experimentan los pueblos del globo terráqueo, al que los estadounidenses globalizan y al que algunos hispanos quieren mundializar. Quizás, la Tierra algún día no sea más que un planeta poblado de pueblerinos mundializados.

Sea como fuere, en este proceso de mundialización, los medios de comunicación son indispensables. En la Red están atrapados millones de datos: información de todo tipo a la que tenemos acceso de modo inmediato. Los conceptos de lentitud y rapidez han cambiado notablemente: nos quejamos de los segundos que se demora la obtención de información en la pantalla del ordenador, mientras que no hace mucho la obtención de dicha información hubiera tardado semanas o meses. ¡Ay, ese invento tan embrujador que es nuestra Enredadísima!

Hay palabras foráneas que no se cuelan de extranjis, sino que las hemos pedido prestadas al generoso Banco del Inglés. Muchas de ellas, a pesar de ser préstamos jamás las devolvemos al idioma de que vinieron[4]. A veces, se distingue entre “préstamo” y “extranjerismo”. El extranjerismo es la palabra aceptada tal como es en la lengua de donde procede, sin adaptación de ninguna clase. Según esta idea, el préstamo es un extranjerismo naturalizado, algo así como el hijo del inmigrante, que nace en un país distinto al de su progenitor y, por consiguiente, se adapta a su nuevo entorno. Otras veces, como somos perezosos, “calcamos” las palabras del inglés y decimos balompié —nombre que supervive casi de modo exclusivo en el nombre del Real Betis Balompié— en lugar de football (inmigrante). Sin embargo, el que sale triunfador del proceso de adaptación es, en realidad, el hijo del inmigrante: el fútbol.

Dado que la Enredadísima fue un invento de los EE. UU., no es de extrañar que casi todo lo que en ella se enreda tenga cierto corte inglés-estadounidense. La prensa digital está plagada de ejemplos de este proceso inmigratorio verbal, de esa mundialización —perdón, globalización[5]—, de ese tráfico internacional de palabras.

Fernando Lázaro Carreter, dedicó muchos de sus “dardos en la palabra” al abuso de palabras foráneas, anglicismos, en la prensa escrita y en la televisión. La mayoría de sus críticas se centraban, debido a la época que le tocó vivir —menos digital y más analógica—, en la prensa escrita. No abordó tan profusamente la prensa digital. No obstante, en cuanto a las palabras se refiere, no hay mucha diferencia entre prensa escrita en papel y prensa digital. Las noticias provienen de las mismas agencias, con independencia del medio en que se publiquen.

Ahora ya no se escriben cartas a los periódicos sino que se contacta con ellos. Contáctenos (del ingles, contact us), es su imperativo para atraer clientela. Curiosamente, algunos periódicos de America Latina, muy acertadamente a mi parecer, emplean la forma Escríbanos, pues es eso en realidad lo que se hace desde el terminal de nuestros puestos de trabajo. La prensa en español, tanto de América como de España, está sin duda influida por el inglés[6]. No hay más que entrar en alguno de los diarios que aparecen en la Red para comprobarlo. Hagamos ese experimento.

Estoy sentado delante del ordenador. Con el ratón (del inglés mouse) me voy a Favoritos (del inglés favorite), donde tengo guardadas mis direcciones preferidas[7]. Me introduzco en la carpeta “Prensa”, y selecciono, por ejemplo, el diario digital Abc. En apenas unos segundos aparece la página de Abc. Siempre aparece ese Cont@cte en el que hay que entrar si uno quiere comunicarse con el periódico. Me pregunto por qué no se dirá Escrib@, pues eso es realmente lo que se hace, utilizar una dirección de correo electrónico para escribir lo que hasta hace poco se hacía por carta. Continúo mi viaje virtual por el periódico y selecciono la opción Tecnología. De inmediato, me transporto a otra página del periódico en la que aparece el siguiente mensaje publicitario: “¿Buscas casa? A un click de tu casa. www.tucasa.com”. Se trata de un banner¸ un bando publicitario que intenta seducir a quienes busquen casa. Leo alguna noticia tecnológica: “Nuevo gusano-troyano que amenaza las cuentas bancarias”. Ese gusano troyano, no tiene nada que ver con Grecia ni con los insectos. Ese bichejo que invade las cuentas bancarias es en inglés un worm un trojan, un virus, vamos. Otro titular: “Espionaje industrial en Israel a través de troyanos”. Me imagino que si mi abuelo, muerto hace más de veinte años, levantara la cabeza, no entendería nada de las noticias. Quién entendería que “un sofisticado virus en Internet, un híbrido entre gusano y troyano, ha sido detectado[8] en España con capacidad para poner en peligro la privacidad de los usuarios de la Red y amenazar sus cuentas bancarias, según ha informado Panda Software.” El virus puede ser utilizado para robar información confidencial de cualquier tipo, como pueden ser los datos de cuentas bancarias, datos Prosigo con la lectura de algunos titulares: “Steven Clift, gurú de la eDemocracia, presentará en San Sebastián las últimas experiencias en este campo”; “Un tercio de los internautas utiliza chats de forma habitual”.

Cambio de periódico. En cuestión de segundos tengo ante mis ojos la portada de El País digital. Aparece un artículo titulado “Atrapados en la tecnología”. Me río: ¿nosotros, atrapados? Como para leer la mayoría de artículos publicados en El País digital hay que pagar una suscripción, regreso a Favoritos y “pincho en” La Razón: “Hoy en l@ Red… Detectan un nuevo gusano”. Paso a la sección Internacional. Allí el “primer ministro[9]” inglés Blair declara: “Debemos decidir cómo nos enfrentamos a la globalización y al cambio tecnológico y cómo nos aseguramos de que la economía europea es fuerte y próspera ante estos retos.” Entonces me asalta una duda: ¿hubiera sido capaz Tony Blair, si hablara español, de decir eso mismo y utilizar las mismas palabras? A lo mejor hubiera dicho esto otro: “Debemos decidir el modo de afrontar la mundialización y el cambio tecnológico así como asegurarnos de que la economía europea sea fuerte y próspera ante estos retos”. Parece que cuando se traducen las declaraciones de personajes de habla inglesa, el subjuntivo desaparece en la versión española.

En El mundo digital, Timothy Blading, director general de la Asociación Mundial de Periódicos[10], dice que “han sido 12 meses positivos para la industria periodística global”. Habría que saber si se refiere a la prensa mundial o a la industria periodística global, a su conjunto, en los EE. UU. Obviamente, perdónenme la malicia, se refiere a los periódicos del mundo, del planeta Tierra, o de lo que los estadounidenses consideren prensa mundial.

 


[1] Diccionario abreviado del español actual.

[2] De extranjis aparece en el diccionario de la RAE de 1884 equiparándola a la locución de extranjía, es decir, del extranjero, de fuera.

[3] A veces me pregunto por qué las palabras son tan caprichosas. ¿Por qué se dice anglicismo y no inglesismo? Que le pregunten al genio de la lengua de Alex Grijelmo.

[4] Américo Castro propuso para sustituir el término “préstamo” el de “adopción lingüística”, basándose en que lo prestado es algo que se piensa devolver, mientras que una lengua, cuando toma un elemento de otra, se lo apropia y no lo devuelve. Valentín García Yebra lo recoge así en Teoría y práctica de la traducción.

[5] En inglés estadounidense, globalization.

[6] Existe un interesante trabajo de Francisco y Victoria Gimeno Menéndez sobre el desplazamiento del español por el inglés en la prensa escrita, y que se puede encontrar en la Red: http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01350586444460492088802/009710.pdf?incr=1

[7] No tengo ninguna duda de que Favoritos son Preferidos.

[8] ¿Será que en inglés ese tipo de virus have been detected? ¡Ay, la pasiva!

[9] En inglés, Prime Minister.

[10] WAN, World Association of Newspapers.

Los mensajes enredados

(escrito en junio de 2005) 

Algunas personas hablan de “prensa digital”, otras de “periódicos en línea” o “diarios on line”. En definitiva, todos se refieren a lo mismo, a ese tipo de prensa que cada día cuenta con más seguidores en la Internet, en la Red, esa red de redes[1], a la que yo me refiero en algunas ocasiones como la Enredadísima[2]. Permítaseme esta pequeña licencia, porque si la prensa está “en línea[3]”, si está “en la Red” y esa Red es inmensa, ¿no resulta apropiado referirse a ella como prensa enredada en la enredadísima Red? Además, “enredando” con las palabras, me permito jugar con la ambigüedad de la expresión prensa enredada: ¿enredada porque está en línea, porque está manipulada o porque está hecha un lío? Vayamos por partes.

Actualmente, cualquier periódico que se precie de cierta reputación, no tiene más remedio que enredarse, es decir, aparecer en la Red. Ello conlleva un cambio en cuanto a la presentación de las noticias. Si nos atenemos a la máxima de que “el medio es el mensaje”, no es de extrañar que los diarios enredados vayan adoptando unas características comunes y nuevas[4]: brevedad y sencillez, exclusión de determinados géneros como las entrevistas o los reportajes, profusión de la infografía animada, los cuadros y las estadísticas; las noticias se interrelacionan mediante los enlaces informáticos, lo cual favorece el “picoteo” en distintos espacios; incluso interviene el sonido y el vídeo… Otra característica, a la par que ventaja de este tipo de prensa en comparación con la prensa tradicional, es la inmediatez de las noticias. Efectivamente, en la Red, las noticias aparecen “al momento”[5]. Esta ventaja puede ser, a la postre, un inconveniente, porque hace más difícil el contraste informativo. Abunda el dato, pero la documentación está poco depurada.

Creo que el meollo de la cuestión no está tanto en el medio, en este caso la Enredadísima, como en el país en que esta se enredó: EE.UU., cuya lengua oficial es el inglés. Es posible que el léxico e incluso la sintaxis de los periódicos enredados adopte nuevas formas. Les recuerdo que la publicidad (el sustento del periódico) tiene su mayor mercado en los EE.UU.[6] Sin embargo, no me atrevería a decir que el cambio léxico y sintáctico es exclusivo de la prensa enredada, también lo es de la prensa tradicional y, en general, de todos los medios de comunicación. No nos olvidemos de que los avances técnicos y científicos se hacen, mayoritariamente, en inglés y sabido es que la traducción científica y técnica es un coladero de neologismos[7]. En definitiva, lo que quiero decir, para que me entiendan, es que si el mundo se observa y analiza en y desde el inglés, es normal que la traducción de esa observación y ese análisis a otras lenguas tenga el corte inglés… y no me refiero al nombre de los grandes almacenes. En lingüística ocurre algo parecido. La mayor parte de las teorías lingüísticas actuales se fabrican en inglés. Tuve oportunidad de hablar de ello con el profesor Enrique Bernárdez con motivo de una conferencia sobre el origen del lenguaje que tuvo lugar en la Universidad Rey Juan Carlos I. Al terminar su exposición le pregunté en qué medida influye el inglés en las teorías lingüísticas actuales y en la concepción del mundo. Su respuesta fue tajante. La influencia es total, hasta el punto de considerarse “anomalías” lingüísticas lo que, en realidad, son “normalías” en la mayoría de lenguas. Pero, en fin, ese es otro asunto del que no me ocupo ahora.

Actualmente, en ese baile léxico y sintáctico —que ya digo, no es exclusivo de la prensa digital—, las “herramientas”, aunque no sean de hierro, se imponen sobre las “funciones”, los “medios” o los “sistemas”. Ahora todo son “soluciones” en detrimento de otras palabras como “aparatos”, “remedios” o, si me apuran, “productos”. “Verificar” o “comprobar” son verbos que se han quedado obsoletos[8] frente al moderno “chequear”. Las “urgencias” son “emergencias”. La “ayuda” o la “asistencia técnica” es un “soporte”. Lo “optativo” se convierte en “opcional”. No se “supervisa”, sino que se “monitoriza”. Ya no se “infringen” o “conculcan” las leyes, sino que se “violan”. Ahora hay que ser respetuosos con las mujeres y hay que duplicar el género[9]: los proveedores y las proveedoras, los animales y las animales. Las personas ya no pasan “inadvertidas” sino “desapercibidas”, o mejor aún, low profile. El “delincuente” es un “criminal” y todo es “criminalidad”. Otro de los fenómenos interesantes es la supresión de los ordinales: veinte cumpleaños, cien aniversario… Las “instituciones benéficas” o “caritativas” han desaparecido del mapa; lo benéfico, lo no lucrativo, lo filantrópico no vende[10]. Ahora a todo eso se le llama onegé (ONG), independientemente de que una organización no gubernamental sea también una multinacional o un club de baile.

 


[1] Superlativo hebreo, como el cantar de los cantares.

[2] Alex Grijelmo propuso sin éxito la palabra “amigovio” para referirse a esa persona que no es tanto como un novio, pero sí más que un amigo. Igualmente sin éxito José Antonio Marina propuso hace años el término “estoicón” para referirse a lo mismo: “estoy con” Fulanito, “estoy con” Menganita.. Así, si tan insignes personas no tuvieron la sanción del uso popular, menos voy a tenerla yo con la introducción de Enredadísima para referirme a la Internet.

[3] Anglicismo, proveniente de on line.

[4] El genio de la lengua, en el capítulo XV.

[5] Ahora parece que lo que hasta hace poco se veía u oía al momento, instantáneamente o en directo, debido a la influencia del inglés, ahora se ve en tiempo real.

[6] Según un reciente informe de la Asociación Mundial de Periódicos: “Los beneficios globales por la publicidad en los periódicos experimentó su mayor crecimiento en los últimos cinco años, situándose en 5,3%, frente a la subida del 2% en 2003. Los beneficios por publicidad en los periódicos estadounidenses -de lejos, el mayor mercado del mundo- creció un 3,93% en 2004.” Datos aparecidos en El Mundo digital, martes 31 de mayo de 2005.

[7] Considero neologismo a los términos nuevos, independientemente de que sean anglicismos, barbarismos, calcos, falsos amigos… Jean Maillot, en su obra La traducción científica y técnica, hace una reflexión muy interesante sobre una disciplina que se ha despreciado, pues durante muchos años se consideró que el estilo en este tipo de traducciones era algo secundario.

[8] Fernando Lázaro Carrter dedicó algunos de sus dardos a las palabras obsoleto, obsolescencia, obsolescente. Léase El dardo en la palabra.

[9] Me refiero, naturalmente, al género gramatical, porque el otro “género”, el de la “violencia de género”, es otra prueba de lo que nos luce el pelo cuando traducimos del inglés.

[10] He aquí otra contaminación inglesa del verbo “vender”: en español algo “se vende” bien o mal.

Tú puedes ganar dinero en Bolsa

(texto escrito por Jesús Iglesias Valverde, químico e inversor)

Dentro de las posibilidades que te da la vida para ganar dinero, aparte de un sueldo o ingresos por cuenta propia, están los juegos de azar, donde casi todo el mundo pierde el 100 % de lo que destina a estos o las buenas herencias, que casi nunca están ahí. Pues hay un método del que casi todas las personas han oído hablar pero que por pensar que es algo para ricos o por creer que es algo muy difícil, o simplemente por pereza, nadie hace caso. Me refiero a hacer inversiones en Bolsa, a gestionar tu patrimonio tú mismo. Para esto no hay que estudiar ninguna carrera universitaria, solo es necesario poner interés.

En España existen varios mercados organizados cada uno de ellos constituidos por una determinada cantidad de acciones de muy variadas empresas. Las acciones se agrupan en índices. Hay índices generales y de sectores específicos. En general, se habla del Mercado Continuo español para simplificar, y el IBEX 35 es el índice más conocido por todos.

Es clave diferenciar la revalorización de los Índices de la revalorización de cada uno de los valores individuales que componen un determinado índice bursátil. Aunque escuches o leas en cualquier medio de comunicación, radio, TV, Internet, prensa,… que el IBEX ha caído un – 1 % tú has podido ganar + 3 % en un valor determinado en el que estás posicionado.

Para empezar a invertir en Bolsa hay que abrir una cuenta de valores en un broker que cobre bajas comisiones en la operativa. Nunca hay que invertir a través de un banco o caja de ahorro comercial o tradicional que todos conocemos, aunque el director de la sucursal sea un gran amigo o un familiar, porque las ganancias van a menguar mucho después de que nos descuenten las comisiones.

Cuando se empieza a invertir en Bolsa sin una experiencia previa no es malo escuchar la opinión de “expertos”, que hay miles, en las cadenas de televisión, emisoras de radio, periódicos, revistas, páginas web, etc., dedicadas al asunto, en las que cientos de “expertos” analizan todo tipo de índices, acciones y demás de los mercados nacionales e internacionales.

Este método es bueno para darse cuenta de que un mismo valor es recomendado y no recomendado al mismo tiempo, por lo que al final irás aprendiendo a hacer tus propios análisis, ya sean análisis técnicos, fundamentales o de cualquier otro tipo, y tomar tus propias decisiones. Siempre tienes que invertir en función de tu experiencia y análisis que realices.

Tampoco hagas caso a los comerciales de los bancos o cajas de ahorro conocidos por todos, aunque sea el director del banco. Dicho sea de paso, la gente habla del director del banco como si fuese realmente ese su puesto, cuando solamente es el director de una sucursal y nada más. Además está presionado por sus superiores para captar clientes y capital, y convencer, engañar o persuadir a sus clientes a que contraten un nuevo producto financiero que será la bomba y que tras el primer año, sino antes, te das cuenta de que con él no ganas nada de dinero.

La inmensa mayoría de trabajadores de un banco no tienen ni idea de invertir en Bolsa y ganar mucho dinero, sino no estarían trabajando donde están. De hecho no saben invertir en Bolsa ni tan siquiera para ganar algo de dinero que dé para pagar las vacaciones de verano, que para comenzar no está nada mal. Generalmente dirán que por tal causa o tal hecho ahora pierdes el 15 % de tu inversión, o el 30 % o el 60 %, pero que a la larga siempre se gana. Es mentira, en el mercado español, por poner un ejemplo, hace años había acciones, que ya no existen, ya no cotizan y, si perdías el 80 % en ese valor, al dejar de cotizar lo has perdido. Eras “dueño” de una empresa, porque tenías un porcentaje de su capital al ser accionista de la misma, y como la empresa ha cerrado pues lo pierdes, así de fácil.

Lo primero que tienes que saber es que en la Bolsa se puede ganar dinero cuando la Bolsa sube y cuando la Bolsa baja. Lo importante es ir con la tendencia del mercado, si el mercado está subiendo tú tienes que estar largo (que es lo mismo que estar “comprado”, o sea, comprar) para ganar dinero porque si estás corto (que es lo mismo que estar “vendido”, o sea, vender) lo perderás todo.

Es un argot con el que pronto te familiarizarás. No se debe confundir “estar largo” con invertir a largo plazo ni “estar corto” con invertir a corto plazo. Parece un poco complicado pero leyéndolo con detenimiento se aclaran los conceptos. Se puede “estar largo” a corto plazo o “estar corto” a largo plazo.

Si el mercado está bajista, se debe estar corto o fuera del mercado hasta que de nuevo dé señales de compra si comprar es la única manera con la que uno se siente cómodo invirtiendo.

Como se puede ganar dinero cuando el mercado baja y cuando el mercado sube, hay que operar a través de casas de valores que permitan esta operativa si queremos operar en ambos casos. Para ello tendremos que firmar un contrato de 20 páginas y esperar a que nos den de alta en la web y hacer un ingreso.

Para comenzar es recomendable hacerlo solo al contado o con los CFD (contratos por diferencia). Si se abre una cuenta para invertir sólo al contado, sólo se podrá “estar largo” y sólo se podrá ganar dinero cuando la Bolsa sube. Esta operativa consiste en comprar acciones de una empresa como tanta gente ha hecho en algún momento de su vida. Una operativa con apalancamiento, te permitirá ganar dinero tanto si hay subidas o bajadas y siempre que estés en la tendencia o lado bueno. Ejemplo de estos productos son los CFD, Opciones, Futuros, Warrants,… Con los CFD podrás utilizar una parte de tu dinero en invertir y el broker te presta mucho más para disponer de más dinero

No invertiremos de momento en Fondos de Inversión, ni ETF, ni Fondos Garantizados, etc. Con estos productos, a no ser que se disponga de un elevado capital, pueden transcurrir 9 meses y haber ganado + 1,5 % solamente, y eso puede ganarse en un solo día en la Bolsa seleccionando bien un valor y teniendo algo de suerte, porque nunca seremos infalibles. El mercado es soberano, no sé si está manipulado por una mano oculta, pero si va contra tu posición, no podrás hacer nada, únicamente cerrar esa posición si lo ves muy negro o esperar si confías en que la decisión que tomaste en su momento de invertir en un determinado valor, fruto de un detallado análisis, es buena.

No hay que obsesionarse con abrir una cuenta de valores y pensar en ganar dinero a los 2 meses, todo depende de la experiencia que se tenga con el producto con el que se va a trabajar y de las oportunidades que dé el mercado. Lo  más importante es aprender y después comenzar poco a poco. No hay que tener prisa en ganar dinero; la Bolsa nunca cierra (solo 4 o 6 días al año) y, además, no hay que estar en condiciones físicas excelentes, ni dedicar 14 horas al día, ni hacerse 200 Km, para abrir o cerrar una posición. Lo puede hacer un adulto joven tanto como un adulto menos joven.

Lo único necesario para ganar dinero en los mercados organizados es abrir una cuenta de valores, ingresar una parte de tu capital, aprender a hacer análisis, tener claro en qué mercado operar y tener una conexión a Internet y un número de teléfono de tu broker o casa de valores para preguntar las dudas que tengas de la operativa o para dar las órdenes si la conexión a Internet dejase de funcionar.

Elegir el tipo de análisis es cosa tuya, incluso puedes invertir en función del horóscopo si el método te va bien, pero yo recomiendo el análisis técnico, que es sencillo aunque luego lo puedes ir complicando más para afinar en la operativa. Después, los hechos suceden cuando el mercado quiere, nunca podrás dominar el espacio temporal.

Muchas veces se gana dinero sin tener muy claro si tu método funciona y la respuesta a “¿por qué gano dinero?” es clara: ganas dinero porque tu posición va a favor de mercado. Me explico. Si estás comprado en un valor y este valor no hace más que subir ganarás dinero. Así de fácil. Si un valor cae semana tras semana y tú estás comprado perderás dinero, aunque estés convencido de que el análisis que has realizado es bueno. Tendrás que decidir si cerrar esa posición “fallida” o continuar viendo como disminuye tu inversión. 

Por eso es muy importante reflexionar y estar concentrado antes de abrir una posición y después de cerrarla, ya sea ganadora o perdedora. Además no existe ningún método con el que siempre se gane dinero, algunas veces tendrás que asumir pérdidas porque fallarás en tus inversiones. Por eso, tienen que ser de la menor cuantía posible. Para ello debes tener una estrategia, tener un método (que siempre hay que intentar mejorar), un objetivo y, sobretodo, conocimiento.

Como decía antes, ya que la Bolsa no cierra casi nunca, puedes invertir solamente 4 meses al año, o estar 2 años con una continuidad más o menos constante, después puedes tomarte 6 meses o 1 año sabático para despejar la mente, descansar o realizar otra actividad profesional o de ocio. Tras el periodo de descanso volverás a operar con una experiencia que nadie te va a quitar y de la que vas a sacar buen provecho.

Manuales de análisis técnico hay infinidad en Internet, y de unos años a esta parte se han escrito en español muchos libros para aprender a invertir en Bolsa, con todo tipo de títulos llamativos. Tampoco hace falta comprarse libros de este tipo al principio: se puede ir a la biblioteca pública más cercana y cogerlos prestados gratuitamente.

De lo que hay poco escrito es sobre el desgaste psicológico que produce enfrentarse uno solo a esta actividad. Por ello es necesario completar el aprendizaje teórico sobre los mercados con pinceladas de textos de psicología, inteligencia emocional, gestión del estrés y el miedo, etc. Hay que conocerse uno mismo antes de comenzar a invertir en Bolsa igual que hay que conocerse bien uno mismo antes de comenzar a realizar cualquier actividad nueva en la vida que te puede llevar a perder dinero e incluso la salud.

Si además puedes hablar sobre Bolsa con alguien cercano, familiar, amigo o compañero de trabajo, te liberará de muchos pensamientos bloqueadores. Hay Clubs de inversión que se reúnen con cierta periodicidad para tratar de Bolsa y donde uno puede aprender y enseñar muchas cosas. Tú puedes animarte a crear con tus conocidos el tuyo propio.

No hablo de los blogs, porque existen miles y si se dedica mucho tiempo a visitarlos este es un tiempo que no utilizas para lo que realmente es importante, el análisis, la operativa y la toma de decisiones que uno mismo, de manera particular, tiene que hacer.

Solamente me queda desearte suerte y agradecerte el tiempo que has dedicado a leer estas líneas. Espero que te sirvan para dar el primer paso en la gestión e incremento de tu patrimonio. Te aseguro que es mucho más apasionante que cualquier partida en la Play. Ya me contarás, mantenme informado.

Jesús Iglesias Valverde

La epifanía, la magia y el número 3

Tengo una amiga maga, aunque ella no es reina y tampoco sus padres son reyes. Hace aparecer cosas e igual que las hace aparecer, las hace desaparecer. Empleará artimañas, pero resulta convincente, sorprendente, mágica. Esas apariciones asombrosas, me hacen reflexionar hoy, víspera de los Reyes Magos en España, sobre la palabra epifanía, que proviene del griego y significa manifestación, aparición. En la tradición cristiana, se trata de una fiesta en la que Jesús se manifiesta ?se da a conocer? como hombre. Los cristianos celebran como epifanías tres acontecimientos: la Epifanía de Jesús ante los Reyes Magos, la Epifanía ante Juan Bautista en el Jordán y la Epifanía ante sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro de Caná. La más celebrada de todas es la de los Reyes Magos, principalmente, porque está asociada con regalos para los niños y para los no tan niños. En mi opinión, ha perdido el significado cristiano. Pero no quiero hablar de religión. Solo quiero hablar de una epifanía que me ocurrió a mí ayer, una epifanía mucho más mundana ?es decir, del mundo humano, del mío, en el que yo me muevo y del que disfruto? y, por consiguiente, para mí más reveladora.

Tal aparición fue la de un correo electrónico en mi buzón. El remitente era un estudiante de comunicación audiovisual y periodismo, un futuro comunicador, que asistió hace más de un mes a una de las conferencias que di en la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid. Para mí fue una epifanía, porque no lo esperaba después de tantos días transcurridos. Así que adoré y contemplé sus palabras, reflexioné sobre sus reflexiones de universitario inquieto y decidí ofrecerle al niño tres regalos: gratitud por el tiempo que dedicó a pensar en mí –esta es la mirra del siglo XXI, una sustancia muy valorada en la antigüedad, pero que hoy anda un poco devaluada?, reconocimiento por ser proactivo y escribirme –este es el incienso, el perfume del que deberían estar impregnadas las acciones humanas? y una sesión de coaching por haber sido el primero en escribirme –la sesión áurea, el oro con el que podrá enriquecerse si lee estas palabras y acepta este aguinaldo.

El correo de marras hacía referencia a una conferencia que titulé “Mundos interpretativos y sinergias: trabajo en equipo eficaz”. Parece ser que, mientras estudiaba para un examen, mi remitente universitario vio unas anotaciones que hizo en su día sobre algo de lo que expuse y eso le movió a echar un vistazo a mi página web y, posteriormente, escribirme para compartir conmigo su opinión y sus críticas. Lamenta que los universitarios –y él es uno de ellos? no sean capaces de aprovechar el abanico de oportunidades que tienen ante sí y que no valoren lo que tienen. Dejan que otros tiren del carro no solo en los trabajos en equipo, sino en la vida. En su opinión, han nacido en una sociedad en la que tienen de todo y, por eso, no piensan que algún día pueden quedarse sin nada. Yo opino que, si bien puede que eso sea así, en realidad el meollo de la educación no es tanto la universidad como la escuela. En este sentido, comparto la opinión de José Antonio Marina de que el callo hay que darlo en la escuela primaria y en la secundaria, ahí es donde se prepara a las personas para vivir: hay que aprender a vivir.

Hoy es víspera de Reyes. Recuerdo cuando era pequeño y me costaba trabajo dormirme esperando a ver los camellos que nunca veía pero que siempre se comían el turrón que dejaba en la peana de la ventana junto a los licores que terminaban bebiéndose Melchor, Gaspar y Baltasar. Estaba inquieto pero siempre me vencía el sueño y, a la mañana siguiente, allí estaban siempre los regalos que corría a enseñar rápidamente a la cama de mis padres despertándolos con algarabía infantil para mostrarles la novedad de la epifanía de los juguetes. Ahora, muchos años más tarde, la epifanía de mi inquieto remitente me inquieta tanto como a un niño descubrir un regalo al despertar.

Decía yo que tengo una amiga maga, que aunque no es reina, hace aparecer y desaparecer cosas por arte de birlibirloque. Emplea artimañas, pero para sorprender y divertir, no para engañar y aprovecharse. En el fondo todos somos magos sin saberlo. Las palabras son mágicas y las utilizamos sin ser conscientes de ello. Por eso yo procuro ser inmaculado en su empleo y no tomarme lo que dicen otros personalmente o presuponer sin hacer lo máximo que puedo. El éxito que yo pueda tener se lo debo a todas esas personas a quienes llené o me llenaron algún día con palabras y actos. El futuro es de quienes saben relacionarse (comunicar) y trabajar en equipo. Y eso no me lo saco de la chistera, ni yo ni mi amiga la maga ni el futuro comunicador ?mi inquieto remitente universitario?. No, no es solo cosa de tres.

Michael Thallium

Fernando, un campo abierto desde la trinchera

?A ver, le damos aquí. Uno, dos…

?Uno, dos, sí…

?Vale, ya está.

?La meto aquí, ¿no?

?Sí, pues ya está. La metes… y nos vamos.

Y nos fuimos. Así comenzó el diálogo de la primera sesión. Que nadie piense mal: no se trataba de ninguna escena de amantes a hurtadillas. Estábamos en la calle, él y yo, y nos fuimos a pasear, que no a paseo, por las calles de Madrid. Era mi primera sesión de coaching de las ocho que había contratado con Fernando Álvarez. Lo que yo metí allí no era más que una grabadora a la que había conectado un micrófono. Yo quería crear mi página web; él sabía cómo hacerlo; yo, un ignorante informático; él, un experto en mercadeo tecnológico. Le di mi confianza; él me dio la suya. Ante mí se abría un campo hasta entonces inexplorado y por el cual no había sentido especial interés hasta aquel día de mediados de octubre.

Probablemente, haya alguien que piense que no estoy muy cuerdo si digo que contraté a un coach para diseñar mi página web. Y si añado que desarrollé mi visión y mi misión vital por medio de una hipnosis ericksoniana, entonces, la sentencia que más de una persona aventurará es: “¡Este está mochales!”.

Fernando Álvarez es el director de OpenLand y la persona que elegí para llevar a cabo mi propósito de ser e-ficiente y estar presente en Internet. Durante las ocho semanas que duró el proceso, no solo me familiaricé con términos hasta entonces para mí desconocidos como SEO, widgets, plugins, Wordpress, BFA, blogger, Google Analitics, Track AdSense… También tuve mi primer acercamiento al mundo de la PNL oyendo hablar a Fernando de John Grinder, de Richard Bandler, de Gustavo Bertoloto, de Robert Dilts…

Durante dos meses, crecí personal y tecnológicamente. Nos veíamos semanalmente en su despacho. Conversábamos. Fernando escuchaba, yo hablaba. La alianza fue tal, que sin darnos cuenta, perdimos la cuenta de las sesiones que llevábamos. De hecho, fueron nueve. Ni él ni yo fuimos estrictos. En otras circunstancias, quizás deberíamos haber sido un poco más disciplinados con el tiempo por aquello de que en coaching la planificación es importantísima.

Al poco de meter yo la grabadora en el bolsillo, Fernando lanzó su primera pregunta: Desde hoy hacia atrás, ¿qué es lo que te ha hecho querer emprender en el mundo del coaching? Mi respuesta inmediata: haber comprobado por mi experiencia que en las empresas siempre había personas que podían brillar mucho, pero a quienes los que estaban por encima les impedían brillar… Y eso a mí me daba mucha rabia. Hay que dejar que las personas saquen su potencial.

Continuamos paseando y conversando durante unos 50 minutos y sentamos las bases de lo que ha sido una alianza para ver yo el campo abierto a cubierto desde la trinchera, la trinchera de la estrategia tecnológica. Efectivamente, las posibilidades que se abren con Internet son tan inmensas como insondables son los océanos. Fernando me ha puesto el networking en el plato trinchero para desmenuzarlo, comprenderlo, servirlo a la mesa con la salsa de la e-ficiencia y nutrirme más sabiamente.

Tengo muy claro que quiero rodearme de personas que sean mejores que yo en algún aspecto. Por eso, recurrí a OpenLand. A Fernando Álvarez le agradezco el tiempo que me ha dedicado. Le agradezco que haya compartido conmigo sus conocimientos sobre tecnologías e-ficientes. Igualmente quedo agradecido a Juan Carlos Nieto quien forma parte del equipo de OpenLand y quien tan amablemente me atiende al teléfono cuando lo necesito. Rewind:

 ?Uno, dos, sí…

?Vale, ya está.

?La meto aquí, ¿no?

?Sí, pues ya está. La metes… y nos vamos.

Michael Thallium

Téxum

Mi propensión a desentramar el origen de las palabras viene de los años en que era un escolar cuya consueta manía de buscar en el diccionario el significado de los vocablos con que me topaba, me daba cierto aire sabihondo de repelente niño Vicente. Por eso, cada vez que encuentro una palabreja cuyo significado ignoro, me lanzo encalabrinado a hojear diccionarios o enciclopedias –en los últimos tiempos también me enredo por la Internet– para esculcar el término origen de mis desvelos etimológicos. Eso es lo que me ha ocurrido con la palabra téxum, que entró muy recientemente a formar parte de mi vida por pura casualidad y que ahora se ha convertido en objeto de mis pesquisas.

Hace unos días, una noche de sábado otoñal con chaparrón incluido, me cité para cenar con un amigo de los años escolares al que hacía tiempo que no veía. Teniendo en cuenta que cada cual venía de su respectiva ciudad dormitorio y que el lugar de encuentro era el jacarero centro de Madrid, no hace falta decir que cumplimos con el ritual de todo paleto –ahora se dice turista o visitante– y convenimos en citarnos en la Puerta del Sol, frente al Oso y el Madroño. Poco original, sí, pero vistoso y consuetudinario. Y allí que acudí, en compañía de otro amigo, bajando por la calle de Preciados no sin antes desviarme de la cáfila para aliviar los impulsos letrinarios de mi vejiga y hacer pis en los aseos de El Corte Inglés, destino final del té Monjes del Tibet que había tomado media hora antes en una tetería de la calle de San Joaquín. Del elegante bacín con música ambiental y megafónicos anuncios, pasamos a la matracalada de la Puerta del Sol. Y allí, enfrente del oso y del madroño, vimos al amigo escolar David Jiménez Jiménez –con bastantes años más, evidentemente­– acompañado de la esposa por quien yo tenía interés en conocer, al fin, y dos adminículas amigas.

Mi amigo se había casado seis meses antes y yo no había podido asistir a la boda, porque me encontraba dando la vuelta al mundo por aquellas fechas –dicho así, no ir a la boda de un amigo porque estás dando la vuelta al mundo, resulta un poco frívolo y más de uno podría pensar que de entre todas las excusas para no ir a una boda y evitar tener que rascarse el bolsillo ésta es la menos verosímil, pero es la purita verdad–, y no pude entonces ni tampoco antes conocer a quien iba a ser la esposa de mi amigo. El caso es que esa noche sabática por fin la conocí. Una mujer alta, muy alta, de pelo largo negro, de una sonrisa delicada y una mirada transparente que denotan una bondad digna de quien la había desposado.

Después de la típica conversación, a pie de madroño, de los amigos que no se ven desde hace tiempo, nos pusimos todos de acuerdo en ir a cenar a un restaurante de cocina tailandesa. Fue durante la cena cuando apareció la palabreja de marras. Al pedir yo la dirección de correo electrónico de mi amigo desposado, este me alcanzó una tarjeta de visita en la que aparece el nombre del centro fisioterapéutico de el que él es director comercial: Téxum. Al principio pensé que esta palabra era solo un nombre comercial e inventado. De hecho, no fue hasta que eché un vistazo a la página web de Téxum que descubrí que, al parecer, se trata de una palabra griega equivalente a arte. Al menos eso es lo que afirma Samuel Jiménez Jiménez, fisioterapeuta y hermano de mi amigo, en la página web citando los Diálogos de Platón, un diccionario filosófico de J. Ferrater Mora y la Teoría del conocimiento de Diego Sánchez Mora. Claro está, tardé muy poco en ponerme a buscar en el diccionario y en la enciclopedia. Mi sorpresa fue que no encontraba esa palabra por ningún lado.

Entonces, me enredé, internáuticamente hablando, y descubrí, a saber: que hay un grupo de música country noruego que también se hace llamar Téxum y que igualmente se llama una ciudad de Oregón, en los EE. UU.; que, en Alemania, también llevan ese nombre dos empresas, una de Potsdam y otra de Otterndorf.; y que también hay una empresa estadounidense en Newport Beach, Texum Technology Inc., que fue absorbida por otra llamada Synoptek. Sin embargo, ni rastro de las griegas huellas etimológicas que andaba yo buscando.

Dado que lo que más se encuentra uno en la Internet son referencias al Centro Téxum de mi buen amigo recién casado y de su hermano fisioterapeuta, concluí que, en cualquier caso, esta palabreja también era un original y efectivo nombre comercial. Sin embargo, también confieso mi ineptitud para documentar etimológicamente el significado de este término de origen griego –si este fuera latino, podría asociarlo con el texum procedente de texere, “tejer” o “tejido” y que dio origen a numerosas palabras como textil, texto, textura, textorio, textual, textualista– y no me queda más remedio que recurrir al urgente recurso axiomático del matemático, es decir, dar por incontrovertibles y evidentes las explicaciones que, al respecto de esta palabra, da Samuel Jiménez Jiménez en www.texum.es. En esencia, texum es la combinación de la vocación, del conocimiento profundo de una materia y del aprendizaje.

 Ignoro las motivaciones últimas de estos dos hermanos a la hora de abrir este centro fisioterapéutico, pero me atrevo a conjeturar que ejemplifican la vocación, el conocimiento profundo y el aprendizaje de ese extraño arte que consiste en curar por medios naturales como el aire, el agua, la luz u otros mecanismos como el masaje, la gimnasia… La base de mi conjetura es que soy sabedor de que hace ya bastantes años, el padre de David y Samuel sufrió un infeliz percance tras una operación a raíz del cual quedó sin movilidad y sin habla. No sé si este hecho fue la causa o el acicate para la creación de esta empresa a la que denominan Téxum. De lo que no me caben dudas es de que el amor por su padre les une y les hará medrar en el empeño por ayudar con vocación, conocimiento y aprendizaje a quienes lo necesiten. Ojalá hubiera más texum en nuestras vidas.

Michael Thallium

Diana Damrau, el color de la voz y el sonido de una declaración de amor

(escrito en diciembre de 2009)

Michael Thallium & Diana DamrauEran las dos únicas entradas que quedaban a la venta. Hace apenas tres días, una buena amiga me había llamado por teléfono para decirme que creía que actuaba, en el Teatro Real de Madrid, esa soprano que a mí me gustaba tanto, una tal Diana Nosequé. Yo respondí: ¿Te refieres a Diana Damrau? ¡Dicho y hecho! Compré las entradas e invité a mi amiga a que escuchara el color de una voz espectacular y prodigiosa. Este era el mejor regalo de Navidad que se me ocurrió que podía hacerle a quien me había informado de la presencia de la Damrau –ignorante yo de ella– en Madrid…¡Y di en la diana! Curiosamente –entresijos del destino–, amén de disfrutar del concierto, mi amiga fue testigo de una declaración de amor única e irrepetible… pero de eso hablaré más tarde.

Diana Damrau es lo que en la jerga del canto se conoce como una soprano de coloratura, una especialista en ejecutar melismáticos adornos virtuosistas en las melodías. La palabra coloratura viene del italiano y hace referencia al color. Sin duda, la inefable voz de esta afable soprano alemana es colorida, muy colorida, pero Diana es más que una voz: es una artista, es una actriz, es una intérprete excepcional, es la voz de los colores de las emociones. ¡Qué prodigioso poder pintar emociones con la voz! Eso es lo que hizo Diana Damrau la noche del 23 de diciembre de 2009 en el Teatro Real de Madrid: pintó de bellísimos colores el lienzo de mi corazón, acarició mis oídos con su pincel sonoro y me dejó con un hermosísimo cuadro pintado en el alma digno de ser expuesto en el Louvre de París, el Museo del Prado de Madrid o el Guggenheim de Nueva York.

Al terminar el concierto, hice cola para poder hablar con ella, aunque solo fuera por unos minutos. Tenía claro lo que quería decirle. Mientras llegaba mi turno, entablé conversación con un grupo de músicos estudiantes de canto y con un pianista. Amenicé la espera compartiendo opiniones y gustos musicales con ellos. Habían venido desde Córdoba a Madrid para ver y escuchar a Diana Damrau y regresaban esa misma noche a la ciudad de la Aljama, 800 km en un día. Para ellos va mi reconocimiento por su meritoria pasión por la música.

Y, entonces, me llegó el turno… Allí estaba ella, sentada y sonriente. Su voz me había enamorado hacía tiempo, pero al verla allí, tan hermosa como simpática, me deslumbró y me enamoré de toda ella. Tenía poco tiempo, así que fui al grano. Fue mi primera declaración de amor en alemán. La miré a esos preciosos ojos y le dije que la amaba, que estaba completamente enamorado. Ella rió. Mi amiga nos hizo una foto. Yo hice una foto a los cordobeses con Diana y me fui más contento que unas pascuas.

¡Ay, Diana, si tú supieras que hace apenas un mes declaré a mis amigos que yo quería una novia como tú! Entonces, ni se me pasó por la cabeza que, un mes más tarde, tendría la oportunidad de declararme a ti en toda regla: Diana, ich habe mich unsterblich in dich verliebt! Dicho en castellano llano: ¡Hasta las trancas, de ti y de tus colores, me he enamorado! Y es que yo también quise pintar tu vida con el sonido de una declaración de amor…

Michael Thallium

El químico

(escrito en abril de 2004)

Me pregunto si un experto de las sustancias, de los elementos y de las combinaciones y enlaces que entre estos se producen, será también un experto en las relaciones (combinaciones y enlaces) que se producen entre los seres humanos. Dicho de otra forma, si los resultados de la observación del microcosmos químico son transportables al macrocosmos humano.

Al parecer, la química está de moda en las relaciones amorosas. De hecho, muchas personas hablan de que si entre Fulanito o Menganita hay una gran química o de si tal o cual persona dejó a otra porque no había química en la relación… Uno puede pensar que quienes eso dicen es porque han estudiado una disciplina tan amplia y compleja como la química. Sin embargo, el asunto es que la mayoría de ellas desconocen por completo esta disciplina o, como mucho, el nombre les suena de algo que vieron en la escuela y que iba siempre asociado con la matemática y la física, con la ciencia, con el pensamiento objetivo.

Buscando una respuesta a la pregunta que me hacía al principio, debo diferenciar dos tipos de químicos: los inorgánicos y los orgánicos. Deduzco yo que los químicos inorgánicos, pues no sé, como que deben de ser más insensibles por aquello de que el tipo de enlaces que estudian son los que hay en la materia inorgánica,  las piedras, por ejemplo. Y ya se sabe que las piedras no sienten. En cambio los químicos orgánicos como que… como que son más humanos, porque a mí todo lo que está relacionado con la palabra organismo me sugiere algo corporal, vital en definitiva. En realidad, ignoro si esta apreciación mía es correcta, pero me viene al pelo para analizar algún que otro tipo de relaciones de ese macrocosmos humano.

Me parece a mí que hay personas bastante inorgánicas y que incluso personas consideradas orgánicas, en un momento de cabreo, pueden volverse tan inorgánicas como para destruir un enlace (léase relación). Digo yo que es precisamente esto a lo que se refieren algunas personas cuando hablan de falta de química en una relación. Naturalmente, ignoran que química sí que hay, pero inorgánica, pedril, vamos. En su lacustre ignorante, comentan cosas del siguiente estilo: «Ay, mira, es que este no me gusta porque no hay química», «Hay mucha química entre nosotros», «Es que no hay química»… Haciendo un alarde de lenguaje científico, resulta que la posibilidad de una relación es directamente proporcional a la presencia de química. Dicho de otro modo: en ausencia de química, si eres hombre te la cascas y si eres mujer, utilizas la alcachofa de la ducha o un plátano. Dada la predominante ausencia de química en muchas relaciones, parece que se refuerza este tipo de enlace puro con uno mismo: elementos en estado puro. No sé por qué me da a mí, que en nuestra sociedad está aumentando el número de elementos en estado puro. Ya se conocen las características de este especial tipo de enlaces: su energía es muy grande lo cual les confiere gran dureza y, con el tiempo, se requiere una gran energía de excitación para romper el enlace a fin de que se unan a otros elementos. No sé que pensarán ustedes, pero la soltería es un claro ejemplo de ello.

Haciendo un análisis muy simplista, también existen algunas personas que son todo lo contrario. A estas las denominaré personas hidrógenas. Bien conocido de los químicos es que el hidrógeno es la puta del ámbito que les ocupa, porque se va con todos los elementos que pilla en el camino, dada su inestabilidad y ansias de encontrar un estado más estable en una relación con energía de enlace más alta.

En fin, que no encuentro respuesta a la pregunta que me hice al principio. Quizás deba consultarlo con un amigo mío, a quien tengo mucha estima y consideración, que es químico y supongo que ya habrá analizado detenidamente, con el debido rigor científico, esto de las relaciones humanas. La única duda que tengo es si su especialidad será la química orgánica o la inorgánica.

Michael Thallium

Los fundamentos de la contactología

(escrito en abril de 2004)

Créase o no, así reza el título de una de las asignaturas que se imparten en nuestras facultades universitarias. Supongo que en realidad se llamará fundamentos de contactología, porque consabido es el ahorro articular que campa por sus respetos en el lenguaje académico y administrativo. De la existencia de la contactología acabo de enterarme apenas hace unas horas. Me he reunido con una persona a quien aprecio y a quien guardaré respetuosamente en el anonimato. Hacía dos años que no lo veía y hemos conversado de esas cosas cotidianas de la vida para ponernos al día después de tanto tiempo. Si he de ser sincero, nuestra conversación tomó mayor interés para mí cuando escuché por primera vez eso de la contactología y sus fundamentos. De inmediato me sonó misterioso y atrayente en partes iguales. Me hizo gracia. De hecho, pasé un buen rato riéndome, no tanto por la gracia con que lo relataba mi interlocutor, que era más bien poca, sino por imaginarme en ese momento, según lo escuchaba, lo que más tarde escribiría yo al respecto. Lo mejor del asunto es que él pensó que me reía de lo bien que narraba lo que le sucedió y, por una reacción simpática, comenzó a reírse también con una risa nerviosa. Ahí estábamos los dos riéndonos con lágrimas en los ojos sin saber muy bien por qué: él, nervorrisueño; yo, absurdamente desternillado, descuajaringado. ¡Uy, si uno pudiese ver las causas o intenciones ocultas de la risa…! Pero eso daría para otro texto que no procede en este momento.

En fin, que regresando a los fundamentos que nos ocupan, resulta que, al contrario de lo que uno se vería inducido a pensar, eso de la contactología no tiene nada que ver con el sexo. Por lo menos a priori, porque a posteriori… quién sabe. Esos misteriosos fundamentos se enmarcan dentro de la disciplina óptica. Me decía mi interlocutor:

—     Buff, no veas tú ahora cómo están las tías de salidas. Yo lo sé porque en las clases de fundamentos de contactología hay chicas jovencitas de 19 años que…

—     ¿Fundamentos de contactología? ¿Pero tú que estudias, tío? — lo interrumpí yo intrigado.

—     Bueno, en esa clase entre otras cosas se estudian los distintos tipos de lentes de contacto… Y hacemos prácticas… nos ponemos las lentes unos a otros para practicar. Y las tías están pero que muy salidas, ¿eh?… El día que tenga yo una hija así…

—     Le metes dos hostias, ¿no? —volví a interrumpir súbitamente adivinando lo que él haría con su hija. Sin embargo, mi predicción fue errónea y su respuesta me sorprendió aún más que el descubrimiento de la propia contactología. Téngase en cuenta, para una mejor comprensión de la situación, que mi interlocutor sobrepasa los 35 años.

—     No que va, tío. Yo creo que la comprendería, porque como ahora estoy con estas chiquitas en el laboratorio y están tan salidas… las entiendo, joder. Dicen coño, vamos que hablan de su coño. El otro día le estaba poniendo una lente a una en el ojo y la tía se me insinuaba, vamos, que empezó hablar del coño como si nada, macho…

Llegados a ese punto, no pude más que soltar una carcajada al pensar en cómo describiría yo esa situación con palabras (el prosiguió relatándome nervorrisueñamente anécdotas de las que ni me acuerdo). El mero hecho de imaginarme a ese futuro óptico con el dedo extendido para plantarle una lente a su lasciva compañera en el ojo era más que divertido para mí. Lo raro es que no se pusiera nervioso y, al temblarle el dedo ante el vaginal comentario, no le sacara el ojo por descuido. Pero mostró, al parecer, el temple y pulso dactilar del más hábil de los cirujanos. Quizás fuese esa la última razón por la que le aprobaron dicha asignatura fundamental. El caso es que sobre últimas razones, causas e intenciones ocultas se desconoce casi todo. Como también desconozco el origen de la gracia que provocó en mí esa absurda risa que ni yo mismo entiendo. ¡Ay, los fundamentos de la risología!

Michael Thallium