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Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto (Parte IV)

Proseguimos con el debate de la serie Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto. Para leer los anteriores artículos sobre este mismo asunto: Parte I, Parte II, Parte III.

A continuación la traducción del artículo de Robert Greenberg. El original en inglés se puede leer AQUÍ.

Soy lo bastante inocente como para creer que casi toda la música – en un nivel u otro – es accesible a casi todas las personas. Obviamente, me he cubierto las espaldas, porque la mayoría de seres humanos que tienen sentimientos evitan con muy buen criterio algunos géneros musicales – el rap gangsta extremo y el rock racista o el punk nazi, por ejemplo. Pero vayamos al asunto: la inmensa parte de la música de nuestro planeta – del blues y jazz al zydeco, del blue grass al raga del norte de la India, al gamelán indonesio, a la percusión del África occidental y a las trompetas del las montañas de Bután (por nombrar tan solo unos pocos) – es de una belleza y calidad duraderas y tiene algo real y potente que ofrecernos a cada uno de nosotros.

Bueno, de acuerdo, ella reconozcamos que ella es menos “natural”, pero así también eran las chicas con las que salía en mi adolescencia. Bienvenidos al vecindario del Sr. Greenberg.

Bueno, de acuerdo, reconozcamos que ella es menos “natural”, pero así también eran las chicas con las que salía en mi adolescencia. Bienvenidos al vecindario del Sr. Greenberg.

La prueba de la atracción inmediata para la mayoría de las personas es la reacción de los niños ante la música. Por mi experiencia, hasta que los niños no se hacen abiertamente conscientes de sí mismos y comienzan a discriminar subjetivamente las cosas (en algún momento entre los 6 y 9 años), no hay criaturas más musicales en el planeta. A la más mínima, los niños cantan sin inhibiciones y bailan al ritmo de casi cualquier cosa con una alegría y un desenfreno ante los cuales no podemos más que quedarnos maravillados. No distinguen la “buena música” de la “mala música”, la “correcta” de la “incorrecta”, la “música moderna” de la “compuesta por personas muertas”, el “estilo gangnam” del de “Mozart”; a los niños les gusta casi TODO y demuestran su entusiasmo de forma espontánea.

(Así que por eso, cuando ciertas personas me dicen que la ópera – con su canto continuo – es “antinatural”, les sugiero que observen a un grupo de niños jugando. La mitad de las veces, los niños se canturrean las palabras a sí mismos o unos a otros, y haciendo eso, demuestran lo que cualquier cantautor y compositor de ópera sabe: que al añadir inflexión musical a las palabras, uno intensifica un porrón de veces el significado y los sentimientos que hay detrás de esas palabras. En verdad, por muy tonto que en ocasiones pueda parecer, no hay nada más natural que la ópera.)

Mañana: sugerencia número uno para lograr que los niños se interesen por la música.

Robert Greenberg

Entonces, ¿nos leemos mañana?

Michael Thallium
GlobalGreatness Coach
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Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto (Parte III)

Continuando con el debate que intentamos fomentar y con el que comenzamos hace un par de días en Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto Parte I y Parte II, aquí vamos con la tercera entrega. A continuación la traducción del artículo de Robert Greenberg. Para leerlo en la versión inglesa original: AQUÍ.

Siempre me ha parecido que, en esencia, hay dos distintos tipos de música. El primero es el que podríamos denominar “música generacional”: la música contemporánea que oímos y cantamos y tocamos mientras crecemos – la música que representa la infancia, la inocencia, la mayoría de edad, el despertar sexual, los amigos, los primeros amores y primeros desengaños amorosos. Para mí, esa música – la música que aún puede transportarme a los lugares de otro modo olvidados – incluye a Peter, Paul & Mary; los Beatles, Jimi Hendrix, Simon y Garfunkel, Led Zeppelin, Crosby, Stills, Nash & Young, Chicago y Blood, Sweat and Tears.

Hasta hoy, si oigo “Rag Doll” cantada por Frankie Valli and the Four Seasons, me transporto inmediatamente al verano en Beach Haven en las orillas de South Jersey shore, allá por 1965, con vistas y olores y todo. Oh, el increíble poder de la música..

Hasta hoy, si oigo “Rag Doll” cantada por Frankie Valli and the Four Seasons, me transporto inmediatamente al verano en Beach Haven en las orillas de South Jersey shore, allá por 1965, con vistas y olores y todo. Oh, el increíble poder de la música.

Lo que esto quiere decir es que cada generación de jóvenes pistoleros tendrá su propia música. Nuestro trabajo como padres o adultos no es denigrar la música de nuestros hijos (lo cual puede probar ante nuestros hijos que somos los viejos chochos que ya creen que somos), sino más bien COMPLEMENTAR lo que escuchan con otro tipo de música, lo cual significa TODO LO DEMÁS.

Con “todo lo demás” lo que realmente quiero decir es “todo lo demás”. Hablemos a las claras mañana sobre lo que constituye ese “todo lo demás”.

Robert Greenberg

En mi caso, algunos de los ejemplos de mi particular “música generacional” son Jean Michel Jarre, Azul y Negro, Queen, Franco Battiato…

¿Cuáles son los tuyos?

Michael Thallium
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Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto (Parte II)

Siguiendo con el anterior artículo sobre Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto (Parte I), aquí regresamos con el fin de propiciar el debate entre las personas de lengua española. A continuación la traducción que he hecho del artículo de Robert Greenberg. Para leer el original en inglés, AQUÍ.

En mi anterior artículo, prometí ahondar en el debate sobre un tema que preocupa a muchas, si no a la mayoría, de las personas que visitan mi página web, me refiero al de cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto. Antes de sumergirme de lleno en el asunto, me ha embargado la necesidad de sentar las bases, de ofrecer una “obertura” para preparar lo que, espero, será un amplio debate.

Les ruego un poco de paciencia conmigo, porque tenemos todo el tiempo que queramos para hablar de estas cosas.

En los Estados Unidos se ha convertido en un pasatiempo quejarse de la situación de la educación musical en los colegios públicos. Lamento, en particular, el cese de los programas de banda y coral, programas que no solo enseñaban a los niños a tocar instrumentos y a cantar, sino, más importante, a contribuir (musicalmente) a una comunidad mayor, mil veces más grande que la suma de sus partes.

Una aproximación extremadamente cercana a la imagen de mi maestra de música de primaria.

Una aproximación extremadamente cercana a la imagen de mi maestra de música de primaria.

Una vez dicho eso, no echo de menos – ni por un momento – los tipos de clases de “apreciación musical” a las que yo estaba sujeto cuando era pequeño. Si mi experiencia en los colegios públicos de Willingboro, Nueva Jersey, durante los años sesenta es de alguna manera representativa – y sospecho que lo era –, entonces sugeriría que la apreciación de la música en el aula hizo más mal que bien. Estas sesiones, irremediablemente, las impartían bien intencionados “especialistas” que aparecían cuarenta y cinco minutos cada par de semanas, especialistas para los que nosotros – los estudiantes – reservábamos el comportamiento más despreciativo. El único recuerdo que aún conservo de esas sesiones (y recuerden que ME GUSTABA la música) se remonta a principios de la primaria cuando cada vez que la amable maestra que intentaba enseñarnos algo se daba la vuelta yo, con bolígrafo BIC a modo de cerbatana, le lanzaba una bolita al típico y voluminoso tocado de los años sesenta. En esto no me encontraba solo. Calculo que el 50% de los estudiantes (cualquiera que fuera el porcentaje de varones en la clase) hacían lo mismo. El hecho de que esas maestras no nos mataran en el sitio es un testimonio de su bondad y sentido del deber; estaban en su misión de iluminar a los bárbaros o morir en el intento. Sabe Dios lo que encontraría en sus cabellos al final del día.

Les bendigo a todos y les pido perdón con retraso.

Pero (¡finalmente!) vamos al asunto. No importa cuál sea la situación de la educación musical en los colegios hoy; no importa cuánto dinero consiguen recaudar y contribuir las asociaciones de padres y maestros después de los programas de música; no importa que tipo de divulgación de aula es proporcionada por la comunidad musical profesional, la responsabilidad última de inculcar respeto por una amplia gama de músicas recae (como siempre lo hace la responsabilidad) en los padres.

En mi propio hogar, hay personas que no están de acuerdo con esto y, si bien respeto su opinión (bueno, más o menos), creo que estoy absolutamente en lo correcto. Hay un viejo adagio que dice “si eres padre y quieres que tus hijos lean, lee y que ellos te vean”. El corolario musical dice “si eres padre y quieres que tus hijos aprecien una gran variedad de música, entonces pónsela y deja que oigan cómo la pones”.

Así pues: padres, depende de nosotros. Empezaré a proponer mis sugerencias mañana y, de nuevo, espero que los lectores contribuyan también.

Robert Greenberg

Hasta el próximo artículo y esperando propiciar este debate.

Michael Thallium
GlobalGreatness Coach
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Cómo lograr que los niños se interesen por la música de concierto (Parte I)

Hace poco me topé virtualmente -es decir, por Internet- con Robert Greenberg. Llevo un par de semanas escuchando -y leyendo, pues amén de los archivos de audio, también compré la transcripción- sus clases sobre cómo escuchar y entender la gran música (How to Listen to and Understand Great Music), un compendio de 48 clases con las que uno puede aprender muchísimas cosas… y no solo de música.

Pues bien, en la página web de Robert Greenberg hay un blog muy interesante en el que vi una serie de artículos que me resultaron muy interesantes sobre cómo lograr -y mantenerlo en el tiempo- que los niños se interesen por la música de concierto. Aprovecho para traducir al español el primero de ellos.

Para leer el artículo original en inglés escrito por Robert Greenberg, AQUÍ.

Mi hija de seis años, Lillian va a comenzar con clases de piano la próxima semana.

Lillian, hija de Greenberg (la de la izquierda) con el gato Teddy (la bola de pelo de la derecha). Foto tomada de la página web de Robert Greenberg

Lillian, hija de Greenberg (la de la izquierda) con el gato Teddy (la bola de pelo de la derecha). Foto tomada de la página web de Robert Greenberg

Lily lleva pidiendo clases un par de años, pero no soy uno de los que cree que los niños deban empezar demasiado pronto, y en mi opinión, con cuatro años uno es demasiado joven. (A mi entender, no importa lo bueno que sea el profesor. Una clase es una clase, y las clases exigen responsabilidad, disciplina y práctica. La amplia mayoría de nosotros estaremos libres de responsabilidades exactamente una vez en la vida: desde el nacimiento hasta la edad de seis años. Yo digo que dejemos que los niños sean niños. La responsabilidad, la disciplina y la práctica – al igual que el pelo cano, la vista cansada y las terribles rodillas – llegarán a su tiempo, tanto si las queremos como si no.) Francamente, incluso los seis años me parecen un poquitín temprano, pero dado, uno, el continuo interés de Lily por el piano (ella lo “toca” todo el tiempo); dos, que tenemos dos bonitos pianos de cola en la casa (uno de ellos un Steinway D); tres, que Lily oye cómo se tocan los pianos todo el tiempo y; cuatro, que he encontrado para ella el profesor adecuado (o así lo creo yo), supongo que es hora de que empiece.

Durante el primer o segundo año, no voy a presionarla ni avasallarla. Me parece que en primer lugar y ante todo, las clases deberían ser divertidas y exploratorias. Ni les cuento la de veces que algunos adultos me han dicho que el temprano interés que mostraron por la música se vio aplastado por unos padres avasalladores o por un insensible profesor de música o por un maestro de primaria idiota que les dijo que dejaran de cantar en clase porque tenían “un oído enfrente del otro”. (Esto último verdaderamente me irrita. Para el adulto supuestamente “responsable”, este es un improperio que se pronuncia en un momento de irritación; para el indefenso receptor, el resultado es un miedo de por vida a hacer música. ¡Mecachis!)

Yo ya he pasado por esto antes. Tengo otros dos hijos mayores: una hija de 26 años y un hijo de 23. Su madre es una música con talento (nos conocimos porque yo era su acompañante), aunque terminó haciendo su carrera profesional en el ámbito jurídico. Dejando a un lado su carrera profesional, ambos hijos llevan la música en los genes: los dos tomaron clases de distinto tipo, pero ninguno terminó en la música. El fuego de la música prende o no prende, y en el caso de Rachel y Samuel, el fuego prendió para otras cosas.

Así que aquí volvemos de nuevo. Tengo otros dos hijos más jóvenes: Lillian y Daniel, este último de cuatro años. Su madre (tristemente fallecida) fue una música de un talento increíble, una flautista que estudió en el conservatorio y directora musical de una prestigiosa escuela local. Por consiguiente, Lily y Dan lo llevan en los genes también. Será de lo más interesante ver adónde les llevan sus propensiones.

Dentro de poco, más…

Michael Thallium
GlobalGreatness Coach
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Del coaching, los idiomas y la música

Michael ThalliumA veces algunos amigos de habla española me preguntan, no sin cierto tono de reproche, por qué utilizo y promuevo material cultural o educativo y vídeos en inglés o alemán, sobre todo teniendo en cuenta que soy español y el español es mi lengua materna. Sinceramente y con el debido respeto, si lo hago así es porque esos son los idiomas en los que encuentro cosas más interesantes y de calidad. Con esto, no estoy diciendo que en los países hispanos no haya cosas muy interesantes y de calidad. De hecho, en España, José Antonio Marina está llevando a cabo una iniciativa interesantísima por Internet, la Biblioteca de la Universidad de Padres, pero aún así, mucho del material y vídeos que se pueden consultar, por suerte o por desgracia, están en inglés.

Y si nos trasladamos al terreno de la literatura sobre coaching, no puedo más que decir que, aunque es verdad que hay algunos -más bien pocos- autores españoles o latinoamericanos que escriben ciertamente cosas con enjundia y auténticas, la mayoría de los libros y materiales que uno puede encontrar en español son “refritos” o copias, con mayor o menor acierto, o traducciones de lo que ya se ha hecho en otros idiomas.

Así, al igual que Jim Collins, quien en su página web sugiere que los ejecutivos deberían leer menos libros sobre gestión, yo sugiero que las personas, sean ejecutivos o no, lean menos libros sobre coaching. No digo que leerlos sea una pérdida de tiempo; uno puede aprender mucho leyéndolos. El asunto es cuáles leer o no. Claramente, uno puede mejorar sus habilidades y capacidades para el liderazgo bebiendo del agua de algunos grandes libros o materiales que se han publicado en otras disciplinas. Los líderes y pensadores más destacados suelen forjar sus comportamientos, teorías y visiones leyendo o aprendiendo de disciplinas que están bastante alejadas de su campo de acción habitual.

Y esto me lleva a hacer una recomendación. Fue por medio de las recomendaciones de lectura de Jim Collins que di con Robert Greenberg -con quien más tarde me puse en contacto por Twitter-, un musicólogo, campechano e ingenioso, que tiene unos estupendos cursos que uno puede descargarse de la página web de los grandes cursos: The Great Courses -sí, ya sé, los cursos están en inglés… una razón más para aprender idiomas. Mi recomendación no es un libro, sino un libraudio -como a mí me gusta llamar al audiolibro: How to Listen to and Understand Great Music: The Greenberg Lectures (Cómo escuchar y entender la gran música: Las lecciones de Greenberg). Esta serie de 48 lecciones, de unos 45 minutos de duración cada una, combina una historia de la civilización con una historia de la gran música desde la antigua Grecia hasta el siglo XX. En esta serie de lecciones se ilustra la interacción entre el cambio y la innovación en la sociedad a través de los siglos. Greenberg presenta una perspectiva muy particular sobre la aceleración del cambio que se obró en el siglo XX.

Si uno tiene la suerte de escuchar y entender las lecciones de Robert Greenberg, entenderá a qué me refiero cuando hablo de que, para saber de coaching, “beber de otras fuentes o disciplinas” es mucho más útil que leer libros sobre coaching, gestión, liderazgo o de “cómo hacerse rico en un minuto”.

Robert Greenberg & The Great Courses production team

El equipo de producción de The Great Courses.

Quiero terminar con unas palabras -sí, originalmente en inglés, y que yo traduzco al español- que Robert Greenberg escribió en su muro de Facebook al poner una foto del equipo de producción de The Great Courses: “Se necesita un pueblo entero para hacer un curso. Pues bien, aquí tenéis el ‘pueblo’, y será muy difícil (si no imposible) encontrar un grupo de profesionales más inteligentes, más entusiastas y más comprometidos que este en este planeta o cualquier otro”. En el centro, sentado y vestido de negro, se encuentra Robert Greenberg.

¡Y de coaching quería hablar yo!

Michael Thallium
GlobalGreatness Coach
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Kavichandran Alexander, Gustav Mahler, Dimitri Shostakovich y Water Lily Acoustics Records

Hoy he tenido una hermosa sorpresa. Me ha llegado por correo un regalo de uno de mis amigos allende los mares en Facebook, con quien conecté gracias a mis muy queridas amigas Jeanie y Rachel Flowers. ¡Gracias Kavichandran Alexander (presidente de Water Lily Acoustics), aprecio mucho tu regalo y me siento muy honrado! Estoy deseando escuchar esta bella música de Gustav Mahler y Dimitri Shostakovich interpretada en directo por sendas orquestas de San Petersburgo, la Filarmónica y la Sinfónica Académica.

Mahler Shostakovich San Petersburgo

Sinfonía n.º 5 de Gustav Mahler (Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, Yuri Termirkanov) y Sinfonía n.º 7 de Dimitri Shostakovich (Orquesta Sinfónica de San Petersburgo, Alexander Dimitriev). Water Lily Acoustics Records.

He aquí una prueba más de que la música transciende fronteras. La música mundializa: Kavi vive en Santa Bárbara, California; yo, en Móstoles, Madrid. Aún no nos conocemos en persona. Hace poco más de un año estuve en Santa Bárbara, pero no tuve oportunidad de verlo. Hoy, un año más tarde, Kavi ha compartido conmigo esta música que grabó en directo en San Petersburgo en 2003 y que representa la culminación de uno de sus sueños.

En honor a él, quiero compartir la traducción que he hecho de un texto, originalmente en inglés, que Kavi escribió para la grabación de la sinfonía n.º 5 de Gustav Mahler con la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo dirigida por Yuri Temirkanov:

“La parábola bíblica del mercader de perlas, creo, describe concisamente lo que un hombre debe hacer cuando su corazón le compele a algo muy valioso. Confiando en su intuición y haciendo caso omiso de la lógica de su mente racional, se empeña en alcanzar su objetivo; el mero acto de embarcarse en tal peregrinación es su propia recompensa y si el éxito aparece al final del camino, se añadirá a la satisfacción que surge del cumplimiento de sus votos sagrados para con su Dios elegido y personal. Yo llegué a San Petersburgo, como un strannik, un urodivoi en Jerusalén, y realicé mi sueño de veinticinco años de grabar a la prestigiosa Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, una institución cultural y artística de doscientos años de antigüedad dedicada a la excelencia. Aquella experiencia profunda, transformadora como cualquier verdadera peregrinación, ha dejado una impresión indeleble en mi mente.

La gente del norte del Cáucaso ha sido tradicionalmente conocida por sus habilidades ecuestres, longevidad y joie de vivre, así como por sus famosos hombres de honor y valor. Siendo natural de esa región, el maestro Yuri Temirkanov posee todas las características de un noble chevalier: erguido y audaz, valiente y cortés, apasionado y firme en sus resoluciones. Un director de la vieja escuela -taciturno, apartado del mundanal ruido, aunque muy consciente de las minucias de la música y totalmente poseído por la musa. Sus manos desnudas -ahora en la cresta de la ola, ahora precipitándose en una masa de nieve… De la unidimensional partitura, Temirkanov erige, como el Templo de Salomón, la multidimensional sinfonía… el Dios de Abraham que crea a Adán del barro con sus propias manos. El maestro Temirkanov es verdaderamente uno de los grandes directores de nuestro tiempo.

Creada por decreto imperial en pleno apogeo del opulento reino zarista, madurando durante la dictadura del proletariado y ahora continuando dentro del sistema de mercado, la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo es una de las grandes orquestas del mundo, que posee un sonido distintivo, conformado por su rica cultura e inusual historia. Su maestría -como un icono de la Madonna Negra y el Niño de incalculable valor dentro de una iglesia ortodoxa rusa a la luz de las velas e impregnada del olor del incienso, repleta del sonido de la música sacra y vibrante con el ardor del devoto, mientras que el mundo afuera se queda congelado- hace emerger el alma para la profunda contemplación.

Esta grabación existe porque hubo quienes amablemente compartieron su pericia, dieron su tiempo y conocimiento y ejercieron su poder para abrir las puertas y facilitar el proceso. Su ayuda, y la Gracia de Nuestra Señora, permitieron la realización de este sueño.”

Kavichandran Alexander

Si os interesa alguna de estas grabaciones únicas -y ciertamente lo son-, os dejo esta dirección de contacto:

Water Lily Acoustics
p.o. box 91448
Santa Barbara, A 93190
USA

Telephone/Fax (805) 968-8188
Email: music@waterlilyacoustics.com

Michael Thallium

Alan Jakobs y el Dr. Karan Singh – Descubriendo la grandeza

Dos opiniones sobre cómo descubrir la grandeza

Esta es una columna mensual sobre cómo descubrir nuestra grandeza escrita conjuntamente por Amit Nagpal de la India (quien habla de una persona de occidente) y Michael Thallium de España (quien habla de una persona de oriente). Nuestro objetivo es compartir las historias de éxito de grandes seres humanos y con ellas deseamos inspirar a nuestros lectores para que también descubran su propia grandeza.

Opinión de Amit Nagpal, India

http://www.dramitnagpal.com/my-profile/

Alan Jacobs: un toque occidental al misticismo indio


Alan-JacobsEl libro era impresionante y así debe de ser su autor, pensé. Acababa de leer  Aim for the Stars, Reach the Moon (Apunta a las estrellas, alcanza la luna) de Conor Patterson y estaba impresionado como es debido por su contenido. Así que me puse a investigar sobre los agradecimientos y otras trivialidades (las consideramos trivialidades, ¿no?). Me encontré con que Conor había escrito sobre un hombre llamado Alan Jacobs y le agradecía haber sido su mentor. El nombre Alan Jacobs me sonaba familiar y recordé haberlo leído en algún sitio en la lista de amigos de Facebook.

Así que di con el rápidamente, le envié una solicitud de amistad en Facebook y comencé a averiguar más cosas de él. El hombre sonaba raro al principio ya que había estado asociado al comercio de diamantes, al coaching personal, a la espiritualidad india, a las fuerzas armadas y a qué más no. Fue a comienzos de 2011 y le pedí que hiciera de mentor conmigo como autor y le mandé por correo mi primer libro electrónico “Spiritual Tools for Material Success” (Herramientas espirituales para el éxito material). Un buen comentario crítico de él me hizo convencerme de mi trabajo y así comenzó mi viaje como autor (a veces necesitamos más una aprobación que un mentorazgo).

Nacido en 1929 en Londres, Alan se interesó por la religión y el misticismo desde una edad temprana. Comenzó su búsqueda personal de la verdad a los veintitantos e ingresó en la Sociedad Gurdjieff en 1957. Más tarde, conoció a Jiddu Krishnamurti y siguió sus enseñanzas hasta 1979. Entonces dio con el sabio Raman Mahrshi y, actualmente, Alan es el presidente de la Fundación Ramana del Reino Unido. Me encantan los iluminados susurros (o poesía) que Alan escribe en us blog.

Alan Jacobs ha escrito (edición y verificación incluídas) más de 30 libros y se formó en varias instituciones entre ellas la Irving School (USA), la Coaching Academy, el Regent Street Polytechnic Department of Business Studies y la Tailor & Cutter Academy. Cuando vi la siguiente descripción como parte de su perfil de autor “Ha estado casado tres veces, y tiene tres hijos y cinco nietos”, me pregunté si nosotros los indios seríamos capaces de mencionar algo así en nuestro perfil.

Por otra parte, he visto parejas que sufren toda su vida en la India, pero que no reúnen las fuerzas para separarse (aunque esto está cambiando con las nuevas generaciones). Ahora los indios estamos empezando a darnos cuenta de que los hijos de esos matrimonios sufren más de lo que se benefician si sus padres siguen juntos.

El primer libro de Alan fue Dutch And Flemish 17th C Painters: A Collectors Guide for McGraw Hill (Pintores holandeses y flamencos del siglo XVII: una guía de coleccionistas para McGraw Hill). Su último libro, una novela utópica Eutopia: The Gnostic Land of Prestor John (Eutopía: el país gnóstico del preste Juan), se basa en los principios agnósticos de un emperador de Etiopía y describe la senda directa hacia la popular autorrealización en su reino.

Si estás preparado para un viaje hacia la autorrealización, entra en el místico mundo de los libros de Alan Jacobs.

(Aunque Alan pasa la mayor parte de su tiempo en Londres, con frecuencia viaja a Ramanna Ashram, Tiruvanamallai, en la India.)

Para saber más de Alan y sus obras, visita:


Alan’s Blog

Mantra Books

Alan on Amazon

Opinión de Michael Thallium, España
Karan Singh: el amalgama de lo mejor de Oriente y Occidente

karan-singh1Para mí, la presentación del libro The Seven Joys Of Life (Las siete alegrías de la vida) de Amit Nagpal supuso el conocimiento de una persona de la que jamás antes había oído hablar, Karan Singh. No tuve la oportunidad de viajar a la India para aquella presentación y conocer en persona tanto a mi amigo Amit Nagpal como a Karan Singh. Recuerdo que por aquellas fechas, a comienzos del mes de agosto de este año 2012 que termina dentro de pocas horas, yo estaba en Kiev, Ucrania. Cuando regresé a España, comencé a averiguar sobre Karan Singh. Sabía que si Amit lo había elegido para que presentase su libro era porque había una razón de peso. Así que me puse a ver un documental titulado I Believe (Yo creo) basado en la vida de Karan Singh. Este caballero indio, muy conocido en todo el mundo, es una persona muy polifacética: político, estadista, filósofo, guía espiritual…

He de reconocer que aún no he podido profundizar mucho en su vida y que este artículo es solo el comienzo de un viaje al mundo de Karan Singh, pero me gustaría compartir una experiencia que me ocurrió hará un par de meses. Estaba investigando en Internet sobre la ética y di con La declaración hacia una ética mundial de 1993, en Chicago. Adivina qué… ¡Uno de los firmantes era Karan Singh! Creo que si no hubiera sabido de Karan Singh por Amit Nagpal, jamás habría prestado demasiada atención a esa declaración. De hecho, Karan Sing trabaja en favor del diálogo mundial entre religiones.

Como dije al principio, no pude estar en la India para la presentación de The Seven Joys Of Life. Sin embargo, hay otras formas de estar presente, me refiero a estar presente en espíritu. De alguna forma, todos estamos conectados unos con otros y la prueba de ello es que, justo ahora mismo, mientras escribo estos renglones en Móstoles, España, estoy escuchando el violín clásico del maestro indio Pandit V. G. Jog.  del que supe hace apenas un par de semanas por mi querida amiga -y gracias a ella- Rachel Flowers, quien vive en California, Estados Unidos, quien jamás ha estado en la India, pero que quería esta música como regalo de cumpleaños este año (cumple años el 21 de diciembre). Finalmente, estas palabras viajarán de España hasta Nueva Delhi en la India y desde allí… ¡quién sabe dónde! ¿Podrías decírmelo tú?


Rita Levi-Montalcini: ¡descansa en paz!

Rita Levi-Montalcini

1909-2012

“La saga del factor de crecimiento neuronal, que, con la debida humildad, he puesto como ejemplo del curso por etapas de la investigación científica, ha seguido una trayectoria tortuosa, imprevisible e imperfecta. Como tal, es prueba de que la imperfección, y no la perfección, es la base del humano obrar.”

Rita Levi Montalcini Es

El cuerpo hace lo que quiere. Yo no soy mi cuerpo: soy mi mente.

Sobre todo, no temáis los momentos difíciles. Lo mejor sale de ellos.

Fallece una de las mujeres que más me han inspirado y respeto. D.E.P. Rita Levi Montalcini… Por cierto, recomiendo la lectura de su libro “Elogio de la imperfección”.

Michael Thallium
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Un coach sale del armario

Y tú, ¿a qué esperas?

Michael Thallium
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Incendio en el Nacimiento

Incendio en el Nacimiento: un ejemplo de colaboración y compromiso

Jesús Iglesias es químico, inversor en bolsa y socio del proyecto Greatness Coaching Research junto con Michael Thallium.

Jesús Iglesias es químico, inversor en bolsa y socio del proyecto Greatness Coaching Research junto con Michael Thallium.

Esta es una historia real que sucedió hace muchos años. Yo era niño y la recuerdo vagamente puesto que me la contó mi padre, que fue protagonista en primera persona.

Un grupo de empleados municipales estaban llevando a cabo, como todos los años por estas fechas navideñas, el montaje del Belén para el ayuntamiento, que durante las Navidades disfrutarían con ilusión niños y mayores.

Pues bien, estando a punto de terminarlo, se produjo un incendio por accidente. El soplete que estaban utilizando para realizar la soldadura de la tela asfáltica que después sería un bonito río, quemó parte de lo construido… ¡Un desastre! ¡Se armó el belén! Faltaba menos de un día para la inauguración, eran las seis de la tarde y, después de muchos días de trabajo, solo tenían un Belén medio quemado.

Con compromiso, esfuerzo y sobre todo mucha colaboración entre los empleados que quisieron quedarse, lograron terminar el montaje trabajando toda la noche. Varias personas, entre las que estaba mi padre, estuvieron trabajando en equipo para poder terminarlo en la fecha comprometida.

Al día siguiente, sin descansar, continuaron con su jornada de todos los días, cumpliendo su horario de trabajo, esperando, cansados y nerviosos, a ver la reacción del público. Fueron felicitados por sus jefes, algo que agradecieron con satisfacción.

Considero que esta historia real es un magnífico ejemplo de compromiso y sobre todo un ejemplo de colaboración, profesionalidad y verdadero trabajo en equipo.

Parece que un acto de colaboración debe ser altruista. Vecinos que colaboran con otros cuando hay inundaciones en barrios completos, personas que limpian algún lugar público para el disfrute de todos, etc.

¿En vuestras organizaciones se trabaja así? Quizás en las organizaciones deba volverse a trabajar de esta manera, colaborando con el compañero de al lado sin temor a que en cualquier momento este te perjudique. Estoy convencido de que colaborando se consiguen más cosas que actuando de manera individual.

Os deseo una Feliz Navidad.

¡Y cuidado con los incendios!

Jesús Iglesias

Twitter: @cavaes

Proyecto Greatness Coaching Research