(Artículo escrito por Jesús Iglesias, químico, inversor en bolsa y socio del proyecto Greatness Coaching Research)
El pasado 1 de junio tuve la oportunidad de asistir a varias conferencias en Expomanagement 2011, en Madrid. Quiero escribir unas líneas a modo de resumen con algunas de las ideas que se expusieron en algunas de las conferencias.
En la segunda conferencia a la que asistí, Juan Carlos Cuberio en su ponencia “Verdades y mentiras del mundo del coaching” comentó que el clima laboral en la empresa depende de quien lidera los equipos. Hizo hincapié en la importancia del diálogo. Se centró en la idea sobre el coaching del “poder de la reflexión y de la acción”. Dijo que los directivos tienen que ser coaches y capacitar a los demás. Lanzó dos preguntas: “¿cómo explicas tu pasado?” y “¿cómo obtienes tu presente?” Por último, citó a José Antonio Marina: “lo más inteligente es ser una persona integral e íntegra”.
En las intervenciones del público, que también quiero citar, José María Alonso, quien a sus de 79 años ha realizado el doctorado sobre Outdoor training, expresó que “el comportamiento depende de lo que pensemos de nosotros mismos”. Estoy de acuerdo.
De la tercera conferencia, pronunciada por José Manuel Chapado, “Decisiones que transforman la realidad”, me quedo con 4 ideas y una historia de un piloto de AVIACO que no voy a contar aquí por lo extensa que es: 1) no somos capaces de actuar en un mundo que no somos capaces de observar, 2) hay que tener personalidad para tomar decisiones, 3) no tienes que dudar ni hacer que los otros duden y 4) las decisiones se toman con valentía y seguridad.
Después de hacer un poco de networking y de comer hablando de inversiones en Bolsa, asistí a la conferencia de Luis Galindo “Infundir energía y entusiasmo”. Después de comer había que elegir algo con fuerza. La idea era insuflar energía. Lo de “ser gasolinero, dar y quitar energía”, o “dar o poner gasolina”, estaba de moda en Expomanagement puesto que tres ponentes utilizaron esta misma metáfora. No tiene nada de malo, porque la idea es buena, aportar energía para la acción.
Con las pilas cargadas pude asistir “de pie” a la conferencia de Álvaro González Alorda “¿Y tú qué quieres ser, espectador o protagonista?”, basada en su libro “Los próximos 30 años”, que me leí hace ya algún tiempo. Coincidió con Juan Carlos Cubeiro en la importancia del diálogo y dijo una frase que él había oído de alguien cercano: “A ese problema le falta una conversación”.
Por último y para terminar bien el día, elegí la conferencia de Enrique de Mora “¿Por qué el humor y la ilusión pueden cambiar las empresas”, tratada con bastante sentido del humor. Yo esperaba divertirme y lo consiguió. En su Power Point comentó las “Leyes fundamentales de la estupidez humana” de Carlo Cipolla, con perdón. Se preguntó “¿por qué no incorporar como valor de la empresa el divertirse?” y, frente a la utilización de las encuestas de clima laboral, apostaba por preguntar y escuchar… de nuevo salía a relucir el diálogo. Claro que la creatividad no está muy en boga en las empresas y utilizó a modo de broma una fotografía de un “cementerio de las ideas” en el que cada lápida era una idea que había muerto. Se puede ver en Internet:“no estamos preparados para eso”, “creo que ya lo intentamos antes”… Ja, ja, ja.
Y así, riéndome, terminé la primera jornada de Expomanagement 2011.
Dedicándome al coaching he tenido oportunidad de conocer a personas de todos los ámbitos. También he leído muchos libros, escuchado muchas conferencias, audiolibros y asistido a eventos de todo tipo. Quizás demasiados. Últimamente -y cuando digo “últimamente” me refiero al último año y medio-, me ocurre que he alcanzado lo que en química se llama el punto de saturación. Me encuentro sobresaturado, contengo más soluto del que puedo disolver en el disolvente de mi cerebro. Me han saturado tantos espectaculares oradores de la “ley de la atracción” y de “tú puedes ser millonario”…
Echo de menos a otros oradores menos espectaculares, de los de antaño, cuya sabiduría y humildad eran y siguen siendo un ejemplo y un modelo que emular. Recuerdo que hace muchos años -ignoro si mi memoria me traiciona al rememorarlo- oí hablar en una entrevista por televisión a Jorge Luís Borges. Le preguntaron qué recomendaría a quienes se iniciaran en la escritura. El maestro Borges dijo algo así como: “que escriban”. Muchos años después, busqué en la Internet para ver si daba con aquella entrevista. Y no, no pude dar con aquella entrevista. Sin embargo, encontré otras magistralmente hechas por Joaquín Soler Serrano al anciano Borges. Quiero compartir aquí un fragmento diminuto de una en concreto en la que al decir Borges “esta mañana soñé que me moría”, Joaquín Soler, rápido y al quite, le pide al gran maestro que deje un testamento de urgencia. Borges da toda una lección de humildad:
Algo parecido me ocurre con Léo Ferrè. Hace muchísimos años, cuando era chico, también por televisión, vi a un señor de pelo cano de loco cantando una canción en francés acompañado al piano. Por aquel entonces, yo no sabía hablar francés y no tenía ni idea de lo que la canción decía, pero se me quedó grabada una frase: “Avec le temps” (con el tiempo). Por aquella época, ignoraba yo que muchísimos años más tarde acabaría trabajando en un buque francés con pasaje francés y que incluso llegaría a tener una novia francesa. Toda una paradoja teniendo en cuenta que no me gustaban ni el francés ni los franceses. Me ocurrió, quizás, lo que a Borges, quien aprendió francés sin gustarle el idioma, quizás por obligación o por conocer la lengua de tan magníficos escritores como Flaubert, Voltaire, Victor Hugo, Proust… En mi caso, mis motivos no eran literarios. Eran mucho más banales.
Al igual que me pasó con Borges, me ocurrió con Ferrè: busqué en la Internet aquella canción que me embelesó cuando era pequeño. Y la encontré y quiero compartirla aquí también:
Tanto Borges como Ferrè, a quienes conecto en mi intelecto, representan valores que quiero tener integrados en mi forma de hacer coaching. Por un lado, Borges con la sabiduría de la humildad o la sabiduría humilde y, por otro, Ferrè recordándome que el paso del tiempo cambia las perspectivas de las cosas. Sabia humildad y control del tiempo: dos características de todo buen coach.
¿Tienes una gran idea? ¿De verdad, de verdad, de verdad que es una gran idea? ¿Incluso grandiosa?
Somos máquinas de crear ideas. Constantemente se nos están ocurriendo nuevas ideas, habitualmente a horas intempestivas y en lugares extraños. Probablemente no haya nada más romántico que una persona enamorada de una idea.
Tendemos a glorificar los arranques de genialidad, porque resultan excitantes y quedan bien para contar historias. Sin embargo, muchas personas con grandes ideas han quedado en el olvido de la historia mientras que otras se han hecho famosas por las ideas que otros tuvieron. Para bien o para mal, se necesita más que una noción inteligente para marcar la diferencia en el mundo.
Gregor Mendel y su gran idea
Gregor Mendel, un monje austriaco, tuvo una gran idea. Mendel creía que habia leyes específicas que gobernaban la herencia de las características de nuestros antepasados. Estaba tan convencido de esa idea que se pasó siete años investigando con guisantes, escribió un artículo y lo presentó a la sociedad científica local. Entonces, Mendel se retiró de nuevo a sus quehaceres en la abadía y pronto quedó en el olvido.
No fue hasta décadas después de su muerte que su idea se recuperó y Mendel se convirtió en el “padre de la genética”. La teoría de la selección natural de Charles Darwin ayudó a ello. Pero por supuesto que Darwin no fue el único que pensó en ello. Darwin publicó El origen de las especies solo después de que quedara claro que Alfred Russel Wallace tenía la misma idea.
Thomas Kuhn, en su clásico libro La estructura de las revoluciones científicas, señaló que aunque la historia solo registre a una sola persona en relación con un determinado avance científico, si lo miramos más detenidamente, normalmente descubriremos que varias personas podrían reclamar la autoría de los descubrimientos importantes.
Todos conocemos a Albert Einstein, pero pocos hemos oído hablar de David Hilbert, quien publicó la teoría de la relatividad general casi al mismo tiempo que Einstein. ¿Habría cambiado algo si el orden hubiera sido al revés?
Google y sus pequeñas ideas
Google es famosa por haberse convertido en una empresa enorme basada en una gran idea, su algoritmo PageRank, con el que se clasifican las páginas según los enlaces a otros sitios web. Sin embargo, por la misma época, el profesor de la Universidad de Cornell Jon Kleinberg publicó una idea similar (y muchos creen que superior).
La diferencia radicó en que Larry Page y Sergey Brin crearon una empresa, contrataron a montones de ingenieros y generaron miles de pequeñas ideas que mejoraron la búsqueda mucho más. Actualmente, todos sabemos como funciona PageRank, pero Google todavía es el buscador líder en la mayoría de países y lenguas.
Por supuesto, los de Google no hicieron mucho dinero hasta que no desarrollaron los programas AdWords y AdSense. Esa sí que fue una verdadera idea inspirada, pero no fue de Google. La idea fue desarrollada por una empresa llamada Overture, que fue adquirida por Yahoo, niguna de las cuales hiceron mucho dinero con las búsquedas.
¿Por que Apple no es una inventora rompedora?
A la empresa Apple se la reverencia por sus grandes ideas. Apple hace un trabajo de márketing superior para venderse como una empresa que nos inspira a “pensar de forma diferente”, como en este fantástico anuncio:
Sin embargo, es difícil pensar en alguna idea que tenga su origen en Apple. Ciertamente, Apple no inventó los ordenadores personales, pero el Apple II fue un éxito rompedor. Xerox inventó la interfaz gráfica de usuario, pero Macintosh la llevó a los consumidores. La historia es parecida con los aparatos de música digital, los teléfonos inteligentes (smart phones) y los tablet.
Así como ocurre con las búsquedas en Google, los productos de Apple no nos encantan porque sean ideas originales, sino porque funcionan tan bien. Mientras que a los gurús de la gestión les gusta alardear de ser los primeros en sacar provecho del último invento, con frecuencia son los seguidores rápidos (y a veces no tan rápidos) los que logran el mayor éxito.
Lo que resulta interesante es que a Apple se la reconoce por ser la pionera en categorías que no inventó, sino que perfeccionó. Cuando las ideas tienen éxito, las llamamos memes (un concepto que, casualmente, llegó casi simultáneamente de la mano de E.O. Wilson y Richard Dawkins).
Por supuesto, cuando la lluvia de ideas no tiene éxito, no encontramos ningún nombre extravagante para ellas. Sencillamente son ideas tontas.
Redes de espacios de ideas
La razón por la que frecuentemente las ideas no llegan a más es porque ninguna idea puede lograrlo por sí sola. Así como los automóviles necesitan carreteras y gasolineras o en las zonas residenciales se necesitan automóviles para ir a los centros comerciales, las ideas se hacen poderosas cuando interactúan con otras ideas. “La tecnología evoluciona cuando se combinan las ideas” (léase el artículo original en inglés Technology evolves when ideas combine).
Richard Ogle llama a este tipo de redes “espacios de ideas”. Matt Ridley se refiere a ello como “ideas que copulan”. Las corporaciones, que defienden sus ideas con patentes y ejércitos de abogados, están empezando a sentirse más cómodas con el concepto de innovación abierta (véase open innovation), porque ninguna idea se mantiene en pie por sí sola.
Así que, si bien las ideas son importantes, es casi imposible predecir qué ideas tienen valor, porque ello dependerá del contexto en el que surjan. Echa un vistazo a cualquier gran idea y, sin duda, encontrarás que su prominencia se debe a una collección de pequeñas ideas.
Ayer, viernes 13 de mayo de 2011, en el Ateneo de Madrid, tuvimos la 7ª coachtulia que, en esta ocasión, llevaba por título: “Estrategia, liderazgo y alma”. Tuvimos el honor de contar con la participación de Jennifer Sertl en la distancia. Jennifer y Koby Huberman escribieron un estupendo libro titulado “Strategy, Leadership & The Soul” (ya te puedes imaginar de dónde viene el título de esta 7ª coachtulia).
De pie, de izq. a dcha: Rafa Saiz, Pilar Fernández, Noemí, Michael Thallium, Carla Franco, Fran, Paco Torres. Sentados: Jesús Iglesias, Victoria Caro, José Luís Romero, Deme Salas
Con esta coachtulia, de alguna manera, conectamos Nueva York (Jennifer Sertl), con Madrid (coachtulianos), Londres (editorial del libro) e Israel (Koby Huberman). Abordamos y debatimos el concepto de “transliderazgo” del que Koby y Jennifer hablan en su excelente libro.
Como Jennifer no iba a poder conectarse por Skype a la hora en que nosotros teníamos la coachtulia, grabamos un mensaje que compartimos aquí también contigo:
Leyendo el fantástico libro de Josh Kaufman, The personal MBA, he dado con una excelente definición de la palabra “negocio” que, por su sencillez, quiero compartir con vosotros:
Un negocio exitoso crea u ofrece (1) algo de valor que (2) otras personas quieren o necesitan (3) a un precio que están dispuestas a pagar, de manera que (4) satisfaga las necesidades y expectativas del cliente (5) y que dé los suficientes beneficios para que a los dueños les merezca la pena seguir con él.
Así pues, un negocio de éxito cuenta con los siguientes ingredientes:
generación de valor,
demanda del cliente,
transacciones,
distribución de valor y
suficiencia de beneficios.
Quita uno de estos cinco ingredientes y, entonces, tendrás algo distinto a un negocio. Cada uno de esos ingredientes es esencial y universal.
Artículo original en inglés escrito por Pamela Gerloff.
Adaptación al español por Michael Thallium
Mientras que la muerte de Osama bin Laden se celebra con entusiasmo en todos los EE.UU. y otras partes del mundo, seguramente que muchos considerarán una heregía decir que ese júbilo está fuera de lugar. A pesar de ello, lo digo, porque se necesita decirlo. Lo que estoy tentada a decir es esto: Conteneos, celebrantes. ¿Tan poca decencia tenéis?
Comprendo perfectamente que quienes sufrieron los atentados del 11 de septiembre se sientan aliviados, incluso felices, de cerrar capítulo después de 10 años esperando “que se haga justicia” – y no tengo nada en contra de esos sentimientos. Cerrar capítulo es un anhelo natural y, ciertamente, puede servir para que las personas superen un grave trauma. Y los sentimientos son sentimientos. Si sientes alegría, sientes alegría.
Pero la celebración está fuera de lugar, no importa cuáles sean los sentimientos de júbilo. Y aquí va el porqué.
“Celebrar” la muerte de cualquier miembro de nuestra especie -por ejemplo, coreando “¡USA!” y cantando el himno nacional alrededor de la Casa Blanca o manifestándose jubilosamente en las calles- es una violación de la dignidad humana. Independientemente del grado percibido del “bien” y del “mal” en cada uno de nosotros, todos somos, cada uno de nosotros, humanos. Celebrar la muerte de una vida, cualquier vida, es faltar al honor de la inviolabilidad inherente a la vida.
Muchas personas argumentarán que Osama bin Laden no respetó la inviolabilidad de la vida de los demás, pero yo digo: “Bueno, ¿y qué?” Lo que nos hace humanos es nuestra capacidad de elegir nuestro propio comportamiento. Más concretamente, es nuestra capacidad de devolver bien por mal, amor por odio, dignidad por indignidad. Mientras que algunos consideran que Osama bin Laden ha sido la personificación del mal, sin embargo, era un ser humano. Una respuesta más adecuada a su muerte hubiese sido llorar las muertes y tragedias que condujeron a la muerte violenta de bin Laden, así como a las muertes violentas de otros miles que intentaron eliminarlo de la faz de la Tierra; sentir compasión por cualquiera que por su puesto en el ejército o en el gobierno, estadounidense o de cualquier otra nacionalidad, ha tenido que desempeñar un papel en la muerte de otro.
No somos una especie pacífica y tampoco somos una nación pacífica. La celebración de esta muerte en todo el país llama la atención sobre estos hechos.
La muerte de Osama bin Laden nos da la oportunidad de preguntarnos: ¿Qué tipo de nación y que tipo de especie queremos llegar a ser? ¿Queremos llegar a ser una especie que honra la vida? ¿Queremos llegar a ser una especie que personifica la paz? Si eso es lo que queremos, entonces tenemos que empezar a examinar nuestros propios corazones y acciones y comenzar a evolucionar conscientemente en esa dirección. Podríamos empezar por no celebrar la muerte de otro.
Es difícil no pensar que algo de ese impulso de celebrar “haber hecho justicia” posiblemente contenga cierto placer de venganza -no solo “cerrar capítulo”, sino “desquitarse”. El mundo no es más seguro con el violento fallecimiento de Osama bin Laden (las amenazas están aumentando, no disminuyendo), así que no hay ningún motivo de celebración; el mal no ha sido finalmente erradicado de la Tierra, así que no hay razón para el júbilo a ese respecto. La Guerra contra el Terror continúa, así que tampoco se ha cerrado capítulo. Lo cierto es que “celebrar la justicia” cuando se mata a alguien -como ocurre habitualmente en las guerras entre las bandas callejeras de algunas ciudades de Estados Unidos- solo incita a más deseos de venganza que, desde el punto de vista de “la otra parte”, normalmente se llama “justicia”
Piénsalo. Si para obtener “justicia” otro gobierno matara a un líder de nuestro país por sus actos de agresión en la Guerra contra el Terror de la manera en que se ha matado a Osama bin Laden – y se viera a la gente de ese otro país coreando el nombre de su país, cantando el himno nacional y manifestándose en las calles-, los estadounidenses se sentirían más enfermos que alegres, ¿no te parece? El impulso de celebrar una muerte depende del lado en que estés.
Solamente tendremos paz cuando paremos este ciclo de júbilo por los actos de violencia.
¿Quién parará este ciclo? Si no somos nosotros, ¿quién lo hará? Si no somos ni tú ni yo, ¿quién será?
“No preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti.” (John Donne)
Hoy comencé el día haciendo un poco de ejercicio físico. Hice una excepción a mi habitual manía de abrir el buzón de correo electrónico nada más levantarme y, en su lugar, me fui al gimnasio. Cuando regresé a casa, entonces ya sí que no pude contenerme y abrí el buzón de correo. Amén de todos esos correos publicitarios que directamente borro sin prestarles la más absoluta atención, allí estaban también esos típicos y numerosos correos de aviso de Facebook: Fulanito te ha escrito una mensaje, Menganita ha colgado un enlace en tu muro, Zutanito te invita a tal o cual evento…
Sin embargo, entre toda aquella pila de correos, hubo uno que no solo me llamó la atención, sino que me sorprendió y agradó enormemente. El correo lo enviaba Don Camilo. Si no fuera porque ya falleció hace años, más de uno pensaría que me refiero a Camilo José Cela, pero no, no es ese Don Camilo. En el apartado del remitente se leía Camilo Pieschacón Velasco; en el de asunto, un escueto y significativo “Agradecimiento”.
Hace muchos meses, me regalaron unas entradas para acudir a la representación de la ópera La ciudad muerta (Die tote Stadt). La memoria me traicionó y, no sé por qué extraña asociación neuronal, durante meses creí que aquellas entradas habían sido para la ópera Jenufa de Leoš Janáček, pero ahora que escribo estas líneas, doy fe de que fueron para La ciudad muerta de Erich Wolfgang Korngold en el Teatro Real de Madrid. El generoso donante de aquellas entradas fue el amable remitente del correo de marras: Don Camilo. Y su agradecimiento se debía a que hace algunas semanas le hice llegar, por medio de una de sus hijas, un libro en señal de agradecimiento por la amable donación de la que yo disfruté enormemente en el Real.
Don Camilo PIeschacón concluye su correo diciendo que por el contenido de mi web y por lo que su hija le ha contado de mí, se da perfecta cuenta de que soy una persona con infinidad de inquietudes intelectuales y que le agradaría mucho compartir manteles conmigo a su regreso a Madrid.
Pues bien, a mí me encantaría compartir mantel y buena conversación con una persona de quien puedo aprender muchísimo. Así que recojo el testigo y gustosamente acepto, Don Camilo.
(Artículo escrito por Rachel Flowers; adaptación al castellano por Michael Thallium) Recuerdo que un día, después del colegio, pregunté al amigo de mi madre si podía escuchar la versión de estudio del álbum Night and Day II de Joe Jackson. Escuché las versiones en director de algunas canciones del álbum 25th Aniversary Live. También oí algunas fragmentos de las versiones de estudio, pero quería oír las versiones enteras. Después de escuchar todo el álbum con los auriculares, mi madre me grabó las canciones en la tarjeta de un aparato para ciegos que utilizo y que se llama Victor Reader Stream. Escuché las canciones enteras y me las aprendí todas.
Todavía me gustan más las versiones en directo de algunas de esas canciones, porque están interpretadas con energía y con instrumentos reales.
Al día siguiente de conseguir mi nueva flauta, hice una interpretación para piano y flauta del concierto n.1º de Keith Emerson y de Just Because. Un día, cuando mamá llegó a casa del trabajo, me senté al piano y le toqué un popurrí de estas canciones, pero no las canciones completas. Al día siguiente de haber hecho el vídeo de la versión para piano y flauta del concierto de Keith Emerson, pensé en grabar Just Because y, entonces, también pensé en grabar un popurrí con la mayoría de las canciones. Tomé ideas tanto de las versiones en estudio como en directo.
En la obertura, Prelude (originalmente para teclado, cuerda y chelo), toqué una melodía a la flauta y al piano, más parecida a la versión en directo. Toqué todas las canciones excepto Glamour and Pain y Happyland, pero reflejé algunas partes de Happyland (el estribillo) y de Love Got Lost (la sección del medio antes del último estribillo) en el preludio. Tomé muchas más ideas de la versión en directo que de la versión en estudio. Algunos fragmentos de las canciones los toqué al igual que hiciera el saxofonista y flautista Najee con su versión de las canciones de Stevie Wonder: Key of Life.
Después del preludio, toqué una parte de percusión rítmica para la segunda canción (con un nombre cargado de ira y letra violenta), pero disfruté con la música. Algo especial pasa con la sección de percusión de esta versión en directo, resulta más dramática que la versión en estudio. Tomé unos compases de la versión en directo y los toqué a la flauta y me divertí mucho con ello. Quería seguir con un solo de flauta, pero me resultaba difícil tocar ambos instrumentos a la vez, así que toqué un poco de piano para pasar de Stranger Than You al tema Why con reminiscencias de Oriente Próximo y de ópera.
Me salté Glamour and Pain, no porque no me guste, sino porque no pude encontrar la forma de encajar la canción en el popurrí. Aunque tiene una palabra en el segundo verso, me gusta más la chica que la canta en directo que la versión en estudio. Pero encontré una forma de pasar a Dear Mom. Improvisé un poco durante mitad del verso en Love Got Lost, pero toqué parte del estribillo para enlazarlo con Just Because.
La versión en estudio de Just Because comienza con una fuga para cuarteto de cuerda mientras que la versión en directo comienza con la canción propiamente dicha. Comencé con la última parte de la fuga (al estilo de piano) y después pasé a la versión en directo. Esta es la parte dramática de la canción. Decidí tocar la melodía casi como el pianista de un trío de jazz contemporáneo llamado The Bad Plus. Toqué los primeros versos y estribillos con voces al estilo de jazz. Durante el segundo verso, canté y toqué la flauta a la vez para intentar tocar una versión musical de las palabras y también toqué la parte de cuerda, entonces intercambié la melodía al piano y flauta.
En el álbum original, la siguiente canción es Happyland pero para mi arreglo, decidí pasar a la última canción, Stay, mi canción favorita. La primera parte de la melodía la interpreté a la flauta y, luego, toqué el resto al piano. También tomé un par de escalas pianísticas de Emerson, que se pueden oír en partes del popurrí. Recuerdo que sonreí cuando terminé de tocar. Esta es mi versión instrumental para flauta y piano de estas canciones y me lo pasé muy bien tocándolas.
Esta mañana temprano, leí en Twitter una interesantísima entrada del tonto digital al que sigo -no, no es broma, así es el alias de Greg Satell, @DigitalTonto, que de tonto no tiene un pelo- y a quien os recomiendo seguir si para vosotros leer en inglés no entraña demasiada dificultad. Al leer dicha entrada, di con alguien nuevo para mí a quien yo he bautizado como el “Don Pacontrarias” en versión estadounidense. Me refiero a Bob Hoffman, director general de Hoffman/Lewis advertising en San Francisco y San Louis. Anteriormente, Bob fue el director general de MOJO USA y ex presidente y director creativo de Allen & Dorward. Además, ha sido presidente del SF Ad Club y miembro del consejo de AMIN (Advertising and Marketing International Network). Bob también fue maestro ciencia en colegios de secundaria. Entre otras muchas empresas, Bob Hoffman ha hecho anuncios publicitarios para McDonald’s, Toyota, Shell, Nestle, Blue Cross, Chevrolet, Pepsico, Bank of America, Seagrams y otras muchas empresas que ni siquiera recuerda. También es autor del libro The Ad Contrarian, -de ahí me vino la idea de Don Pacontrarias- y del blog que lleva el mismo nombre.
¿Cuál fue la primera empresa que hizo un estandarte publicitario, eso que muchos llaman banner, en Internet? ¿Quién fue el primero con un iAd, esos anuncios en la plataforma de Apple? ¿Quién tuvo el primer canal de vídeo en YouTube? ¿Qué empresa tuvo la primera página web, primer perfil en Twitter o Facebook?
Nadie lo sabe ni a nadie le importa.
Hay algunas áreas de negocio en las que ser el primero posiblemente sea cuestión de vida o muerte, pero la publicidad no es ninguna de ellas.
Mientras que todos quieren ser los primerísimos en subirse al carro de de la tecnología de los medios digitales, a mí me parece que hay muy poca o ninguna ventaja en ello. De hecho, con tantas nuevas tecnologías de publicidad y mercadeo evolucionando a la par, posiblemente haya mayor riesgo potencial que recompensa en ser el primero.
Según algunos informes, Apple ha bajado recientemente el coste de compra de iAds de un millón de dólares a medio millón. ¿No te hubiera encantado ser el tonto del pueblo que se metió primero?
La industria de la publicidad se ha llegado a obsesionar por ungir cada nueva tecnología que aparece con el titulillo de “lo que cambiará todo”. No te amedrantes con tal estampida de tonterías.
Tienes mucho tiempo para analizar lo que funciona y por qué. La tecnología digital no se va a marchar. Comprende las opciones e implántalas prudentemente. Las personas que las crearon estarán encantadas de vendértelas quince minutos después de que hayan demostrado ser exitosas.
Recuerda uno de mis axiomas: “no hay mayor embaucador que un crédulo “marketiniano” convencido de que se está perdiendo una moda.