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Dos grandes mujeres: Madam Curie y Ghulam Sughra Solangi

Dos opiniones sobre cómo descubrir la grandeza

Esta es una columna mensual sobre cómo descubrir nuestra grandeza escrita conjuntamente por Amit Nagpal de la India (quien habla de una persona de occidente) y Michael Thallium de España (quien habla de una persona de oriente). Nuestro objetivo es compartir las historias de éxito de grandes seres humanos y con ellas deseamos inspirar a nuestros lectores para que también descubran su propia grandeza.

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Aportación de  Amit Nagpal, India

http://www.dramitnagpal.com/my-profile/

Marie Curie: Una mujer de substancia y más

Marie CurieEl chiste era que Marie fue el gran descubrimiento de su esposo Pierre. La pareja hizo grandes descubrimientos científicos, y escribieron conjuntamente muchos artículos de investigación. De hecho, la carrera profesional de Pierre se disparó después de conocer a Marie. ¿Qué es lo que creó ese “toque de Midas” en Marie? Averigüémoslo.

Siempre me han fascinado las mujeres con coraje. En el mundo de hoy, tener coraje es mucho más fácil para una mujer, pero hace cientos de años, cuando las sociedades eran patriarcales en el verdadero sentido de la palabra, ciertamente, no era nada fácil.

He admirado profundamente a mujeres como Rani Laxmibai y Devi Ahilyabai en la India, y a Marie Curie y Maya Angelou en el mundo. Muchos de nosotros nos habremos hecho preguntas del tipo: ¿de dónde salía la fuerza de esas mujeres?, ¿se trataba de un pariente o padre que las apoyaba, de una fuerza interior proveniente de su conexión con su yo más profundo o de algo más? En este artículo decidí profundizar en la historia de Marie Sklodowska-Curie, popularmente conocida como Madam Curie y asociada al descubrimiento del radio (junto con su esposo y compañero de propósito vital).

Marie nació en Polonia y emigró a Francia más tarde. A pesar de provenir de una familia con buena formación académica y próspera, Marie tuvo una infancia difícil ya que se padre contribuía a las finanzas del movimiento de liberación de Polonia. Su padre Wladyslaw Sklodowski, enseñaba matemáticas y físicas y tuvo una gran influencia en la carrera de Marie. En aquellos días, a las mujeres no se les permitía matricularse en la educación formal, así que ella y su hermana Bronislawa se enrolaron en la clandestina Universidad Volante, una institución patriótica polaca de estudios avanzados que admitía a mujeres como estudiantes. Más tarde, durante su formación universitaria en París, Marie no podía permitirse comprar comida y con frecuencia se desmayaba por el hambre.

Fue su mutuo interés por las ciencias naturales lo que atrajo y unió a Pierre y Marie. Su pasión mutua por la ciencia les acercó cada vez más. Finalmente, Pierre le propuso matrimonio y se convirtieron en algo más que compañeros de vida o compañeros de propósito vital. A su mágica relación se sumaban dos pasatiempos compartidos, a saber: los largos viajes en bicicleta y los viajes al extranjero.

Marie fue una física y química que llevó investigaciones pioneras sobre la radiactividad. No solo fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel, sino que también fue la única mujer en ganarlo dos veces, y fue parte del legado de cinco Premios Nobel de la familia Curie. También fue la primera mujer en llegar a ser catedrática de la Universidad de París. ¡Guau! ¡Vaya una increíble mujer de sustancia!

Marie compartió el Premio Nobel de Física de 1903 con su marido Pierre Curie y, más tarde, en 1911, recibió el Premio Nobel de Química. Entre sus logros estaban la formulación de la teoría de la radiactividad, técnicas para aislar los isótopos radiactivos así como el descubrimiento de dos elementos, el polonio y el radio. Bajo su dirección, se llevaron a cabo los primeros estudios mundiales sobre el tratamiento de la neoplasia empleando isótopos radiactivos. Fundó los Institutos Curie de París y Varsovia que, incluso hoy, siguen siendo centros referentes en la investigación médica.

Siendo mujer, Marie afrontó un obstáculo tras otro y, sin embargo, siguió perseverando. En 1903, le otorgaron el doctorado por la Universidad de París. El mismo mes, la Institución Real de Londres invitó al matrimonio a dar una conferencia sobre la radiactividad. Impidieron que Marie hablase porque era mujer. Tres años más tarde, una nueva tragedia golpeó a Marie cuando Pierre murió en un accidente de carretera. Obviamente, la muerte de su esposo, trastornó profundamente a Marie.

en 1921, el presidente de los Estados Unidos Warren G. Harding la invitó a la Casa Blanca y le mostró el primer “radio” extraído en los EE.UU. Marie era honrada y humilde hasta el punto de que incluso devolvió su beca en cuanto comenzó a ganar dinero. En lugar de vivir una vida pródiga, Marie donó buena parte del Premio Nobel a sus amigos, familia, estudiantes y asociaciones de investigación. Incluso pidió que los premios en regalos y en efectivo se dieran a las instituciones científicas a las que estaba afiliada en lugar de a ella. Se cree que Albert Einstein comentó que Marie era probablemente la única persona a la que la fama no podía corromper.

Su amor por la radiactividad de hecho la llevó a su propia muerte. Por aquel entonces, no se había descubierto aún la dañina repercusión que las sustancias radiactivas tienen en la salud de los humanos. Falleció con apenas 66 años debido a una anemia aplásica provocada por la exposición a la radiación del radio y los rayos X.

Marie sigue siendo un icono del mundo científico y un verdadero modelo que seguir. La revista New Scientist llevó a cabo una encuesta en la que se votó que Marie Curie era la “mujer más inspiradora de la ciencia”. Polonia y Francia declararon el año 2011 como “El Año de Marie Curie”. En su honor, la ONU declaró ese mismo año como “El Año Internacional de la Química”.

Su libro “Radiactividad” se publicó en 1935 después de su fallecimiento. Desde las alarmas hasta los mandos del aire acondicionado, en cuanto ves algo con radio, te acuerdas de la inmortal Marie Curie.

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Aportación de  Michael Thallium, España

Ghulam Sughra Solangi, una mujer de coraje

Ghulam Sughram SolangiImagínate que eres una mujer. No es muy difícil si ya eres una. Ahora imagínate que eres una niña de doce años. Tampoco resulta muy difícil si ya lo eres, aunque dudo mucho que estés leyendo esto si eres realmente una niña de doce años. Pero si es así, ¡enhorabuena!, porque este artículo trata de ti… bueno, no exactamente de ti, sino de todos nosotros. Ahora pongamos por caso que eres esa niña de doce años y que vives en algún lugar con tus padres y quieres una educación porque eres analfabeta, pero tus padres te fuerzan a casarte con un hombre mayor que tú, porque así lo manda la tradición. Entonces, tienes tu primer hijo a los 13 años y tu segundo hijo a los 15. Para cuando cumplas 20 años tu marido te habrá repudiado y abandonado con tus hijos. Te divorcias… Parece que eso es muy improbable que ocurra en ciertas partes del mundo como, por ejemplo, Europa, pero desafortunadamente es bastante común en otras partes del mundo. Si no me crees, permíteme decirte que eso es exactamente lo que le ocurrió de pequeña a Ghulam Sughra Solangi.

Ghulam Sughra Solangi nació en un pueblecito de Pakistán en 1970. Después de su durísima experiencia de pequeña y también como joven mujer (estuvo a punto de suicidarse), Sughra decidió que quería independizarse con sus dos hijos y algo le pasó por la cabeza que convirtió sus nervios en nervios de acero. Quería tener una educación, ir a la escuela, a pesar de todas las dificultades y oposiciones familiares y sociales. A la edad de 31, Sughra se sacó la licenciatura en educación y, más tarde, en 2003, terminó un máster en sociología. Sughra ha ayudado a miles de mujeres de las zonas rurales de Pakistán. Es la fundadora y directora de la Organización Marvi para el Desarrollo Rural (http://marvi.org.pk) y, en 2011, le concedieron el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje.

Tengo que explicar la razón por la que elegí escribir sobre Ghulam Sughra Solangi. Hace un par de años, Amit Nagpal, de la India, y yo comenzamos una serie de artículos sobre grandes personas de la humanidad, pero dejamos de escribir durante una año. Después decidimos retomar nuestra colaboración y decidimos escribir sobre grandes mujeres. Él eligiría una mujer del Mundo Occidental y yo una del Mundo Oriental. Mi sorpresa fue que, por lo general, si uno busca por Internet, se da cuenta de que hay muchísima más información sobre “grandes” hombres en la historia que “grandes” mujeres; y aún muchísima más información sobre mujeres occidentales que sobre mujeres orientales. Dicho de otro modo, pareciera que no ha habido grandes mujeres en la historia, cosa que, por supuesto, no es cierta. Así que me dije que debería de haber una mujer de Oriente sobre la que escribir un artículo y que, además, tendría que estar viva. ¡Ahí lo tienes! No elegí a Ghulam Sughra Solangi debido a sus muchos y grandes logros en la vida o porque recibiera distintos premios o galardones. La elegí porque, para mí, representa a millones de mujeres en el mundo que luchan y, contra todo pronóstico, medran.

Me gusta escribir sobre personas que conozco o con las que estoy en contacto de alguna manera. Por eso, intenté ponerme en contacto con Sughra por correo hace un par de semanas, pero no tuve éxito. Así que en el momento en que escribo estas palabras, solo sé de Sughra por lo que he visto en Internet. Sin embargo, ella me recuerda a otra mujer que sí que conocí hace algunos años: Tina Kpan de Liberia, una mujer de coraje y una trabajadora social incansable que ayuda a montones de niños en su país.

El mundo está lleno de personas que no son famosas, pero que hacen realmente grandes cosas. Aprender a ver esos logros no es una tarea fácil, sobre todo en un mundo lleno de demasiada información negativa por todas partes. Yo soy hombre, y como yo, hay millones de hombres en el mundo. No soy mujer, pero no puedo dejar de dar mi reconocimiento a todas esas mujeres en el mundo que hacen de este planeta un lugar mejor.

Realmente intenté imaginarme que yo era una niña de doce años forzada a casarse y a la que no permitían estudiar. No es fácil hacerlo, y tampoco me gustaría estar en su pellejo. Pero saber que esa niña siguió luchando y creciendo y que medró ayudando a otras muchas niñas y mujeres, eso me inspiró, y creo que no me equivoqué en mi elección al escribir sobre Sughra, porque este artículo no trata, al final y al cabo, de ella, ni siquiera trata de las mujeres. ¡Trata de nosotros!

De Smetana, de mi vida y de las elecciones

DSC02584Hoy a medio día pasé por La Quinta de Mahler (LQM), lugar al que acudo con relativa frecuencia y del que he hablado en algún que otro artículo, y al no encontrar lo que andaba yo buscando, le pregunté a Juan Lucas, responsable de la tienda, si había alguna novedad musical que me pudiera recomendar. Enseguida, Marina, otra de las personas detrás de LQM, quien estaba sentada en un sillón ordenando algunos cedés, gritó “¡Esto!”, levantando la mano y mostrando un cedé del sello Supraphon con la grabación de los cuartetos números uno y dos del compositor checo Bedřich Smetana (1824-1884). La interpretación corría a cargo del extraordinario Cuarteto Pavel Haas, formado por Veronika Jarůšková (primer violín), Marek Zwiebel (segundo violín), Pavel Nikl (viola) y Peter Jarůšek (violonchelo). Dicho y hecho o quizás sería mejor decir “mostrado y comprado”, pues comprar el susodicho CD fue lo que hice. Salí de la tienda y me fui a atender mis quehaceres profesionales. Tuve que esperar hasta bien entrada la tarde para poder escuchar la música. Y lo hice de una manera que a alguna persona puede resultarle un tanto extraña. Grabé el cedé en el ordenador, lo transferí a un iPod y salí con los auriculares puestos para escuchar los dos cuartetos mientras hacía ejercicio con la bicicleta por el campo. ¡Pero a quién se le ocurre salir a hacer deporte y escuchar música de cámara, más aún cuartetos de cuerda, de un compositor checo que la inmensa mayoría de habitantes de este planeta desconoce! Sí, los hay quienes somos “raritos” y hacemos ese tipo de cosas. O también podría decir que los “raritos” son los muchísimos miles de millones de personas que no lo hacen y se pierden esa experiencia… En cualquier caso, lo cierto es que hice tres cosas en una, mi sesión particular “3 en 1”: ejercitar los músculos (cuerpo), dar rienda suelta a la mente (mente) y deleitar el oído con una música bellísima (espíritu).

Bedřich Smetana compuso el Cuarteto de cuerda n.º 1 en mi menor, al que tituló “De mi vida”, entre octubre y diciembre de 1876, es decir, a la edad de 52 años, dos años después de haberse quedado sordo. Este cuarteto se interpretó por primera vez en abril de 1878 — por cierto, fue el mismísimo Antonín Dvořák quien se sentó a la viola para la ocasión —, en el piso de Josef Srb, quien hizo funciones de secretario de Smetana desde que este se quedara sordo en 1874. En una carta, fechada el 12 de abril de 1878, Smetana le decía a su amigo Josef Srb:

“Quería que las notas de este cuarteto representaran el curso de mi vida [...] El primer movimiento: afecto por las artes en mi juventud, predominio de lo romántico, deseo inefable por algo que no podría expresar o imaginar con claridad, así como la casi premonición de mi futuro infortunio, el tono que suena tan largo, que en el finale surgía desde el principio, es el pitido fatal de los tonos más agudos de mi oído, que anunciaba que me iba a quedar sordo en 1874. Me aventuré en esta nimiedad porque era tan vital para mí. El segundo movimiento: la casi polca me retrotrae a la feliz vida de mi juventud, cuando como compositor inundé el mundo con mi música de baile, yo mismo habiendo sido conocido como un apasionado bailarín, etc. El movimiento intermedio: menos vivo, en re bemol mayor, es el que en opinión de los intérpretes [...] resulta imposible de tocar. Parece que no se puede lograr la pureza de los acordes; destaco que los tonos en este movimiento representan las reminiscencias de aquellos círculos aristocráticos en los que me moví durante muchos años. El tercer movimiento: el largo sostenido evoca la dicha del primer amor por una chica que más tarde se convertiría en mi fiel esposa. El cuarto movimiento: llegar a conocer los modos de la música folclórica, la alegría del resultado de este viaje, hasta que se truncó por ese ominoso desastre mío, el comienzo de la sordera, la visión del horrible futuro, un pequeño rayo de esperanza por mejorar, si bien un sentimiento doloroso a la luz del comienzo de mi carrera. Este quizás fue el propósito de esta composición, que es casi enteramente privada, por ello escrita con conocimiento de causa para cuatro instrumentos que, en el estrecho círculo de amigos, se supone que hablarán entre ellos sobre aquello que me ha moldeado preferentemente. Nada más [...] No tuve intención de escribir un cuarteto siguiendo las formas al uso.”

Todas esas cosas de las que habla Smetana son las que intenté escuchar mientras pedaleaba yo por los caminos. Y es verdad que al escuchar esta obra, llama mucho la atención ese inconfundible tono (pitido) agudo que representa la sordera del compositor checo.

En cuanto al Cuarteto de cuerda n.º 2 en re menor, Smetana lo completó en marzo de 1884, es decir, un año antes de fallecer. En una carta a Josef Srb, Smetana decía:

“He terminado el primer movimiento del cuarteto, si bien estoy un poco perplejo en lo referente a su textura, dado que el movimiento tiene una forma verdaderamente extraordinaria y es difícil de comprender, con una especie de caos que domina a lo largo de todo él, que parece que causará problemas a los intérpretes — es una consecuencia de mi desafortunado vivir —. Me siento sin fuerzas, con sueño, y me temo que mis ideas musicales van poco a poco perdiendo su vitalidad. A mí me parece que todo lo que trato musicalmente en mi cerebro está, de algún modo, cubierto por una neblina de desánimo y pesar.”

El cuarteto se estrenó también en casa de Josef Srb y el propio Smetana pudo “oírlo”, al menos visualmente y en su imaginación. En una carta a Srb del 24 de mayo de 1883, Smetana expresaba su satisfacción:

“El cuarteto ha comenzado a ganar fuerza y, definitivamente, lo publicaré, pues es bueno, presenta elementos melódicos y rebosa de emoción y novedad.”

Sin embargo, el cuarteto no pudo publicarse hasta después de la muerte de Smetana, y la primera edición crítica de la partitura no llegaría hasta 1944, sesenta años más tarde.

Al regresar de mi particular sesión “3 en 1” — ejercicio de cuerpo, mente y espíritu —, me encontré en mi buzón de correo electrónico con el mensaje de un buen amigo, Julio Mora, con quien he compartido largas caminatas y conversaciones — por cierto es maestro belenista y tiene un blog muy interesante llamado Belenes en movimiento:

Michael:

Para que lo recomiendes en tu blog, suponiendo que te interese. Hace unos días, estaba en Siena (Italia). Justo enfrente de la espectacular fachada de su catedral, hay una iglesia muy modesta (casi no lo parece). Como soy un viajero un poco raro, entré y, dentro, una de las mejores sorpresas de los últimos tiempos.

Un coro, vestidos de verde, estaba ensayando. El impacto que me produjo fue tan fuerte que me quedé hasta el final de su actuación, y al terminar, me levanté y me puse a aplaudir como loco. En la iglesia, además del coro, solo estábamos Goyi [su mujer] y yo. El director del coro se volvió hacia mí y me saludó con la inclinación habitual. Aún se me pone un nudo en la garganta cuando lo recuerdo.

¿Será esto lo que sentís los que entendéis de música? ¿Qué coral será aquella? Quizá alguno de tus amigos la conozca.

Buscando en Google, creo que la iglesia es: Santissima Annunziata

Uno no tiene que ser un entendido para disfrutar de la música. Ciertamente, cuanto mayor es el conocimiento, mayor es el número de matices que uno percibe, pero el disfrute va por senderos distintos a los de la erudición. Me alegra saber que mi buen amigo Don Julio haya disfrutado tanto de esa música coral, más teniendo en cuenta que, en más de una ocasión, me aseguró que tenía un oído enfrente del otro y que no entendía de música. Es una cuestión de elección abrir los oídos. Y, como toda elección, es eliminatoria. Cuando uno elige, cuando uno decide, en ese mismo momento en que toma una decisión, su atención se centra en lo decidido y deja a un lado los otros millones de elecciones posibles. Por eso es importante saber lo que uno decide, y más aún ser consciente de lo que ha descartado con su elección…

La experiencia del ingeniero y maestro belenista me viene al pelo para concluir este artículo invitando a quien quiera que sea que lea estas palabras a escuchar “De mi vida”, el primer cuarteto de cuerda de Bedřich Smetana, quien se quedaría atónito si supiera que 130 años después de su muerte alguien podría disfrutar “de su vida” pedaleando en bicicleta por el campo y sin siquiera tener al cuarteto de cuerda delante… Seguramente que Smetana soltaría una vehemente carcajada de incredulidad. ¡Maravillas de la tecnología!

Gracias a ti, lector, por haber llegado hasta aquí. Espero que tu elección de haber seguido leyendo hasta el final te haya servido para apreciar tu tiempo y todas esas cosas que has dejado de hacer al leerme. Si algo has aprendido, me doy por satisfecho.

Michael Thallium
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Scott Joplin: de la superstición al conocimiento – Treemonisha

La Quinta de Mahler, Madrid.

La Quinta de Mahler, Madrid.

Con la grabación de Treemonisha di por casualidad cuando merodeaba por La Quinta de Mahler , tienda de música muy cercana al Teatro Real, en Madrid. Allí suelo acudir en busca de música y buena conversación. En este caso, fue José, uno de los responsables de la tienda, quien me recomendó esta grabación de la ópera que Scott Joplin (1868-1917) compuso en 1910, pero que no se estrenó con orquesta hasta el año 1972. De hecho, Scott Joplin tampoco pudo estrenar la versión orquestal en vida; tan solo pudo hacer una representación de la obra en 1915, financiada por él mismo e interpretada al piano también por él mismo, sin orquesta. Y por si fuera poco, en 1962, un fideicomisario destruyó el manuscrito de la orquestación de Joplin al considerar que el agua había estropeado la partitura y no merecía la pena conservarla… Así que la versión que conocemos hoy es una aproximación a las ideas de Joplin basada en una reducción para piano que apareció en 1970, sesenta años después de su composición. Entonces apareció el músico y compositor de jazz Gunther Schuller (1925- ), quien en 1975 realizó una orquestación para la Gran Ópera de Houston, orquestación que es la de la grabación de marras.

El argumento de esta ópera, cuyo libreto y música son del propio Scott Joplin, esTreemonishasencillo y claro: Treemonisha es una chica que ha aprendido a leer, escribir y sumar y restar, lo cual le facilita conocer cosas nuevas y darse cuenta de las supersticiones y miedos que provoca la ignorancia de las personas del pueblo en el que vive. Las personas se resisten al cambio. La superstición forma parte de su cultura y rechazan a Treemonisha. Los curanderos, hechiceros y predicadores de turno secuestran a Treemonisha porque les dice que viven del cuento. Al final, un amigo de Treemonisha la rescata y ella se convierte en la líder de su pueblo sirviéndose de la ilustración y la razón para acabar con los miedos y las supersticiones.

A mí me gusta utilizar la música como metáfora para la mediación emocional en los procesos de cambio (coaching) y para liderar personas. Y Treemonisha me sirve para hablar de algunos aspectos que considero importantes para toda persona que se embarque en la aventura del cambio consciente, bien sea el propio o ayudando a otras personas.

Aspecto 1: TIEMPO. En un proceso de cambio todos tenemos nuestros tiempos y hay que saber verlos, establecerlos y respetarlos. Scott Joplin escribió la ópera Treemonisha, pero no pudo estrenarla con orquesta mientras vivió y tuvieron que pasar muchos años y avatares para que eso ocurriera.

Aspecto 2: COLABORACIÓN. Hay metas que dependen de uno mismo. Hay otras metas, la mayoría, en las que intervienen otras muchas personas. Fueron muchas las personas que intervinieron para que la versión orquestada de Treemonisha se estrenara 58 años después de la muerte de Joplin.

Aspecto 3: MIEDO. Los miedos son el mayor obstáculo para el cambio. Darse cuenta de ellos es el primer paso para el cambio y afrontarlos aprendiendo formas de superarlos. Treemonisha vence su miedo al salir de la ignorancia y darse cuenta de que la vida no puede basarse en supersticiones irracionales.

Aspecto 4: PERSEVERANCIA. Cuando tomamos consciencia y aprendemos algo nuevo que queremos incorporar a nuestras vidas tenemos que perseverar. Treemonisha persevera hasta el final a pesar de las amenazas y presiones que recibe de los instigadores de la superstición y el miedo.

ASPECTO 5: RECOMPENSA. Cuando comenzamos un proceso de cambio importante hemos de ser conscientes de las recompensas que el esfuerzo aportará a nuestras vidas. La recompensa de Treemonisha no es solo la de su liberación del miedo, sino también la de sus paisanos quienes, además, depositan su confianza en ella para liderar ese cambio.

La ópera de Scott Joplin también puede servir, amén del mero disfrute musical, para aprender inglés y conocer las particularidades del inglés afroamericano, si esa es la meta de quien lea estas palabras. Siempre se pueden descubrir cosas nuevas y hacer partícipe de ellas a quienes nos rodean… por si les sirven de algo.

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De mis escuchas (Parte 2)

Michael Thallium, Global & Greatness Coach

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Hace ya más de un año, escribí De mis escuchas (Parte 1). El tiempo pasa muy rápidamente y ya iba siendo hora de continuar con esta serie de artículos. No repetiré lo que ya dije en la primera parte, así que te recomiendo que, si no lo hiciste en su día, leas el artículo mencionado más arriba.

Al igual que ocurre con los viajes de los exploradores — de un viaje surge otro viaje y ese viaje te lleva a otro y ese otro a otro más —, el viaje que uno emprende cuando escucha una obra musical le lleva a otra obra y esa obra a otra. Uno pasa de un compositor a otro, de una época a otra, de un estilo a otro… Lo importante es no perder el rumbo: en mi caso, mejorar la escucha a las personas por medio de la música. A continuación dejo una lista con algunas de las obras con que experimenté:

GESUALDO, Carlo (1566-1613, Italia)

Responsoria es una obra compuesta en 1611, dos años antes de la truculenta muerte de Gesualdo, quien fue príncipe, conde, doble asesino… y compositor. Interpretada por La Compagnia del Madrigale, esta excelente grabación incluye madrigales espirituales de otros compositores contemporáneos de Gesualdo — Pietro Vinci (1525-1584), Luzzasco Luzzzaschi (1545-1607), Giovanni de Macque (1548/50-1614) y Luca Marenzio (1553-1599) — que se intercalan entre los cantos litúrgicos de Gesualdo. Glossa, 2014.

MONTEVERDI, Claudio (1567-1643, Italia)

Libros de madrigales núms. 2, 3 y 5 interpretados por el conjunto vocal italiano Delitiae Musicae dirigido por Marco Longhini. Estas grabaciones son exquisitas y más de uno se llevará una sorpresa al escucharlas. Naxos, 2004-2006.

Libro de madrigales núm. 8 “Madrigali guerrieri ed amorosi” interpretados genialmente por el Concerto Vocale dirigido por René Jacobs. Harmonia Mundi, 2002.

SCHÜTZ, Heinrich (1585-1672, Alemania)

Historia de la Resurrección (Auferstehungshistorie). Compuesta en Dresde, en 1623, durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), guerra que diezmó la población de Europa central. Esta grabación de Historia de la Resurrección está interpretada por el Coro de Cámara de Dresde (Dresdner Kammerchor), el Conjunto de Violas de Gamba Sirius (The Sirius Viols) y el conjunto Instrumenta Musica dirigidos por Hans-Christoph Rademann. Carus, 2014.

Exequias Musicales es una bellísima obra compuesta en Dresde, en 1636, durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El príncipe Heinrich von Reuss organizó con antelación todos los detalles de su funeral, desde la música que se cantaría — compuesta por Schütz — hasta el ataúd. Está obra interpretada genialmente por el conjunto vocal belga Vox Luminis dirigido por Lionel Meunier.

BUXTEHUDE, Dietrich (1637-1707, Alemania/Dinamarca)

Ciaccona: il mondo che gira es una grabación de cinco sonatas, un pasacalle, una chacona y dos cantatas de Buxtehude interpretadas magníficamente por Stylus Phantasticus. Alpha, 2002.

ZELENKA, Jan Dismas (1679-1745, Bohemia)

Responsoria pro hebdomada sancta y Lamentatio Ieremiae Prophetae, interpretado extraordinariamente por Collegium Vocale 1704 y Collegium 1704 dirigidos por Václav Luks. Accent, 2012.

Officium defunctorum y Requiem interpretados por Collegium Vocale 1704 y Collegium 1704 dirigidos por Václav Luks. Accent, 2011.

HÄNDEL, Georg Friedrich (1685-1759, Alemania/Inglaterra)

Pasión de Brockes, oratorio interpretado por el Coro de Cámara de Colonia (Kölner Kammerchor) y el Collegium Cartusianum dirigidos por Peter Neumann. Carus, 2010.

BACH, Johann Sebastian (1685-175o, Alemania)

Variaciones Goldberg interpretadas al clave por Kenneth Weiss. Grabación en directo realizada en 2008. Satirino, 2008.

Ofrenda musical interpretada magistralmente por el conjunto Il Gardellino. Passacaille, 2014.

El arte de la fuga interpretada por el conjunto de violas de gamba Fretwork. Recomiendo esta versión, pues se sale de las habituales interpretaciones para teclado.

Misa en si bemol menor interpretada por el Coro de Cámara y la Orquesta Barroca de Stuttgart dirigidos por Frieder Bernius. Carus, 2006.

HAYDN, Franz Joseph (1732-1809, Austria)

Integral de los cuartetos de cuerda interpretados por el Cuarteto Festetics con instrumentos del período histórico: Istvan Kertész (violín de la Escuela Milanesa del siglo XVII), Erika Petöfi (violín Matthias Thier, Viena 1770), Péter Ligeti (viola Matthias Albanus, Bolzano 1651), Rezsö Pertorini (violonchelo Anónimo francés del siglo XVII). La caja consta de 19 CD. Outhere, 2014.

La Creación. Andreas Spering, Capella Augustina, Cologne Vocal Ensemble & Max Ciolek. Naxos, 2005.

BEETHOVEN, Ludwig van (1770-1827, Alemania)

Integral de los cinco conciertos para piano interpretados por el pianista Paul Lewis con la Orquesta Sinfónica de la BBC dirigida por Jiří Bělohlávek, Harmonia Mundi 2010.

BRITTEN, Benjamin (1913-1976, Reino Unido)

Ópera La vuelta de tuerca. Peter Pears (tenor), Jennifer Vyvyan (soprano), David Hemmings (tiple), Olive Dyer (soprano), Joan Cross (soprano), Arda Mandikian (soprano), la Orquesta Inglesa del Grupo de Ópera (English Opera Group Orchestra) dirigidos por Benjamin Britten. Decca, 1955.

Ópera Muerte en Venecia. Philip Langridge (tenor), Alan Opie (barítono), Michael Chance (contratenor), Cantantes de la BBC, Sinfonía de la Ciudad de Londres dirigidos por Richard Hickox. Chandos, 2005.

Suites para violonchelo interpretadas por Daniel Müller-Schott. Orfeo 2011.

GUBAIDULINA, Sofia (1931- , Rusia)

Repentance es una excelente grabación que incluye obras de distintas épocas: Serenata para guitarra (1960), Sonata para piano (1965), Repentance (2008) y Sotto Voce (2010/13). Bis, 2014.

Volveré a más adelante a escribir sobre las obras de las que me he servido para intentar mejorar mi escucha. Recuerda: un experimento, un viaje que puede llevarte a lugares insospechados.

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Hola. ¡Gracias y enhorabuena! Gracias por haber llegado hasta aquí; y enhorabuena, porque no ha sido fácil. Yo diría que si los milagros existen, este es, sin duda, uno de ellos. Para empezar, para que estés leyendo esto y más aún comprenderlo has tenido que pasar bastantes años de tu vida aprendiendo las miles de combinaciones entre a, b, c, d, e, f… y todas esas letras que conforman el “abecedario”. Pero no solo eso: aparte de aprender muchas palabras, también has tenido que aprender a combinarlas para que tengan algún tipo de sentido y, encima, da la casualidad de que tu anatomía -tu boca, tus labios, tus dientes, tu lengua, tus cuerdas vocales- te permite articularlas casi como si de tu respiración se tratara y eso que no he mencionado la cantidad de órdenes que tu cerebro envía para mover cada uno de los músculos que hacen que “casa” suene “casa” y no “caza”, por ejemplo. Por si fuera poco, da la casualidad de que compartimos el mismo código de comunicación al que llamamos español. ¡Créeme, es todo un milagro! Si ahora estuviera escribiendo en alemán no me entenderías a no ser que tú también comprendieras ese código. En el mundo en que vivimos a comienzos del siglo XXI el inglés se ha convertido en la lengua franca, pero eso no ha sido así siempre. Hace 150 años hubiera sido el francés, y unos cuantos siglos atrás, el latín, o el árabe, el griego… Por otra parte, si nos atenemos exclusivamente al número de personas que hablan una lengua nativa, la lengua mayoritaria hoy es el chino mandarín. Si estás leyendo y comprendiendo esto que escribo es porque tú y yo hemos nacido en una parte del mundo en la que el chino nos suena a eso, a chino.

Pero la cosa no queda ahí. Para que tú hayas llegado hasta aquí, tus padres en algún momento tuvieron que unirse, y lo mismo tus abuelos y los padres de tus abuelos y tus tatarabuelos… Son tan solo unas 80 generaciones las que nos separan del momento en que empezamos a contar el calendario en la mayoría de países del mundo, hace 21 siglos. No creas que 2.000 años es mucho tiempo. Nuestra especie, la que hemos convenido en llamar homo sapiens (el hombre que sabe o conoce), apareció hará unos 195.000 años. Si te parece mucho tiempo, permíteme decirte que estás muy equivocado. La Tierra data de hace unos 4.500 millones de años… Y antes que nosotros hubo otras muchas especies de las que ni siquiera sabemos. La Tierra es el único planeta en el que hay vida inteligente. Por mucho que soñemos o fanteseemos con encontrar vida en otro planeta u otro sistema solar, lo cierto es que estamos solos. Y así seguiremos, probablemente, algunos miles de años más.

Te lo repito: ¡gracias y enhorabuena! ¡Lo hemos conseguido, créeme, contra todo pronóstico! No hay nada como poner las cosas en perspectiva. Nuestras vidas, con todo lo importantes que son para nosotros, resultan insignificantes según la perspectiva que uno tome. Si convenimos que la vida media de una persona son 74 años en el momento en que escribo estas palabras, hay países en los que las esperanza de vida supera los 80 años y otros en los que ni siquiera llega a los 40, entonces apenas cada uno de nosotros pasa unas 650.000 horas en este planeta. Suponiendo que yo llegue a los 74 años, ya he consumido aproximadamente unas 372.000 horas, así que me quedan 278.000 por vivir. Cada una de nuestras vidas representa muchísimo menos del 0,01 % del tiempo transcurrido desde que apareció la especie homo sapiens en la Tierra. Somos un mero instante vital.

Sin embargo, no se trata tanto de cantidad como de calidad. ¿Para qué amargarnos la vida o amargársela a otras personas? ¿Para qué meterse en un tipo de relaciones que envenenan ese poquísimo tiempo que pasamos sobre la faz de la Tierra? ¿Qué nos impide ser felices y hacer felices a quienes nos rodean, a todas esas personas con las que nos relacionamos?

Si estás leyendo esto puede deberse a varias razones. Quizás me conozcas en persona y te provoque curiosidad saber qué escribo o puede ser que tan solo hayas oído mi nombre en alguna parte y te haya dado por leerme; lo más probable, sin embargo, es que hayas encontrado este artículo por pura casualidad, que ni siquiera me conozcas y, que por alguna razón que tú solo sabes, hayas seguido leyendo. En cualquiera de esos casos, una vez más: ¡gracias y enhorabuena! Gracias por haber compartido una ínfima parte de tu tiempo conmigo. Enhorabuena porque, de algún modo, hemos coincidido. Y si en algún momento he tenido, además, la inmensa fortuna de que formes parte de mi vida y que yo haya contribuido a tu felicidad igual que tú a la mía, te lo agradezco de corazón. No ha sido fácil. ¡Lo hemos conseguido contra todo pronóstico! Perspectiva 650.000.

Michael Thallium
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Oliver Sacks dice adiós por adelantado

musicophilia-1-194x300Hace un mes, Oliver Sacks creía que tenía buena salud y que estaba fuerte como un roble. A sus 81 años, sigue nadando casi dos kilómetros todos los días. Sin embargo, parece que la suerte ha dejado de acompañarle. Hace unas semanas descubrió que tenía metástasis múltiple en el hígado. Hace nueve años le descubrieron un tumor raro en el ojo. Se trataba de un melanoma ocular. Aunque la radiación y el láser para quitarle el tumor le dejaron ciego de ese ojo, ese tipo de tumores se metastatizan en muy raras ocasiones. Parece que a Oliver Sacks le ha tocado formar parte de ese 2 por ciento de casos desafortunados.

No obstante, Oliver Sacks se siente agradecido por haber disfrutado de nueve años de buena salud y productividad desde que le diagnosticaron el cáncer. Ahora, empero, se encuentra cara a cara frente a la muerte. El cáncer ya ha ocupado una tercera parte del hígado y, aunque avanza lentamente, ese tipo de cáncer no puede pararse.

Es ahora cuando Oliver Sacks tiene que decidir cómo vivir los meses que le quedan. Y parece haber elegido vivir de la forma más rica, profunda y productiva que pueda. Parece que las palabras del filósofo británico David Hume, uno de sus favoritos, le sirven en estos momentos:

“Ahora cuento con una desintegración rápida. Mi enfermedad no me ha hecho padecer mucho dolor; y lo que es aún más extraño, a pesar del gran declive de mi persona, nunca he sufrido ni un momento de abatimiento de ánimo. Tengo el mismo entusiasmo que siempre por el estudio y la misma alegría por la compañía.”

David Hume descubrió que estaba mortalmente enfermo a los 65 años y, en un solo día de 1776, escribió una autobiografía titulada “Mi propia vida” de la que está sacada esta cita.

Oliver Sacks ha tenido la suerte de sobrepasar los 80 años y esos quince años más de los que tuvo Hume han sido igualmente ricos en trabajo y amor. En ese tiempo, Oliver Sacks ha publicado cinco libros y terminado una autobiografía (mucho más larga que la de Hume, obviamente) que se publicará esta primavera. Y parece que también tiene varios libros más casi concluidos.

Hume proseguía: “Soy… un hombre de carácter tranquilo, que controla su temperamento, con un humor abierto, social y alegre, capaz de apegarse, pero poco susceptible a las enemistades, y de gran moderación en todas mis pasiones.”

En este punto, Oliver Sacks se separa de Hume. Si bien ha disfrutado del cariño de las relaciones y amistades y no ha tenido verdaderas enemistades, Oliver Sacks no puede decir que haya sido un hombre de carácter tranquilo. Más bien al contrario, es un hombre de carácter vehemente, con un entusiasmo violento e inmoderación extrema en todas sus pasiones.

Sin embargo, hay una frase de uno de los ensayos de Hume que a Oliver Sacks le llaman la atención poderosamente por ser especialmente cierta: “Es difícil estar más separado de la vida de lo que estoy en este momento”.

Durante los últimos días, Oliver Sacks ha sido capaz de ver su vida desde una gran altitud, como si se tratase de un paisaje, y lo ha hecho con un profundo sentido de conexión entre todas sus partes. Eso no significa que su vida haya terminado.

Al contrario, Oliver Sacks se siente intensamente vivo y espera profundizar en sus relaciones y amistades para despedirse de ellas durante el tiempo que le queda de vida; quiere viajar si las fuerzas se lo permiten, escribir más, lograr nuevos niveles de comprensión e introspección.

Esto conllevará buenas dosis de audacia, claridad y de hablar llanamente. En definitiva, Oliver Sacks quiere saldar cuentas con el mundo, pero también habrá tiempo para la diversión.

En estos momentos, es como si, de repente, su perspectiva de la vida se hubiera vuelto más clara. No hay tiempo para nimiedades, no tiene tiempo para nada que no sea esencial. Debe concentrarse en sí mismo, en su trabajo y en sus amigos. Ya no mirará las noticias todas las noches ni prestará ninguna atención a la política ni a las controversias sobre el calentamiento global.

Y no es que Oliver Sacks se sienta indiferente, sino más bien desapegado -le siguen preocupando el Oriente Próximo, el calentamiento global y el crecimiento de la desigualdad, pero esos ya no son asuntos suyos, pues pertenecen al futuro. A Oliver Sacks le encanta conocer a jóvenes con talento — incluso hasta el que le hizo la biopsia y le diagnosticó la metástasis —, siente que el futuro está en buenas manos.

En los 10 últimos años, Oliver Sacks se ha sido cada vez más consciente de las muertes de sus contemporáneos. Los de su generación está de salida, y cada muerte la ha sentido desgarradora, como si le quitasen una parte de sí. No habrá nadie como ellos cuando desaparezcan, pero tampoco jamás habrá nadie como ninguna otra persona. Cuando las personas mueren, no pueden reemplazarse. Dejan agujeros que no pueden rellenarse, pues el destino — genético y neural — de todo ser humano es ser un individuo único, encontrar su propio camino, vivir su propia vida y morir su propia muerte.

Oliver Sacks no puede esconder ni fingir que no tiene miedo, pero su sentimiento predominante es el de la gratitud; siente que ha amado y que ha sido amado, le han dado mucho y él ha dado algo a cambio; ha leído, viajado y pensado y escrito. Oliver Sacks ha tenido una relación estrecha con el mundo, esa relación especial de los escritores y lectores.

Pero sobre todo, Oliver Sacks ha sido un ser sintiente, un animal pensante, sobre la faz de este planeta al que califica de bello, y eso, por sí mismo, ha sido un enorme privilegio y aventura para él.

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Ēriks Ešenvalds, la aurora boreal y todo lo demás


Autumn Moon (Luna de otoño), Scott Kahn

Autumn Moon (Luna de otoño), Scott Kahn

De Ēriks Ešenvalds (n. 1977) supe por primera vez en mayo de 2014 cuando me encontraba yo en Riga para obtener unos certificados de navegación que me permitirían trabajar unas semanas más tarde por el Ártico durante cuatro meses a bordo del buque de expediciones M/V Plancius de la empresa holandesa Oceanwide Expeditions. En mis ratos libres, aproveché para recorrer Riga en busca de compositores letones vivos. Para ello acudí a distintos lugares, entre ellos el conservatorio de Riga y también pregunté a gente de la calle que pudiera darme pistas. Al final terminé en la única tienda de Riga en la que se venden partituras de compositores letones: Musica Baltica. Allí pregunté por cuáles eran los compositores letones vivos de referencia y una de las chicas que trabajaba en la tienda, muy amablemente me dio tres nombres: Peteris Vasks (de quien yo ya había escuchado música antes de viajar a Riga), Ēriks Ešenvalds y Rihards Dubra. Le pedí a aquella chica que me proporcionase las direcciones de correo electrónico para ponerme en contacto con ellos. Al final, tras algún que otro inconveniente, logré reunirme con Rihards Dubra, una persona de la que guardo un muy buen recuerdo y con quien espero volver a encontrarme en alguna otra ocasión. Con Ēriks Ešenvalds no pude reunirme. Yo ya me había marchado de Letonia cuando recibí un correo de Ēriks disculpándose por la falta de tiempo para vernos. Ahí quedó la cosa.

Los meses pasaron. Como he dicho, estuve cuatro meses de expediciones por el Ártico y a finales de septiembre de 2014 regresé a Madrid. El tiempo siguió transcurriendo hasta que, a mediados de enero de 2015, unos ocho meses después de nuestra primera toma de contacto, recibí un correo en el que Ēriks Ešenvalds me avisaba del inminente lanzamiento de Northern Lights (Aurora boreal), su último trabajo para el sello Hyperion. Ayer, primer día de febrero, lo compré en iTunes y estuve escuchándolo -su música también me acompaña mientras escribo estas palabras.

En el último par de años, no sé muy bien por arte de qué cosa -quizás de birlibirloque-, en la vida se me presentan situaciones en las que comienzo a atar cabos. Habiendo podido presenciar yo mismo la formación de auroras boreales durante alguna de las expediciones por el Ártico a bordo del M/V Plancius, el último trabajo de Ēriks Ešenvalds cobra un significado especial para mí. Una de las primeras personas que me vinieron a la cabeza cuando ayer estaba escuchando Northern Lights fue Henk Strietman, a quien conocí durante aquellos meses árticos y con quien tuve muy interesantes conversaciones sobre la vida, la música y el Ártico. Por medio de Henk supe de otras músicas para mí desconocidas hasta entonces, entre ellas Y Dios creó a las grandes ballenas del estadounidense Alan Hohvaness (1911-2000), Canto Ostinato del holandés Simeon ten Holt (1923-2012).

Northern Lights se grabó en la capilla del Trinity College y en la catedral de Ely. Los intérpretes son el Coro del Trinity College dirigidos por Stephen Layton. El álbum consta de 16 canciones para coro en distintos idiomas, inglés, latín, sami y letón. Que conste que si estoy escribiendo sobre estas obras es porque considero que se trata de una música coral bellísima que en mi opinión resistirá el paso del tiempo.

The Icebergs, Frederic Edwin Church, 1861.

The Icebergs, Frederic Edwin Church, 1861.

La primera de las obras es O salutaris hostia, probablemente la más conocida de las obras de Ešenvalds. El texto está en latín y se corresponde con una antífona para la fiesta del Corpus Cristi. O salutaris hostia es una canción meditativa con unas bellísimas melodías diatónicas para dos sopranos sobre un fondo coral susurrante y sublime. Uno no puede quedarse indiferente ante estas armonías que califico de emocionantes y hermosas. The New Moon (La luna nueva) es la segunda obra del álbum y se basa en un poema de la malograda poetisa estadounidense Sara Teasdale (1884-1933) quien terminó suicidándose. Es una obra caracterizada por el uso de vasos de cristal y campanillas que confieren una atmósfera de otro mundo a las voces del coro. Psalm 67 (Salmo 67) es una obra que comienza como un canto llano para barítono que luego es respondido por el coro y que concluye con el barítono acompañado por el susurro del conjunto coral. Trinity Te Deum comienza con una potente introducción de un conjunto de viento metal y percusión a modo de fanfarria a la que se une el coro seguido el órgano. La sonoridad producida por el viento metal, la percusión, el coro y el órgano confieren a esta obra un carácter especial de himno suavizado por el empleo del arpa en alguno de los pasajes. Northern Lights (Aurora boreal) comienza con el susurro del coro al que inmediatamente sigue la voz masculina de tenor a modo de canto llano y que se ve arropado por la fricción de los vasos de cristal que confieren a la obra esa atmósfera misteriosa que evoca la aurora boreal. El texto consta de tres partes: la introducción en letón que se corresponde con la letra de una canción popular letona; una parte intermedia basada en un texto del explorador del Ártico Charles Francis Hall (1821-1871) quien murió envenenado por algún miembro de la tripulación durante la Expedición Polaris; la tercera parte está basada en el texto de otro explorador del Ártico, el noruego Fridtjof Nansen (1861-1930), quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1922. Es la obra que da título al álbum, ¡por algo será! A Northern Lights le sigue The Heavens’ Flock (El rebaño de los cielos), basada en un poema del estadounidense Paulann Petersen (n. 1942), The Early Rose, un canto coral acompañado de arpa, basado en un texto de la poetisa australiana Emma Jones (n. 1977), Merton College Service, basado en textos en latín del evangelio de Lucas, Rivers of Light (Ríos de luz), que comienza con un texto del folclore sami, del pueblo lapón, Ubi Caritas, con texto en latín basado en una antífona para el Jueves Santo, Amazing Grace, basada en el conocidísimo himno del británico John Newton (1725-1807), O Emmanuel, obra para coro y mezzosoprano con texto en latín de una antífona para el 23 de diciembre, Who can sail without the wind? (¿Quién puede navegar sin el viento?) con texto en inglés basado en la canción popular sueca Vem kan segla förutan vind?, Stars (Estrellas) basada en otro poema de Sara Teasdale y que comienza con el sonido de vasos de cristal, Only in Sleep (Solo en sueño), obra basada en otro poema de Sara Teasdale y que cierra este maravilloso álbum.

Invito a quien lea estas palabras a que escuche esta música, porque no le va a dejar indiferente. Es una música bella, sencilla, llena de emociones y espiritualidad, evocativa. Y para quienes nunca hayan visto la Aurora boreal ni viajado por el Ártico, quizás la música de Ešenvalds les transporte a un mundo que reconozcan en toda su plenitud si alguna vez miran al cielo y comienzan a atar cabos. Y esto me suscita una pregunta: ¿qué nos hace atar cabos?

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Leo Ornstein y el olvido: ¿conectar o desconectar?

OrnsteinHoy he descubierto a Leo Ornstein; en realidad, su música, porque Leo Ornstein falleció en 2002 con más de 100 años de edad (no está clara su fecha de nacimiento, pero si tomamos como válida 1893, Ornstein falleció a los 109 años). Es posible que hace algún tiempo hubiese oído ese nombre y probablemente hasta indagado en Internet sobre este compositor de origen ucraniano y nacionalizado estadounidense, pero no ha sido hasta hoy que he comprado algunas grabaciones -Música para piano (Naxos), con la pianista Janice Weber; Obras para piano (Hyperion), con el pianista Marc André Hamelin- y leído atentamente la página web que su hijo Severo y nieto David le dedicaron después de su fallecimiento. He de decir que mientras escribo estas palabras estoy escuchando su obra completa para violonchelo y piano interpretada por el violonchelista Joshua Gordon y el pianista Randall Hodgkinson para el sello New World y que recomiendo a cualquier persona que quiera conocer un poco mejor a este compositor del que se dice fue el último y auténtico inconformista del siglo XX. (En este enlace también se puede acceder gratuitamente a algunos archivos sonoros de su música: http://poonhill.ipower.com/audio.html )

Leo y Pauline

Leo y Pauline

Recuerdo unas palabras que oí decir a Robert Greenberg en uno de sus cursos: “los compositores son personas que describen con música lo que ven, oyen, entienden, sienten y perciben”. Los compositores son personas, no dioses. Y es precisamente eso lo que me hace escribir y poner a Leo Ornstein como ejemplo de lo que denomino “descubrimiento transformador”, y con ello hacer algunas reflexiones acerca de todo lo que no sabemos cuando creemos que sabemos. Para hacer justicia a la carrera de Ornstein es indispensable mencionar también a su mujer Pauline, quien transcribió y copió muchas de las partituras y de la que me aventuro a decir que fue clave, por no decir imprescindible, en la mayor parte de la producción musical de Ornstein.

Leo Ornstein tuvo una carrera muy brillante como pianista y compositor a principios del siglo XX, retirándose de los escenarios a mediados de los años 20, en pleno apogeo de su carrera como concertista, para dedicarse exclusivamente a la enseñanza y a la composición, pasando al anonimato, lo que viene a ser lo mismo que decir “al olvido”. Aunque eso no le impidió tener una larga vida como compositor… ¡Y vaya si fue larga! Ornstein compuso su sonata n.º 8 para piano a los 98 años…

Antes hablaba de que los compositores no son dioses. Nosotros los endiosamos o los ponemos en un pedestal según los gustos, las modas y, en la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, el márketing. Y de igual modo que los “pedestalizamos”, también los enterramos en el olvido, en la indiferencia… Un caso similar al de Ornstein es el del compositor y pianista Leopold Godowsky (1870-1938), quien tuvo mucha fama en su día, pero cuya música muy pocos conocen hoy. Si nombro a Vivaldi, Bach, Mozart o Beethoven, la mayoría de personas en el mundo occidental los reconocerán de forma casi inmediata, incluso si jamás han escuchado ninguna de sus obras. Y aunque es cierto que su música ha trascendido en la historia moderna occidental, eso no significa que lo siga haciendo dentro de 100 o 200 años.

Tomemos un poco de perspectiva. En la fecha en que escribo estas palabras, Vivaldi

murió hace 274 años, Bach hace 265 años -recuerdo que aunque Bach fue muy apreciado en vida como organista, su reconocimiento como compositor para el gran público no llegaría hasta casi 80 años después de su muerte, cuando su música fue recuperada por Felix Mendelssohn-, Mozart hace 224, Beethoven hace 188… Doscientos años pueden ser muchos o pocos según el punto de referencia que tomemos. Desde luego, para la historia de la humanidad 200 años son un mero instante. Godowsky falleció hace 77 años (que eso es menos de la media de la esperanza de vida de una persona en los países occidentales)… Ornstein murió hace 13 años. ¿Seguirán los humanos escuchando a Bach, Mozart o Beethoven dentro de cien o doscientos años? Lo ignoro, pero bien pudiera ser que cayeran en el olvido al igual que han caído muchísimos otros antes y después que ellos. ¿Seguiremos escuchando a Elvis Presley, a los Beattles, Queen, Deep Purple, Abba, dentro de 25 años? Creo que en el momento en que la música de alguien deja de conectar con quien la escucha, entonces esa música y quien la escribió pasan al olvido (y afirmo que durante la segunda mitad del siglo XX y en este siglo XXI, en el momento en que, lamentablemente, no hay márketing, el olvido se adueña de todo bicho viviente). ¿Con quién conectarán las personas dentro de 80 años cuando yo ya probablemente no esté vivo?

Leo Ornstein a los 107 años

Leo Ornstein a los 107 años

Pero volvamos a Leo Ornstein, quien para mí ha sido todo un descubrimiento, más por lo que me ha hecho reflexionar que por su música en sí. La principal de todas las reflexiones es la que responde a la siguiente pregunta: ¿qué nos hace conectar con los demás? Y aún más interesante resulta responder a esta otra pregunta: ¿qué nos hace no querer conectar con los demás? Ornstein conectó con el gran público al comienzo de su carrera como concertista; luego, decidió desconectar y pasó la mayor parte de su vida en el olvido… Eso me lleva a hacer otra breve reflexión: ¿estaré conectando yo ahora con quien me lea o, sencillamente, este artículo quedará “pedestalizado” en el salón del olvido? ¡Ay, el márketing…!

Michael Thallium
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Haydn, el poder, el iPod y la sabiduría

Haydn, iPod, HeadTengo el cuarteto de cuerda n.º 36 en si bemol mayor de Joseph Haydn metido en un iPod shuffle, un aparatito diminuto en el que se puede almacenar mucha música y que se puso de moda a comienzos del siglo XXI en muchos países del mundo. Nadie le hubiera dicho a Haydn que dos siglos más tarde de su muerte alguien escucharía su música mientras camina, corre o hace otras tareas y, encima, sin importunar a otras personas, pues gracias a otra invención del siglo XX, los auriculares, uno puede meterse literalmente en los oídos cualquier música sin necesidad de acudir a una sala de concierto ni tener a los músicos delante. ¡Haydn se quedaría atónito! Aunque no sé si se quedaría aún más atónito si hubiese sabido que después de muerto y enterrado alguien le cortaría la cabeza y que esta estaría dando vueltas por ahí durante 145 años hasta volver a unirse a su cuerpo… Mientras escribo estas palabras, escucho el susodicho cuarteto y, en cola, me espera la sonata n.º 16 para piano de Franz Schubert.

Si uno se para a pensarlo, el “poder” que una persona puede almacenar en un aparato diminuto es inmenso, aunque no somos conscientes de ello, quizás porque no damos a la música la importancia que tiene. El número de canciones y cantidad de música que uno puede acumular en esos aparatitos supera con creces a la cantidad y variedad de música que una persona de hace 100 años pudiera escuchar en toda una vida. Por eso he utilizado la palabra “poder”, porque no es solo música -entendida esta como canciones- lo que uno puede tener con tan solo pulsar un botoncito, sino cualquier tipo de registro sonoro, lo cual incluye la voz, relatos… en definitiva, conocimiento.

Ahora bien, almacenar conocimiento, tenerlo, sirve de bien poco si uno no lo sazona con sabiduría. Y, para mí, la sabiduría va acompañada de la escucha, de la observación. Llevo dedicando ya unos cuantos años a entrenarme en la escucha, pues creo firmemente que la escucha de música me hace escuchar mejor a las personas. Dicho de otro modo, el entrenamiento musical del oído -no hablo de ser un músico profesional- me sirve para “leer” a las personas más fácilmente.

Sin embargo, no basta con saberse mejor escuchador de personas, porque, ciertamente. de poco sirve saber que “escuchas” bien a los demás si los demás no se sienten escuchados. Y es que puede darse la situación -a mí se me ha dado con frecuencia- en que “escuches” -leas- a una persona muy bien, pero que esta no se sienta escuchada. Es aquí donde entra en juego la empatía. En resumidas cuentas, no basta con ser buen escuchador, sino que tienes que parecerlo, escuchar para que los demás se sientan escuchados…

Por eso, todo ese “poder” que almacenamos en diminutos aparatos electrónicos, todo ese poder que almacenamos en nuestras mentes, sirve de muy poco sin el discernimiento, sin la observación, sin la escucha empática, sin la aplicación sabia y serena del conocimiento.

Michael Thallium
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Donar música: los dioses de la música

Los dioses de la música

Después de darle muchas vueltas, finalmente me he decidido a hacerlo. Me ha costado. Tengo una colección de música de la editorial Planeta del año 1989 titulada “Los dioses de la música”. Tiene para mí un valor sentimental grande, pues me ha acompañado en los últimos 25 años de mi vida y fue un regalo de una persona querida. Ha cumplido su función. Ahora quiero donarla a alguna persona que lo merezca, que sepa aprovecharla y que la disfrute —y que idealmente viva cerca de Madrid (otros lugares no están descartados), lugar del planeta en el que me encuentro ahora; más que nada por el peso: cinco tomos y unos 50 CD.

Soy de los que piensa que hay que ser generoso, pero en este caso pido algo a cambio. Dado el valor sentimental —y que también pienso que cuando alguien verdaderamente quiere algo, algo le cuesta—, la persona que esté interesada en esta colección tendrá que escribirme una pequeña carta explicando que le motiva para recibir esta colección. Y aquella carta que más me conmueva, será la que elija.

Quien sienta la suficiente motivación como para hacerlo, puede escribir esa carta en la sección de comentarios que hay más abajo en esta página o escribiéndome al correo michael (arroba) michaelthallium.com; también por Facebook Michael Thallium o por Twitter Michael Thallium.

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